El tri¨¢ngulo inexistente de Mario Draghi
El impacto del alza del d¨®lar no ser¨¢ abrupto, sino suave, si el BCE resiste a los talibanes
El alza del tipo de inter¨¦s del d¨®lar elevar¨¢ enseguida su tipo de cambio, y, pues, abocar¨¢ a otra depreciaci¨®n relativa del euro.
O sea, que equivale a una devaluaci¨®n (pasiva) de la moneda ¨²nica. Que aumenta la competitividad de la econom¨ªa europea: exportar¨¢ m¨¢s gracias a inferiores precios. Bravo. Contra las insidias de Donald Trump no es una trampa de la UE, sino una decisi¨®n de EE?UU, empujada por su buena coyuntura.
Pero tambi¨¦n encarecer¨¢ las importaciones, lo que empujar¨¢ la inflaci¨®n, ya despierta. Tambi¨¦n tirar¨¢ de las econom¨ªas dependientes del comercio bilateral con EE?UU, lo que afectar¨¢ a la UE, encareciendo ¡ªalgo¡ª su mercado de deuda. Suced¨ªa y suceder¨¢ m¨¢s.
Otro impacto es el psicol¨®gico. La normalizaci¨®n de tipos (expresi¨®n nada neutra, sino profinanciera) en EE?UU reforzar¨¢ la campa?a de los alemanes por apuntillar la pol¨ªtica monetaria expansiva del BCE, que acaba de cumplir dos a?os (de expansi¨®n cuantitativa) y uno (de tipos de inter¨¦s cero).
"El tipo del euro es demasiado bajo", espet¨® el ministro de Finanzas, Wolfgang Sch?uble, el 6 de febrero. "El BCE deber¨ªa poner fin a su programa de compras [de deuda] ya en 2017", se le anticip¨® el presidente del IFO, Clemens Fuest, sucesor de Hans-Werner Sinn, abanderado de la m¨¢s siniestra ortodoxia.
Son presiones favorables a los acreedores (de Stuttgart) y da?inas para los deudores (de Cuenca). Se escudan en la inflaci¨®n de la eurozona, que en febrero alcanz¨® el 2%, la cifra-guillotina te¨®rica para endurecer la pol¨ªtica monetaria. Pero es un dato enga?oso, porque se dispara por el alza (temporal) del petr¨®leo. La inflaci¨®n subyacente, excluidas las vol¨¢tiles energ¨ªa y alimentaci¨®n, apenas roza el 1%.
Confundir lo aparente y lo subyacente ¡ªcomo hace la ortodoxia, siempre presta a repetir errores¡ª cost¨® los dos grandes errores del BCE antes de Mario Draghi, cuando subi¨® tipos y anticip¨® la inminente crisis (de Lehman, en julio de 2008) o provoc¨® la segunda ola de la Gran Recesi¨®n (en 2011).
Muchos calculan que la inflaci¨®n, tras alcanzar este trimestre un alto pico, capotar¨¢ porque el precio del petr¨®leo, estiman, no puede subir mucho m¨¢s, dada la anemia econ¨®mica mundial. Adem¨¢s, en Europa, los ¨²nicos inflacionistas son Espa?a (por su aceleraci¨®n y su sensibilidad a la energ¨ªa) y... Alemania, por su mercado laboral sobreofertante.
Todas estas presiones chocan contra el imperturbable dique de Mario Draghi. Una y otra vez reitera desde diciembre que la inflaci¨®n (subyacente) y el crecimiento europeos, si bien mucho m¨¢s s¨®lidos que antes, son a¨²n d¨¦biles y que, por tanto, mantendr¨¢ bajos los tipos "por un tiempo prolongado".
Para subirlos, Draghi exige a la inflaci¨®n un tri¨¢ngulo hoy inexistente: que se acerque al 2% "de forma homog¨¦nea en la eurozona" (no solo en Alemania); con "car¨¢cter sostenido en el tiempo", y que sea "capaz de mantenerse sin pol¨ªtica monetaria expansiva".
Este asunto es vital. Cada punto de alza del tipo de inter¨¦s del euro encarece en 27.000 millones la factura anual de la deuda espa?ola ¡ªp¨²blica, empresarial y familiar¡ª, m¨¢s-menos a tercios. Si Draghi falla, es la ruina.
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