Las contradicciones de Saracho en el Popular
Tres meses despu¨¦s de llegar a la presidencia, el banco est¨¢ desnortado bajo un hurac¨¢n de rumores sobre su futuro
El Banco Popular tiene previsto inaugurar para despu¨¦s del verano su nueva sede en Madrid, junto a la carretera de Barcelona. Es un flamante edificio de 123.000 metros cuadrados construidos, que cuenta con los mayores avances en eficiencia energ¨¦tica. En el mercado financiero algunos creen que ese enorme inmueble ejemplifica los errores estrat¨¦gicos del banco, que probablemente necesitaba el dinero destinado a esa construcci¨®n para otros asuntos m¨¢s apremiantes.
Si existe alguna lecci¨®n de la crisis financiera que pocos discuten es que cuando una entidad tiene problemas, debe actuar con rapidez. Adem¨¢s, es imprescindible enviar mensajes de confianza al mercado porque los clientes y los accionistas son, muchas veces, las mismas personas. Pero esta lecci¨®n no parece haberla aprendido su nuevo presidente, Emilio Saracho, un veterano banquero de inversi¨®n.
Lleg¨® hace tres meses al Popular, que ya arrastraba graves problemas de credibilidad sobre su solvencia y, hasta ahora, no ha enviado mensajes de confianza que eviten ataques a la entidad por estar expuesta a los mercados (y a los medios de comunicaci¨®n). El 3 de abril dimiti¨® por sorpresa el consejero delegado, cargo que no se ocup¨® hasta el 18 de ese mes. Ese 3 de abril, el banco anunci¨® una revisi¨®n de las cuentas que supon¨ªan elevar las p¨¦rdidas de 2016 en 126 millones y disminuir los fondos propios en 241 millones. El 10 de abril, en la junta de accionistas, Saracho explic¨® que buscaba una ampliaci¨®n de capital (operaci¨®n para la que es mejor tener una acci¨®n barata) o una fusi¨®n (para lo que es m¨¢s beneficioso que los t¨ªtulos est¨¢n caros).
En esas semanas, las tres agencias de calificaci¨®n, Moody`s, Fitch y S&P, han bajado la nota del banco, dej¨¢ndola en ¡°grado de especulaci¨®n con calidad pobre¡± y perspectiva negativa por sus d¨¦biles niveles de solvencia. Y el 20 de abril, el nuevo consejero delegado, Ignacio S¨¢nchez-Asia¨ªn, asumi¨® la p¨¦rdida de credibilidad del Popular por no ofrecer mensajes claros al mercado. Adem¨¢s, dijo que hasta dentro de unas semanas, no sabr¨ªan el capital exacto que necesitan porque est¨¢n calculando las provisiones necesarias para cubrir los da?os de los activos inmobiliarios, pese a que ya revisaron las cuentas. Mientras tanto, llegan amenazas de demandas judiciales y unos d¨ªas el Popular dice que sus negocios est¨¢n en venta y otros que la divisi¨®n de tarjetas se la guardan¡
Saracho sabe que existen actores ¨Cy competidores- en los mercados financieros que buscan su debilidad para hacer negocios o para comprar barato. Pero hay que admitir que se lo est¨¢ poniendo muy f¨¢cil. Es dif¨ªcil de comprender que, tres meses despu¨¦s de llegar al banco, el presidente no sepa cu¨¢l es el agujero exacto. Y m¨¢s complicado de interpretar es c¨®mo, sin tener este dato, ha hablado con los presidentes de los grandes bancos para ofrecer, veladamente o no, su entidad.
La negaci¨®n de los problemas en comunicados o las palabras de ayuda del Gobierno no sacar¨¢n al Popular de su hurac¨¢n destructivo que da?a a los clientes, accionistas y empleados, mientras el presidente evite sus contradicciones y transmita ideas claras, es decir, un rumbo en la tormenta, aunque suponga que nunca llegar¨¢n a estrenar el flamante edificio, que quiz¨¢ nunca debieron haber construido.
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