Goldman Sachs, el banco que gobierna el mundo
La entidad, fundada en 1869, ha colocado a sus ejecutivos tanto en Gobiernos dem¨®cratas como republicanos
Desde lo alto del cuartel general de Goldman Sachs, la vida abajo parece una maqueta. Los coches, las obras o la gente adquieren dimensiones liliputienses y el bullicio se queda mudo, como si todo fuera la simulaci¨®n algo deficiente de una ciudad. No hay un solo letrero, dentro o fuera, que indique que uno se halla ante la sede de ese famoso banco, en el n¨²mero 200 de la calle Oeste, en el bajo Manhattan. El vest¨ªbulo es enorme y austero y las salas de pisos m¨¢s altos son pulcras y sin excesos, o quiz¨¢, sin m¨¢s excesos que las imponentes vistas de la Estatua de la Libertad, del Empire State y de casi todo Nueva York.
Donde acaba la calma, empiezan las tripas de Goldman, en los pisos m¨¢s bajos del edificio: seis plantas de trading (corredur¨ªa burs¨¢til) del tama?o de un campo de f¨²tbol americano cada una de ellas, donde hileras de intermediarios de valores con triples pantallas dan las ¨®rdenes de comprar y vender, de mover dinero a un ritmo de maquila. A diferencia del resto del edificio, la vestimenta all¨ª es algo m¨¢s informal y la gente, m¨¢s joven (el 70% de la plantilla global del banco son millennials). El a?o que viene, aproximadamente el 10% de ellos, los que tengan el balance anual m¨¢s pobre, tendr¨¢n que dejar la empresa. Y eso que all¨ª est¨¢ lo mejor de lo mejor, seg¨²n le gusta presumir al banco: la tasa de aceptaci¨®n de Goldman es del 3%, m¨¢s baja que en Harvard.
¡®Goldmanianos¡¯
Dicen que es el banco de inversi¨®n m¨¢s poderoso del planeta, que paga los mejores sueldos de Wall Street y sufre la mayor tasa de divorcios, que las jornadas de trabajo exceden lo humano, que en la crisis financiera sac¨® petr¨®leo mientras los dem¨¢s se hund¨ªan, que no hay rinc¨®n de la Tierra a donde no lleguen sus tent¨¢culos, que ning¨²n Gobierno los ignora, que quien entra all¨ª abraza un sacerdocio, que una vez se es goldmaniano, se es goldmaniano para siempre. Dicen que Goldman Sachs gobierna el mundo.
En casi todos los Gobiernos de EE UU, incluso desde antes de que comenzara el capitalismo moderno tras la II Guerra Mundial, ha habido un goldmaniano en las esferas m¨¢s altas del poder p¨²blico.
Donald Trump alud¨ªa a ello con frecuencia durante la campa?a electoral estadounidense. Acus¨® a Hillary Clinton, la candidata dem¨®crata, de haberse ¡°vendido¡± al banco, del que habr¨ªa cobrado jugosas cantidades como conferenciante. Asegur¨® tambi¨¦n que Ted Cruz, el senador texano con el que rivaliz¨® en las primarias republicanas, estaba bajo su control. En su ¨²ltimo v¨ªdeo de campa?a, al m¨¢s puro estilo Ocupa Wall Street, se?alaba a los culpables del empobrecimiento de los trabajadores y, aparte de Clinton u Obama, George Soros o el G20, destacaba a Lloyd Blankfein, el primer ejecutivo de la entidad financiera.
Poco antes de que Trump tomara posesi¨®n de la presidencia de EE UU, a mediados de enero, algunos manifestantes se apostaron ante la torre de Goldman Sachs con pancartas que rezaban ¡°Gobierno Sachs¡±. El presidente, despu¨¦s de todo, hab¨ªa colocado en puestos clave de su equipo a una terna de goldmanianos.
Monjes banqueros
Lloyd Blankfein, el patr¨®n del banco, ha descrito el salto de la entidad a la pol¨ªtica como un acto de servicio a la sociedad por parte de quienes antes han amasado una cantidad considerable de dinero en el banco. ¡°La mayor parte se va a los 48 o 50 a?os, para entonces ya has ganado bastante¡±, dijo en una entrevista, ¡°y la expectativa es que te vuelques en la filantrop¨ªa o en servir a la Administraci¨®n¡±.
Gary Cohn, n¨²mero dos del grupo financiero, ser¨¢ el jefe del Consejo Econ¨®mico de la Casa Blanca (previa indemnizaci¨®n del banco de 124 millones de d¨®lares); Steven Mnuchin, un conocido inversor que hab¨ªa pasado 17 a?os en la casa, es el elegido como secretario del Tesoro (cargo equivalente al ministro de Econom¨ªa), y el agitador derechista Steve Bannon, consejero de Trump y miembro del Consejo de Seguridad Nacional, tambi¨¦n fue un hombre del banco.
El gran poder en la sombra, el tit¨¢n, el gran calamar vamp¨ªrico, el guardi¨¢n de Wall Street¡ Pocas entidades en el mundo tienen tantos sobrenombres ¡ªy casi siempre tenebrosos¡ª como Goldman Sachs. No es el mayor banco (ocupa un discreto puesto trig¨¦simo segundo en la clasificaci¨®n por activos) y se disputa el liderazgo de la banca de inversi¨®n con JPMorgan, pero nadie aparece tanto en las campa?as electorales de cualquier pa¨ªs o en los carteles de manifestaciones, de Madrid a Nueva York, pasando por Atenas o Londres. Es com¨²n ver a banqueros en puestos de pol¨ªtica econ¨®mica, pero Goldman es el gran s¨ªmbolo de la influencia del poder financiero en la pol¨ªtica en EE UU.
¡°Trump necesitaba convencer a los mercados de que no era un loco, que puede serlo, pero necesitaba convencerlos de que no, y la mejor forma de hacerlo es contratar a gente de Goldman¡±, opina William D. Cohan, que pas¨® 17 a?os en la banca de inversi¨®n y luego se convirti¨® en autor de varios libros sobre las entretelas de Wall Street, uno de ellos, dedicado a Goldman. ¡°Creo que, hasta cierto punto, a Trump le gusta el hecho de que todos esos tipos de Goldman, que no hubiesen hecho negocios con ¨¦l por el tipo de cliente que es, est¨¦n ahora en su Gabinete. Debe decir ¡®ahora est¨¢n besando mi anillo y reclin¨¢ndose ante m¨ª¡¡¯. Qu¨¦ ir¨®nico es el giro de los acontecimientos¡±, a?ade.
El constructor neoyorquino tambi¨¦n ha elegido a Jay Clayton, que fue abogado de Goldman, como presidente de la SEC (el ente supervisor de la Bolsa de Nueva York) y a Dina Powell, del ¨¢rea de inversi¨®n filantr¨®pica, como asesora de la presidencia. Hay quien escribi¨® en estos primeros d¨ªas de 2017 que Goldman Sachs volv¨ªa a Washington. ?Pero alguna vez se fue? Desde hace un siglo, Gobiernos tanto conservadores como dem¨®cratas han abrazado la fe de la instituci¨®n fundada en 1869 por un jud¨ªo alem¨¢n llamado Marcus Goldman que hab¨ªa llegado dos d¨¦cadas antes a Estados Unidos y empezado como comerciante de ropa (Sachs es el apellido del yerno con el que se asoci¨®).
Henry Goldman, el hijo del fundador, ya asesor¨® en la creaci¨®n de la Reserva Federal en 1913. En la II Guerra Mundial Franklin Delano Roosevelt fich¨® al primer ejecutivo del banco, Sidney J. Weinberg, para su Consejo de Producci¨®n de Guerra. Weinberg, uno de los personajes m¨¢s legendarios de Goldman, conocido como Mister Wall Street, colabor¨® tambi¨¦n con los Gobiernos de Eisenhower y Lyndon B. Johnson. John C. Whitehead, socio y copresidente, sirvi¨® como subsecretario de Estado en los ochenta con Reagan, y Robert Rubin, tambi¨¦n copresidente, fue jefe del Tesoro de Clinton. George Bush (el hijo) fich¨® al goldmaniano Stephen Friedman para el Consejo Econ¨®mico y a Henry Paulson para el Tesoro. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, tambi¨¦n es de la casa.
El tr¨ªo republicano
Gary Cohn, n¨²mero dos del grupo financiero, ser¨¢ el jefe del Consejo Econ¨®mico de la Casa Blanca; Steven Mnuchin, un conocido inversor que hab¨ªa pasado 17 a?os en la casa, es el elegido como secretario del Tesoro, y el agitador derechista Steve Bannon, consejero de Trump y miembro del Consejo de Seguridad Nacional, tambi¨¦n fue un hombre del banco.
Un acto de servicio
Tras muchas cr¨ªticas, Blankfein, el patr¨®n del banco, ha descrito el salto de la entidad a la pol¨ªtica como un acto de servicio a la sociedad por parte de quienes antes han amasado una cantidad considerable de dinero en el banco. ¡°La mayor parte se va a los 48 o 50 a?os, para entonces ya has ganado bastante¡±, dijo en una entrevista reciente en The New York Times, ¡°y la expectativa es que te vuelques en la filantrop¨ªa o en servir a la Administraci¨®n¡±. ¡°Es falsa la percepci¨®n de que van a Washington y nos ayudan. Lo contrario s¨ª es cierto¡±, ha dicho Blankfein, preguntado por la posible connivencia. Cuando se cruza la puerta giratoria en sentido inverso, en retorno a la sociedad, es m¨¢s dif¨ªcil de vislumbrar. Este verano en Europa caus¨® estupor el fichaje de Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso (presidente de la Comisi¨®n Europea entre 2004 y 2014, es decir, durante la burbuja y la crisis financiera y de deuda) como presidente no ejecutivo de su filial en Londres. Mario Monti y Romano Prodi tambi¨¦n han cobrado de Goldman.
Despu¨¦s de la gran crisis financiera, aparecieron dos libros sobre el banco con un t¨ªtulo muy similar, El banco: c¨®mo Goldman Sachs dirige el mundo (2010), del belga Marc Roche, un veterano corresponsal financiero, y Dinero y poder. C¨®mo Goldman Sachs acab¨® gobernando el mundo (2011), el de William Cohan. Un poco antes, en 2009, la revista Rolling Stone lanz¨® un largo y famoso art¨ªculo ¡ªhoy convertido en una referencia de la ¨¦poca¡ª en el que se refer¨ªa a Goldman como: ¡°Un gran calamar vampiro envuelto en la cara de la humanidad, metiendo inexorablemente su embudo de sangre en cualquier cosa que huela a dinero¡±.
Clima de opini¨®n
Todo esto es una muestra del clima de opini¨®n en torno a la entidad tras aquella debacle financiera con tintes de cine de suspense (de la que, de hecho, se han escrito varios thrillers). En los late night shows era com¨²n o¨ªr chistes sobre Goldman. Por si no hubiese bastante, a Blankfein no se le ocurri¨® otra cosa que decir, en medio de una entrevista de 2009, cuando la sociedad estadounidense a¨²n estaba abierta en canal por la crisis, que el banco estaba haciendo ¡°el trabajo de Dios¡±.
Poco despu¨¦s, la SEC le mult¨® con 550 millones de d¨®lares por ¡°distorsi¨®n grave¡±: cre¨® y vendi¨® un producto muy complejo (los luego famosos CDO) cuando empezaba a derrumbarse el sector inmobiliario sin contarle que uno de sus clientes (el inversor John Paulson) hab¨ªa participado en la selecci¨®n y estructuraci¨®n de estos y que, mientras se lo estaban vendiendo, Paulson estaba apostando a la baja contra esos valores. El bajo coste de esa multa se interpret¨® como una victoria. Y hace un a?o, lleg¨® a un acuerdo extrajudicial para pagar 5.000 millones en reclamaciones por vender activos de deuda asegurando que estaban respaldados por hipotecas solventes cuando eran conscientes de que estaban a punto de caer en el impago.
En el imaginario popular, Goldman encarna el s¨ªmbolo de los excesos; en el ideario menos profano, los m¨¦ritos est¨¢n algo m¨¢s repartidos. La factura de Bank of America, por ejemplo, sum¨® 16.600 millones de d¨®lares en un pacto similar, mientras que JPMorgan desembols¨® 18.000 millones, adem¨¢s de otras penalizaciones por otros desmanes.
Para Cohan, Goldman es, aun as¨ª, ¡°una instituci¨®n ¨²nica, el banco m¨¢s respetado del planeta¡±, mientras que Marc Roche, en su libro, es implacable: relata su papel en la crisis, desgrana las conexiones pol¨ªticas del grupo y detalla algunas operaciones que dieron la campanada, como el asesoramiento para el maquillaje de las cuentas p¨²blicas de Grecia. Ambos coinciden, con todo, en la intensa cultura de empresa que hay en la instituci¨®n, tambi¨¦n en la competitividad descarnada o el desprecio al estrellato individual. Roche habla de ¡°monjes banqueros¡± dispuestos a salir disparados de la casilla de salida del tablero con la ¡°sangre fr¨ªa suficiente¡± como para ganar.
Seis a?os despu¨¦s de publicar el libro, Marc Roche cree que ¡°el banco, en esencia, no ha cambiado, solo lo ha hecho en cuestiones cosm¨¦ticas. Siguen siendo los mejores contratando personal, de los mejores en gesti¨®n de fortunas¡¡±, y siguen, a?ade despu¨¦s, ¡°teniendo esa red de influencia¡±.
En 2010 crearon un comit¨¦ que revisara sus est¨¢ndares y acordaron una bater¨ªa de medidas para reforzar la transparencia de sus gestiones, el control de sus productos, los conflictos de intereses de sus agentes y directivos. Un empleado del banco, contratado despu¨¦s de este proceso, asegura que el escrutinio s¨ª es, al menos hoy, exhaustivo.
Un lavado de imagen
El banco tambi¨¦n muestra una cara m¨¢s amable y ha dado alg¨²n paso para combatir su reputaci¨®n de secretista: hay m¨¢s informaci¨®n en su p¨¢gina web, se ha abierto a las redes sociales¡ El pasado abril, The New York Times public¨® un largo art¨ªculo bajo el t¨ªtulo ¡®Un socio gay y latino pone a prueba la cultura tradicional de Goldman Sachs¡¯. Se trataba de Martin Ch¨¢vez, pr¨®ximo director financiero, impulsor de un proyecto de software que da a los clientes m¨¢s acceso a una informaci¨®n de negociaci¨®n muy espec¨ªfica que antes solo estaba disponible para goldmanianos.
Un tercio de los empleados de Goldman en todo el mundo son ingenieros, y la tecnolog¨ªa, seg¨²n la firma, es la divisi¨®n m¨¢s importante del grupo. Han invertido en nuevas compa?¨ªas como Symphony, una plataforma de mensajer¨ªa instant¨¢nea, o ?Kensho, otra base ingente de datos, ¨¢mbitos en los que hasta ahora dominan Bloomberg o Thomson Reuters.
A los bancos les gusta cada vez m¨¢s presentarse como firmas tecnol¨®gicas, y detr¨¢s de este af¨¢n hay una b¨²squeda de eficiencia en los procesos. La regulaci¨®n resultante de 2008 y los nuevos requerimientos de capital hacen m¨¢s dif¨ªcil el negocio a todo el sector y la intermediaci¨®n ha ido a la baja. Los ingresos del banco son hoy un 25% inferiores a los de 2009, en parte por las dificultades de crecer y en parte por la venta de algunos negocios de volumen. Las decisiones de recorte de gastos en esa casa se toman con rapidez: este a?o, en apenas seis meses, el banco hizo ajustes por valor de 900 millones de d¨®lares.
¡°En 2006, Goldman ten¨ªa 33.000 millones en capital ordinario, en 2016 ten¨ªan 76.000, m¨¢s del doble. Si m¨¢s que duplicas el volumen de capital que tienes que tener, para lograr el mismo nivel de retorno de ese capital, debes duplicar tambi¨¦n los ingresos netos, lo que es obviamente casi imposible¡±, explica Christian Bolu, de Credit Suisse, que lleva seis a?os en el equipo que analiza el banco. ¡°Pero en t¨¦rminos de ROE [retorno sobre fondos] est¨¢ mejor que sus rivales¡±, a?ade.
M¨¢s beneficios
Los beneficios del a?o pasado engordaron un 22% respecto al anterior (hasta los 7.400 millones de d¨®lares), mientras los ingresos se encog¨ªan un 9% (hasta los 30.600 millones de d¨®lares). Y el beneficio por acci¨®n, que es lo que interesa sobre todo en Wall Street, se dispar¨® hasta el 34%. Desde la noche electoral, las acciones han subido un 27% en Bolsa, gracias a la expectativa de una menor regulaci¨®n con el Gobierno de Trump, entre otros factores.
Tras la ca¨ªda de Lehman Brothers, fue obligado a constituirse como un grupo bancario para poder acceder a las rondas de liquidez de la Reserva Federal. El pasado octubre abri¨® una plataforma online de cr¨¦ditos para el consumo peque?o, un ¨¢rea a¨²n muy reducida de negocio, bajo el nombre de Marcus (el nombre del fundador). El coraz¨®n del banco sigue siendo la intermediaci¨®n de valores, la inversi¨®n.
Lloyd Blankfein no ha vuelto a decir que est¨¢n haciendo el trabajo de Dios. Pero hace poco, en una entrevista en CNN, dej¨® entrever que no estaba a a?os luz de ello. ¡°Me muero de miedo de que se cometan errores en mi organizaci¨®n¡±, dijo, ¡°?y sabe qu¨¦? El mundo quiere que yo est¨¦ muerto de miedo¡±, como si Goldman Sachs gobernara el mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.