La pr¨®xima tragedia del ¡®Brexit¡¯
Un enfrentamiento a cara de perro entre Reino Unido y la UE hubiera sido aceptable en otro contexto. Ahora no
Este a?o que se acaba todo cambi¨®, excepto el modo de pensar de los Gobiernos. En ning¨²n sitio es esto m¨¢s claro que en las negociaciones preparatorias del Brexit. En un contexto en el que ambos bandos pasan por alto las consecuencias de amplio alcance de la elecci¨®n de Donald Trump como presidente de Estados Unidos (concretamente, el declive del orden mundial liberal), el proceso parece encaminado a causar una tragedia tanto para Reino Unido como para la Uni¨®n Europea.
A juzgar por la conducta de los diplom¨¢ticos de la primera ministra brit¨¢nica Theresa May, se podr¨ªa creer que el Brexit hoy es la ¨²nica incertidumbre real. De hecho, parecen convencidos de que su ¨²nico imperativo ¡ªm¨¢s all¨¢ de proteger la unidad del Partido Conservador, por supuesto¡ª es conseguir tantos beneficios para Reino Unido como sea posible.
Puesto que los negociadores del Brexit del Gobierno suponen que pueden contar con un crecimiento global constante, se centran en conseguir un mayor trozo de pastel para Reino Unido. Y ya que tambi¨¦n suponen que el orden econ¨®mico liberal internacional persistir¨¢, esperan que, una vez "liberado" de los grilletes de la UE, Reino Unido encontrar¨¢ socios ansiosos por firmar acuerdos de comercio con ¨¦l. Finalmente, a los partidarios del Brexit parece importarles poco las implicaciones de seguridad de ir por su cuenta, porque suponen que Estados Unidos mantendr¨¢ su papel de polic¨ªa global, por no mencionar la continuidad de la protecci¨®n de la OTAN.
Todo eso es mucho suponer. Pero los brit¨¢nicos no son los ¨²nicos en pensar que nada ha cambiado. En Bruselas, las instituciones de la UE (y el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker) todav¨ªa creen que el efecto domin¨® del euroescepticismo gatillado por el Brexit es la mayor amenaza a la Uni¨®n.
En ese contexto, el objetivo de los negociadores de la UE para el Brexit ser¨ªa evidente: dejar en claro que ser miembro del club europeo conlleva beneficios sustanciales y que abandonarlo implica costes sustanciales. Esa es la l¨®gica que llev¨® a Donald Tusk, presidente del Consejo de la UE, a declarar que Reino Unido tiene dos opciones: un Brexit duro o ning¨²n Brexit. Tambi¨¦n es esa la l¨®gica que llev¨® a los Estados miembros a rechazar participar en negociaciones previas o aceptar un acuerdo de transici¨®n.
Pero esta l¨®gica es para el mundo de ayer, e incluso entonces no funcionaba muy bien. Durante la crisis griega, la estrategia de la UE fue decidir los t¨¦rminos de un trato y decirle a Grecia que lo aceptara o lo dejara. Si Grecia intentaba negociar, la UE iba haciendo las condiciones cada vez menos atractivas, hasta que la presi¨®n se hac¨ªa insoportable. Durante las negociaciones de 2015, al primer ministro griego, Alexis Tsipras, y a su entonces ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, les conmocion¨® la intransigencia de la UE, en las que ten¨ªan tambi¨¦n mucho que perder. Sin embargo, Tsipras lo acept¨®... y aun as¨ª la crisis griega todav¨ªa est¨¢ lejos de solucionarse.
A pesar de esta experiencia (y el hecho de que el entorno global es hoy mucho menos estable que entonces), la UE parece decidida a recurrir a la misma t¨¦cnica negociadora. Michel Barnier, jefe del equipo negociador de la UE para el Brexit, ya ha presentado al Gobierno brit¨¢nico una factura de 50.000 millones de euros para cubrir las pensiones y otras obligaciones hasta 2030. Los pol¨ªticos brit¨¢nicos no creen que las autoridades de la UE realmente lo hagan en serio, pero se equivocan.
Reino Unido y la UE est¨¢n enzarzados en una danza mortal que bien puede continuar hasta que se les acabe el tiempo. El resultado ser¨¢ incluso peor que un mal Brexit: uno sin negociar, en el que Reino Unido no deja la UE, sino que cae fuera de ella. M¨¢s all¨¢ de provocar da?os econ¨®micos a ambas partes, un resultado as¨ª generar¨ªa tanta amargura en ellos que le resultar¨ªa casi imposible negociar acuerdos en much¨ªsimas otras ¨¢reas, como la defensa territorial y el contraterrorismo, el comercio y las sanciones, la diplomacia internacional y el cambio clim¨¢tico.
Ya no hay ninguna equivalencia moral entre el solipsismo contraproducente de la Inglaterra pos-Brexit y los intentos de la UE de defender un orden europeo que se ha ido construyendo con gran esfuerzo sobre las ruinas de la II Guerra Mundial y la Guerra Fr¨ªa. Pero ambos tipos de respuesta aportar¨ªan al mismo tr¨¢gico resultado: una Europa atrapada en el nuevo orden mundial hobbesiano de Trump.
La realidad m¨¢s all¨¢ de las bolas de cristal de Berlaymont y Westminster es que las vacaciones hist¨®ricas de Europa han llegado a un abrupto final. Es probable que las pol¨ªticas proteccionistas de Trump afecten seriamente al crecimiento econ¨®mico mundial y que sus ataques a las instituciones internacionales socaven la paz y la cooperaci¨®n, con implicaciones para la seguridad potencialmente devastadoras.
Contrariamente a lo que el Gobierno brit¨¢nico pueda creer o querer, la UE y no la OTAN es el actor m¨¢s importante para su seguridad. Actualmente la OTAN se enfrenta a serios retos. M¨¢s all¨¢ de la obvia falta de inter¨¦s de Trump por mantener las responsabilidades de Estados Unidos para con el bloque, los miembros de la OTAN est¨¢n bajo presi¨®n, desde el B¨¢ltico hasta Turqu¨ªa.
En todo caso, la UE y no la OTAN ha logrado los mayores ¨¦xitos de pol¨ªtica exterior en las ¨²ltimas d¨¦cadas, desde la pacificaci¨®n de los Balcanes hasta el acuerdo nuclear con Ir¨¢n o la respuesta a Rusia por la anexi¨®n de Crimea. Si bien la elecci¨®n de Trump ha llevado a la UE a acordar una estructura permanente para la cooperaci¨®n de defensa, el efecto general del pr¨®ximo Gobierno estadounidense sobre la seguridad europea no ser¨¢ positivo.
Es hora de que los negociadores del Brexit acepten la realidad y cambien de estrategia. Los brit¨¢nicos no pueden seguir utilizando t¨¢cticas de negociaci¨®n que socavan las bases mismas de las que esperan beneficiarse. Y la UE debe ir alej¨¢ndose de su estricta postura, con todo lo comprensible que ¨¦sta pueda ser.
John Maynard Keynes una vez observ¨® que las personas "pr¨¢cticas" (quienes creen que son "inmunes a las influencias intelectuales") de hecho "suelen ser esclavos de alg¨²n economista obsoleto"). Hoy, Inglaterra y la UE se han convertido en esclavos de un pensamiento caduco. Si no rompen sus cadenas intelectuales, no lograr¨¢n m¨¢s que mayores desgracias para s¨ª mismos.
Mark Leonard es director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
? Project Syndicate, 2016.
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