?Est¨¢ la Fed jugando a la pol¨ªtica?
Afortunadamente, Janet Yellen tiene el talento para pasar la cuerda floja de una campa?a electoral
En su reciente debate con su oponente Hillary Clinton, el candidato presidencial republicano, Donald Trump, dijo enf¨¢ticamente que la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, persigue motivaciones pol¨ªticas. La Fed, sostiene Trump, est¨¢ aplicando sobredosis de est¨ªmulo monetario para hipnotizar a los votantes y hacerles creer que la recuperaci¨®n econ¨®mica est¨¢ en marcha. No es una idea completamente descabellada, pero yo no veo que sea as¨ª. Si Yellen est¨¢ tan decidida a mantener los tipos de inter¨¦s congelados, ?por qu¨¦ ha intentado promover en los ¨²ltimos meses las tasas de m¨¢s largo plazo al insistir en que la Fed probablemente debe aumentarlas m¨¢s r¨¢pido de lo que hoy cree el mercado?
Se sabe, por supuesto, que los banqueros centrales ayudan a los candidatos antes de las elecciones al permitir que aumente la inflaci¨®n y al mantener el empleo en alza. Durante la campa?a por la reelecci¨®n del presidente Richard Nixon en 1972, el mandatario sermone¨® duramente al presidente de la Fed, Arthur Burns, sobre la necesidad de sacar adelante la econom¨ªa y as¨ª ayudarlo a derrotar a su rival dem¨®crata, George McGovern. Nixon obtuvo una victoria resonante, pero las pol¨ªticas de Burns ayudaron a desencadenar la inflaci¨®n mundial de los a?os setenta y trajeron aparejada la disoluci¨®n del sistema de posguerra de tipos de cambio fijos. Los efectos a largo plazo fueron catastr¨®ficos.
?Acaso Yellen lanzar¨¢ una repetici¨®n de los malos tiempos de los a?os setenta, cuando la inflaci¨®n estadounidense lleg¨® a los dos d¨ªgitos? Lo dudo. Si bien no es dif¨ªcil imaginar que Yellen en privado sienta por Trump el mismo escaso aprecio que ¨¦l siente por ella, muchos observadores no ven se?ales de que la inflaci¨®n est¨¦ a la vuelta de la esquina.
Es verdad que algunos todav¨ªa insisten en que si la Fed no aumenta de manera urgente los tipos de inter¨¦s y controla la masa monetaria, la econom¨ªa estado?unidense seguir¨¢ los pasos de Zimbabue (donde la inflaci¨®n super¨® con creces el 25.000% a finales de 2008). Pero el argumento de que la expansi¨®n del balance de la Fed se traducir¨¢ en una alta inflaci¨®n ha sido profundamente err¨®neo en los ¨²ltimos seis a?os. La inflaci¨®n en Estados Unidos se ha mantenido consistentemente por debajo de la meta y, a¨²n hoy, los rendimientos de los bonos reflejan un profundo escepticismo sobre si la Fed tiene o no la voluntad o la capacidad de sustentar el crecimiento de los precios en la meta oficial del 2% de manera consistente.
Por cierto, los bancos centrales que han intentado aumentar tipos de manera prematura, inclusive el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco Nacional Suizo, se han visto obligados a revertir el curso, y la Fed quiere evitar ese desenlace. A la econom¨ªa de Estados Unidos le est¨¢ yendo mucho mejor en estos d¨ªas, y el momento de subir m¨¢s los tipos probablemente est¨¦ cerca.
Ahora bien, es absurdo pensar que se vayan a implementar m¨¢s incrementos de manera inmediata. De hecho, todav¨ªa existe una tendencia bajista de las tasas de inter¨¦s en el mundo. El BCE y el Banco de Jap¨®n contin¨²an muy inmersos en una modalidad de flexibilizaci¨®n, al igual que muchos bancos centrales m¨¢s peque?os. La Fed ya est¨¢ permitiendo cierta contracci¨®n simplemente al no prestarse al juego, y dejar que el d¨®lar estadounidense se aprecie.
A decir verdad, los bancos centrales no son inmunes a la manipulaci¨®n, y combatir las presiones pol¨ªticas es una batalla interminable. Durante la crisis financiera, se les pidi¨® a las autoridades monetarias que asumieran poderes temporarios de emergencia, incluidas compras masivas de bonos del Gobierno y del sector privado. Para la mayor¨ªa, incluida la Fed, todav¨ªa no hay una salida clara a la vista, y esto ha tornado m¨¢s dif¨ªcil el problema del aislamiento pol¨ªtico, con o sin una elecci¨®n.
Algunos creen que la ¨²nica salvaci¨®n es un retorno a la era del patr¨®n oro de finales de los a?os 1800, cuando los Gobiernos fijaban el precio de su moneda en oro, dejando poco margen para la interferencia pol¨ªtica. Desafortunadamente, los fan¨¢ticos del oro, curiosamente ¡ªo quiz¨¢ por tozudez¡ª, son ignorantes de las crisis financieras cr¨®nicas y las recesiones profundas de esa era. En definitiva, el patr¨®n oro colaps¨®, despu¨¦s de que los Gobiernos se vieron obligados a abandonarlo durante la Primera Guerra Mundial y luego nunca m¨¢s pudieron restablecer la confianza p¨²blica del todo.
Pensadores con m¨¢s visi¨®n de futuro se?alan a las criptomonedas privadas, como el bitcoin, como el futuro del dinero. Su argumento es que sacan a la pol¨ªtica por completo de la ecuaci¨®n. Pero esto tambi¨¦n es muy ingenuo. Los Gobiernos ya pueden impedir que las criptomonedas circulen en la econom¨ªa legal al restringir el acceso bancario, imponer leyes tributarias y tambi¨¦n obstruir la capacidad del comercio minorista de aceptarlas. (Y, como explico en mi nuevo libro, La maldici¨®n del efectivo, el bitcoin dif¨ªcilmente pueda considerarse un sustituto a largo plazo de los billetes de alta denominaci¨®n).
S¨ª, la tecnolog¨ªa blockchain es muy apasionante y tal vez tenga muchas aplicaciones en la banca, las finanzas y en toda la econom¨ªa. Pero no es ninguna garant¨ªa contra la influencia pol¨ªtica en la inflaci¨®n. En la larga historia de la moneda, desde la acu?aci¨®n hasta la llegada del papel moneda, el sector privado puede innovar, pero en definitiva es el sector p¨²blico el que toma el control. Al final de cuentas, el Gobierno siempre podr¨¢ controlar las reglas.
Ir¨®nicamente, la mejor manera de aislar a los bancos centrales de la presi¨®n pol¨ªtica ser¨ªa expandir su caja de herramientas para permitir una pol¨ªtica efectiva de tipos de inter¨¦s negativos, aunque esto llevar¨¢ tiempo (como tambi¨¦n analizo en mi libro). Mientras tanto, la Fed y otros bancos centrales tendr¨¢n que seguir caminando por una cuerda floja que los torna especialmente vulnerables a la presi¨®n externa. Afortunadamente, la Fed hoy tiene una presidenta que puede y est¨¢ dispuesta a hacerle frente al embate.
Kenneth Rogoff es profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad de Harvard y execonomista jefe del FMI.
? Project Syndicate, 2016.
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