El latido de un beb¨¦ en una pulsera
En Tot-em convierten los mensajes de sus clientes en pulseras, colgantes y figuras con la forma de su onda de voz
El d¨ªa que se conocieron, durante el primer curso de Ingenier¨ªa Industrial, Javier Jim¨¦nez le dijo a Javier P¨¦rez: ¡°Vamos a montar una asociaci¨®n universitaria de emprendedores para hacer cosas fuera de la universidad. ?Te apuntas?¡± La ma?ana siguiente compraron una impresora 3D y empezaron a probar ideas. Un a?o despu¨¦s naci¨® Tot-em, una empresa que vende pulseras y colgantes con la forma de la onda de voz generada al grabar un mensaje. ¡°Materializamos sentimientos, pensamientos inspiradores o momentos importantes, explica Jim¨¦nez. ¡°Imagina llevar de forma f¨ªsica el latido de tu futuro beb¨¦, una petici¨®n de matrimonio o el ladrido de tu perro¡±.
La idea surgi¨® de ruta por los bares de Madrid. En un momento de exaltaci¨®n de la amistad, ¡°alguien coment¨® lo lindo que era estar todos juntos. Conectar de verdad, sin WhatsApp ni Facebook¡±, recuerda P¨¦rez. Esa fue la semilla. ¡°Todos tenemos gente repartida por el mundo a la que no podemos ver a menudo. Y pensamos: ?y si creamos algo que te haga sentirte m¨¢s cerca de esa persona a la que quieres?¡±, a?ade Jim¨¦nez.
Lo primero que imaginaron fue modelar figuras con la impresora 3D que simbolizaran algo para los clientes: una torre, una nube, un coraz¨®n. Pero pensaron que sus abuelas no entender¨ªan el concepto. Deb¨ªa ser algo ¨²nico para cada persona. Intransferible. Y entonces se les ocurri¨®: la voz. Cada mensaje grabado en la web dibujar¨ªa una onda diferente. Incluso si la misma persona registrara dos veces el mismo mensaje, no ser¨ªa exactamente igual. Con la idea m¨¢s o menos esclarecida, el siguiente paso era encontrar a alguien que pudiera fabricar lo que quer¨ªan. Buscaron en Google ¡°torneros de madera¡± y salieron 32 resultados. Los llamaron a todos. La mayor¨ªa, dicen, eran mayores y no les entendieron. Uno apost¨® por ellos y ahora trabaja en exclusiva para Tot-em.
Los primeros colgantes y pulseras que salieron de la f¨¢brica se los regalaron a gente cercana para comprobar qu¨¦ les parec¨ªa. Tuvieron buena acogida y decidieron probar suerte. Como no ten¨ªan ahorros suficientes, buscaron inversores en otro encuentro por los bares madrile?os. Ocho amigos por 100 euros cada uno sumaban 800, lo suficiente para crear la web y encargar un primer lote de 500 cajas. A los dos meses, devolvieron el dinero prestado. A los cuatro hab¨ªan facturado 15.000 euros. Ese a?o de 2015 llegaron a los 130.000 y cerraron 2016 con cerca de medio mill¨®n de euros.
El boca a boca y la actividad en redes sociales hicieron que los pedidos se acumulasen en el peque?o almac¨¦n en el que barnizaban y ensamblaban las piezas. Al principio lo hac¨ªan todo ellos, salvo colaboraciones concretas. Pero lleg¨® un momento en el que no daban a basto. Los encargos tardaban mucho y los clientes empezaron a quejarse. Decidieron formar un equipo fijo. Contrataron a cinco personas y se mudaron a una oficina m¨¢s grande. Ahora cuentan con una dise?adora gr¨¢fica, un programador, una encargada de dise?o de producto, otra de comunicaci¨®n y una ¨²ltima que barniza, monta y controla que todas las piezas cumplan los criterios de calidad. El proceso se ha acelerado y han conseguido reducir los tiempos de entrega a una semana de media (de cuatro a nueve d¨ªas los de madera y de cinco a 10 los de acero).
El sonido m¨¢s impactante
Comprobar que a la gente les gusta su idea es lo que m¨¢s motiva a estos dos emprendedores. ¡°Nos encant¨® el mensaje de un chico que le dec¨ªa a su madre: ¡®mam¨¢, nunca te digo lo mucho que te quiero, pero te lo digo una vez para que lo tengas siempre¡±. Tienen muchas pedidas de matrimonio, muchos te quieros, muchos mensajes en clave solo descifrables por sus receptores. Pero el que m¨¢s les impact¨® fue el latido del coraz¨®n de un feto. No sab¨ªan qu¨¦ era ese ruido r¨ªtmico que se escuchaba en la grabaci¨®n. Contactaron con la persona que lo hab¨ªa enviado y les explic¨® que era el sonido de una ecograf¨ªa.
Evoluci¨®n
El feedback de los clientes les ha sido ¨²til para mejorar su producto. Cuando empezaron, la principal pega era el tama?o de las figuras. ¡°Todo el mundo nos dec¨ªa que eran demasiado grandes para llevarlas colgadas. No era c¨®modo¡±, reconoce Jim¨¦nez. Tambi¨¦n les pidieron que fabricaran en otros materiales porque ¡°la madera es m¨¢s delicada y no se pod¨ªan ba?ar con los colgantes puestos¡±, aporta P¨¦rez. Redujeron las dimensiones de los abalorios y sacaron nuevos productos en acero y metacrilato. Con ello han conseguido, adem¨¢s, ampliar su target. Antes se dirig¨ªan a un p¨²blico m¨¢s joven. Pensaban que ¡°el producto original en madera solo iba a impactar en skaters o aficionados al surf¡±, cuenta el director creativo. Pero no fue as¨ª. Para su sorpresa, la idea interes¨® a mucha m¨¢s gente de la que esperaban. La experiencia de estos dos a?os les ha hecho ver que en este caso ¡°la edad es lo de menos¡±. ¡°Todos vivimos momentos importantes que querr¨ªamos guardar de alguna forma¡±, analiza Jim¨¦nez, quien se encarga de la contabilidad y la coordinaci¨®n del equipo.
Entre los objetivos para este a?o resaltan: ampliar su p¨²blico potencial y traspasar fronteras. A principios de este a?o sacaron un nuevo producto orientado a gente de m¨¢s edad, una escultura decorativa tallada en madera africana, siempre con la forma de la onda que genera el cliente al grabar el mensaje en la web de Tot-em y que se puede escuchar en la misma p¨¢gina con un c¨®digo personal. Est¨¢n desarrollando nuevas estrategias de comunicaci¨®n, como anuncios en el metro y en las paradas de autob¨²s, para llegar a esas personas que no est¨¢n acostumbradas a utilizar las redes sociales. En cuanto a la internacionalizaci¨®n ya han hecho avances. De momento, el 20% de sus ventas se env¨ªan a Inglaterra, Italia y Francia. Han aprendido que los mensajes no calan igual en todas las sociedades. En Francia, apunta P¨¦rez, no se muestran las emociones de la misma forma que aqu¨ª. ¡°Un anuncio como ¡®dile te quiero a esa persona¡¯ funciona mucho mejor en Espa?a que un je t¡¯aime all¨ª¡±.
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