La rebeli¨®n de los juristas
La cascada de sentencias en favor de los hipotecados ir¨¢ a velocidad de v¨¦rtigo
La banca ten¨ªa tres opciones tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) anulando de ra¨ªz las cl¨¢usulas-suelo hipotecarias: a) devolverlas de inmediato y, digamos, voluntariamente; b) anunciar que las estudiar¨ªa con cari?o, caso a caso; c) declarar que pleitear¨ªa contra quien reclamase. Ha optado por esta ¨²ltima, la peor; por las "pu?aladas de p¨ªcaro" cortoplacistas ¡ªcontra el consejo del jefe de su patronal, Jos¨¦ Mar¨ªa Rold¨¢n¡ª, que destruyen la confianza a largo plazo con su clientela: ese presunto arquitrabe de solidez que reivindic¨® tras la crisis.
Pero el da?o reputacional es peor: esas cl¨¢usulas abusivas son el invisible hilo conductor que engarza el rescate de las cajas ca¨ªdas (y su enorme factura) con la banca convencional (cuyo rescate lo pagaron los contribuyentes en los ochenta).
Al absorber las cajas (repletas de esas hipotecas), los bancos asumieron tanto su mina de buen metal como sus minas potencialmente explosivas, m¨¢s a¨²n si se blindaron con esquemas de protecci¨®n p¨²blica de activos. As¨ª que desde que decidieron obstaculizar la aplicaci¨®n de la sentencia europea, los bancos asocian de facto y definitivamente su imagen a la de explotadores de la crisis, frente a sus explotados clientes.
Sucede esto porque las sentencias dom¨¦sticas obedeciendo al TJUE ir¨¢n cayendo en cascada, a velocidad de v¨¦rtigo, tras las pioneras de Oviedo y Barcelona. Tambi¨¦n ocurri¨® con la que equipar¨® a los trabajadores temporales con los fijos: los jueces locales extendieron la protecci¨®n de aquellos a todos los temporales. Algo que adivinaron los laboralistas de empresa, m¨¢s adictos a patear juzgados que sus colegas mercantilistas de alto copete.
Y sucede as¨ª porque la propia sentencia recuerda a los magistrados espa?oles (punto 57) que les "incumbe pura y simplemente dejar sin aplicaci¨®n la cl¨¢usula abusiva", es decir, someterse al "efecto directo" de su superior jurisprudencia.
Para m¨¢s inri, el clima jur¨ªdico espa?ol es de rebeli¨®n: a los bufetes norteamericanizados de altos vuelos se les yuxtaponen los que se especializan en demandas populares en serie, casi industriales. A los tibios magistrados del Supremo se les insubordinan los juzgados locales buscando protecci¨®n en Luxemburgo. A la prioridad absoluta para el inter¨¦s econ¨®mico institucional le sustituye el imperativo social en favor del d¨¦bil.
Y sobre todo: a los bien pagados y a veces altaneros abogados del Estado (en este caso, abogadas, alguna transmutada en juez) que desde?an, nacionalistas, la jurisprudencia europea como "extranjera" (los hay), se les oponen jueces mal pagados y eficaces juristas, desinteresados, de la Comisi¨®n y el TJUE.
Son gente inmune al brillo aur¨ªfero y dial¨¦ctico de sus colegas s¨²bitamente absorbidos por los grandes despachos (transfuguismo sin cuarentena), esas puertas giratorias invisibles, m¨¢s peligrosas que las pol¨ªticas. Cada una de estas categor¨ªas est¨¢ cifrada en nombres y apellidos concretos. Se lo aseguro.
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