La nueva rep¨²blica
El turismo est¨¢ provocando en el Caribe el surgimiento de un Estado dentro del Estado, con ciudadanos ambulantes. Se trata de los grandes complejos hoteleros
Pocas personas perciben las implicaciones de ese nacimiento, pero de entre fincas ganaderas, plantaciones de coco y bosques tropicales est¨¢ emergiendo hoy una nueva forma de organizaci¨®n territorial e institucional que est¨¢ cambiando aceleradamente los modos de vida de la poblaci¨®n de esos lugares y las comunidades aleda?as.
Enormes inversiones, mayoritariamente extranjeras, est¨¢n transformando el paisaje natural talando bosques v¨ªrgenes, cegando manglares y lagunas, sembrando hierbas y pastos importados, extinguiendo la biodiversidad local y construyendo jardines especialmente modelados para atraer una clientela de visitantes que demanda un tr¨®pico sin dramas y sin plagas.
Inmensos campos de c¨¦sped bien cuidado acogen masivas instalaciones hoteleras cuya rentabilidad exige un tama?o m¨ªnimo de 400 a 500 habitaciones, esto es, de 800 a 1,000 camas.
Estas instalaciones habitacionales demandan estructuras complementarias de apoyo: campos de golf, bares, piscinas, casinos, auditorios, senderos y caminos que deben ser continuamente cuidados y mantenidos, y demandan asimismo una mano de obra que las comunidades locales no pueden suplir.
Como consecuencia de ello, esta nueva rep¨²blica requiere de contingentes frescos de trabajadores de ambos sexos para llenar los nuevos puestos de trabajo. Esos trabajadores son reclutados de los territorios circundantes y del interior de los espacios receptores de la nueva rep¨²blica.
Nunca hubo una fuerza hist¨®rica con un potencial de transformaci¨®n social y econ¨®mica similar en la historia de esta regi¨®n
Para muchos hombres y mujeres, trabajar en la nueva rep¨²blica supone iniciar una nueva vida, pues es como un nacimiento: aprender habilidades nuevas, recibir entrenamiento y capacitaci¨®n en oficios no tradicionales y adoptar modos de conductas ajenos a la sociedad tradicional de donde provienen estos migrantes.
Vidas que anteriormente no ten¨ªan futuro renacen en la nueva rep¨²blica y se convierten en recepcionistas, camareras, guachimanes, gu¨ªas tur¨ªsticos, ch¨®feres, lavanderas, traductores, animadores, barrenderos, jardineros, cargadores, payasos, oficinistas, secretarias, gerentes, administradores, y una pl¨¦yade adicional de oficios y ocupaciones.
Cuando penetran al territorio de la nueva rep¨²blica, estos nativos del pa¨ªs receptor dejan atr¨¢s ciertas costumbres ancestrales y se comprometen a laborar conforme a nuevos c¨®digos y nuevas lealtades y nuevas disciplinas.
Esos c¨®digos comprenden numerosas obligaciones contractuales y conductuales. Al observar c¨®mo se forman esas obligaciones resalta la clar¨ªsima evidencia de que la nueva rep¨²blica funciona interiormente como un Estado independiente con sus propias normas de gesti¨®n, sus presupuestos, su administraci¨®n, sus sistemas de seguridad y sus relaciones exteriores.
A diferencia de las Rep¨²blicas tradicionales que derivan sus modelos de los Estados-naci¨®n europeos o de las rep¨²blicas renacentistas italianas, esta nueva rep¨²blica no est¨¢ necesariamente identificada con un territorio nacional particular, aunque ocupa territorios que les son necesarios para existir y ejercer sus funciones.
En realidad, la nueva rep¨²blica es una entidad transterritorial y transnacional. No es un Estado-naci¨®n ni quiere serlo, sino todo lo contrario. Su primera condici¨®n para existir es la internacionalizaci¨®n de sus operaciones y de sus instalaciones, as¨ª como de su mano de obra y cuadros gerenciales.
?ntimamente ligada a los sistemas internacionales de transporte, comunicaci¨®n y alojamiento, la nueva rep¨²blica es una entidad multiterritorial y multiestatal que se acomoda a los m¨¢s variados sistemas pol¨ªticos y opera en los m¨¢s diversos ambientes y ecolog¨ªas del planeta.
Lo mismo se establece en Santo Domingo que en Cuba, en Costa Rica que en M¨¦xico, en las playas del Mediterr¨¢neo que en la Ant¨¢rtida chilena o en los Andes argentinos. Opera igual en los enclaves hoteleros de sol y playa que en barcos de crucero con bandera paname?a o noruega.
La nueva rep¨²blica tiene due?os. A veces sus propietarios son entes invisibles diluidos en las variadas f¨®rmulas de inversi¨®n existentes en los mercados de capitales de Amberes, Hamburgo, Luxemburgo, Madrid, Paris y Londres.
Esta nueva rep¨²blica posee estructuras duales. Su burocracia es local o mixta. La movilidad interna de sus ¡°ciudadanos¡± es m¨ªnima porque en su territorio estos lo tienen todo incluido, pero la red de transporte intercontinental para ellos abarca el planeta entero.
La raz¨®n: sus ciudadanos no son permanentes, son itinerantes y renovables; gozan de una ciudadan¨ªa provisional cuando est¨¢n en el territorio de la nueva rep¨²blica, pero nada m¨¢s pues tan pronto salen de regreso a su lugar de origen, pierden sus derechos de suelo (hasta que decidan pagar para volver).
El capital que financia la nueva rep¨²blica es normalmente extranjero, pero tambi¨¦n se vale de bancos locales. Mueve capitales baratos hacia regiones con altas tasas de inter¨¦s mientras apuesta a la devaluaci¨®n de las monedas para mantener sus costos bajos. Por ello cobra sus servicios en monedas fuertes (euros y d¨®lares) mientras compra sus insumos en monedas locales.
Socialmente la nueva rep¨²blica posee una fuerza inexorable y no puede evitar cambiar los espacios donde se establece. Es imposible para la nueva rep¨²blica dejar de generar empleos. Su continua expansi¨®n la ha convertido en el m¨¢s din¨¢mico agente de creaci¨®n de empleo directo e indirecto en algunas regiones del planeta, como ocurre en las islas del Caribe.
Parad¨®jicamente, la burocracia neo-republicana ocupa una peque?a parte de esos empleos, pues hay muchas funciones que ¨¦sta no puede desempe?ar, ni es ¨¦sa su misi¨®n.
Por ello, en adici¨®n a las estructuras duales de esta rep¨²blica, su mera existencia genera tambi¨¦n din¨¢micas sociales duales como son la aparici¨®n de poblaciones flotantes en sus fronteras. Estas poblaciones no trabajan directamente dentro de la nueva rep¨²blica sino fuera de ella, y la sirven aprovechando las demandas especiales neo-republicanas de bienes y servicios.
La nueva rep¨²blica transmite valores for¨¢neos que son asimilados por sus vecinos nacionales con mucha rapidez, aunque no siempre sin cierta resistencia.
La historia reciente muestra que esa resistencia de los vecinos nacionales, cuando existe, cede bastante pronto y hasta los m¨¢s recalcitrantes adversarios de la nueva rep¨²blica terminan aplaudi¨¦ndola, adul¨¢ndola, atray¨¦ndola y visit¨¢ndola.
Los pueblos y naciones vecinos de la nueva rep¨²blica, m¨¢s temprano que tarde, terminan seducidos por su ambiente, por sus placeres, por sus salarios, por sus empleos y por sus comodidades. Resultado: la nueva rep¨²blica ha terminado imponi¨¦ndose sobre las rep¨²blicas tradicionales que la han acogido y ahora estas no pueden vivir sin aqu¨¦lla.
Los que gobiernan la rep¨²blica tradicional se han dado cuenta de que su balanza de pagos depende en gran medida de sus intercambios con la nueva rep¨²blica.
Los agentes neo-republicanos repiten y predican con frecuencia que la rep¨²blica tradicional ya no puede vivir sin la nueva rep¨²blica y por ello predican continuamente que la rep¨²blica tradicional es una entidad cuya econom¨ªa est¨¢ atada a las compras de la nueva rep¨²blica.
Los productores agropecuarios e industriales de la rep¨²blica tradicional son los mejores aliados de la nueva rep¨²blica pues hacia esta exportan una parte sustancial de la producci¨®n de sus granjas, industrias y plantaciones.
Ya no se trata de los excedentes que antes dejaba de consumir el mercado local. Ahora las exportaciones de alimentos y ciertas manufacturas tienen como destino importante las ¡°provincias hoteleras¡± de la nueva rep¨²blica.
Es como tener el mercado extranjero en las playas. Por ejemplo: las naranjas que los productores antes pensaban que embarcar¨ªan hacia Nueva York, ahora son enviadas a los hoteles de la nueva rep¨²blica. Lo mismo pasa con las dem¨¢s frutas, con los licores, los huevos, las papas, las yaut¨ªas, la yuca y el arroz, para s¨®lo mencionar estos pocos alimentos.
Poca gente conoce los gobernantes de la nueva rep¨²blica. Sus oficinas no est¨¢n en un palacio nacional particular, sino en alg¨²n centro financiero o pol¨ªtico del norte del planeta. En el caso dominicano, los m¨¢s importantes de estos gobernantes son ciudadanos espa?oles, pero tambi¨¦n hay otros europeos, adem¨¢s de norteamericanos, alemanes, mexicanos y canadienses.
Todos juntos constituyen un gobierno informe, sin rostro p¨²blico, semiinvisible hasta para su misma burocracia, desconocido por los propios habitantes de la nueva rep¨²blica que a su vez, repetimos, son ciudadanos ocasionales y solo obtienen esa ciudadan¨ªa cuando reciben carta de identidad provisional al registrase en alg¨²n hotel del territorio neo-republicano.
Esta carta de identidad difiere de la c¨¦dula o carnet de las rep¨²blicas tradicionales porque hay que pagar por ella seg¨²n los d¨ªas de ciudadan¨ªa, y porque exige que el neo-ciudadano exhiba todo el tiempo una pulserita pl¨¢stica en su mu?eca.
Para la Rep¨²blica Dominicana, M¨¦xico, Cuba, Costa Rica y otros pa¨ªses el haber establecido relaciones con la nueva rep¨²blica tiene profundas implicaciones.
Puede decirse que nunca antes hubo una fuerza hist¨®rica con el potencial de transformaci¨®n social y econ¨®mica de la nueva rep¨²blica. Ni siquiera la revoluci¨®n azucarera que estableci¨® el sistema de plantaciones y centrales azucareras, a la vuelta de los siglos 19 y 20 en las Grandes Antillas, puede compararse con la capacidad de la nueva rep¨²blica para cambiar las cosas.
Viendo las cifras, es claro Espa?a se ha convertido en uno de los motores m¨¢s din¨¢micos del desarrollo neo-republicano y, sin reconocerlo oficialmente pues tal vez nadie lo ha explicado claramente, la ¡°madre patria¡± est¨¢ recolonizando espacios en las mismas playas en que comenz¨® a establecerse en Am¨¦rica hace m¨¢s de 500 a?os.
Frank Moya Pons es historiador dominicano.
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