?Debe mentir el ministro Guindos?
El Popular llevaba un lustro de parches homeop¨¢ticos como los que critic¨® este Gobierno
Un banquero central o un ministro de Econom¨ªa deben mentir la v¨ªspera de una devaluaci¨®n de su moneda (si la tienen): para evitar la especulaci¨®n o el p¨¢nico financiero.
Pero ?deben hacerlo en momentos menos dram¨¢ticos? No es tan claro. El ministro de Econom¨ªa, Luis de Guindos, ha incurrido en graves inexactitudes al menos dos veces.
Una, al asegurar que el rescate bancario no costar¨ªa ni un euro a los contribuyentes: ¡°No pondr¨¢n ni un euro en la reestructuraci¨®n¡±, prometi¨® en 2012. Dos, el 10 de abril cuando asever¨®, ampar¨¢ndose en el Banco de Espa?a, que el Popular era ¡°un banco solvente que ha de tomar decisiones importantes¡±.
Culpar de los accidentes de tr¨¢fico a los polic¨ªas y no a los conductores es est¨²pido. La responsabilidad del colapso del Popular es de sus gestores. ?ngel Ron lleg¨® tarde y mal a la burbuja inmobiliaria y sane¨® poco y tarde sus malos activos y sus morosos, con dos ampliaciones de capital, de 2.500 millones (2012 y 2016). Los fieles quedaron atrapados.
El segundo grado de responsabilidad es de los vigilantes. Deber¨ªa examinarlo el Congreso, al que el Banco de Espa?a someter¨¢ enseguida su informe sobre la crisis desde 2008.
El Ministerio de Econom¨ªa y en menor medida el supervisor han distribuido un catecismo de respuestas sobre la crisis (y su gesti¨®n a cargo de los antecesores) que hoy se ve mediocre. Dicho de otro modo: muchas de las cr¨ªticas ¡ªalgunas certeras, otras menos¡ª, al pasado les son ahora aplicables a los del presente.
Dijeron que las insolvencias no eran de los bancos. ¡°Los problemas estaban centrados en las cajas¡± (Espa?a amenazada, Luis de Guindos, Pen¨ªnsula, Barcelona, 2016). El Popular no era una caja.
Dijeron que el grueso ven¨ªa de la segunda caja catalana, Catalunya Banc, ¡°la entidad con m¨¢s ayudas en t¨¦rminos relativos¡± (¨ªdem). Esta recibi¨® 12.000 millones de euros, para unos activos de 80.000 millones; Popular, de tama?o doble, ha necesitado 5.000 en dos ampliaciones, los 7.000 del samaritano Santander y otros m¨¢s aportados por acreedores varios (accionistas, due?os de cocos, bonistas)... seguramente hasta 20.000 millones, si no m¨¢s. Aunque de bolsillos privados y no p¨²blicos, merced al control y normas europeas.
Dijeron que los antecesores pusieron poco dinero, y muy despacio, para sajar la sangr¨ªa: ¡°Deber¨ªamos haber atajado el problema desde el principio y de un solo golpe¡± (¨ªdem). Pero el Popular luce carne viva desde la ¡ªescasa¡ª ampliaci¨®n de 2012: ?m¨¢s de un lustro! Lo que contrasta con la autoatribuci¨®n de agilidad: ¡°Si hubi¨¦ramos seguido mareando la perdiz, si no hubi¨¦ramos actuado con rapidez, Espa?a habr¨ªa sido rescatada¡± (¨ªdem).
El desenlace de ahora es grave para 300.000 familias, quiz¨¢ ricas aunque tambi¨¦n merecedoras de verdad oficial. Pero menos grave que el de la crisis de 2012-2014: porque existe la uni¨®n bancaria europea que desincentiva el uso de dinero del contribuyente para rescatar bancos (excepci¨®n: Italia); porque la econom¨ªa se recuper¨®; porque entidades espa?olas, como el Santander, pueden ya actuar como el primo de Zumosol. Todo era m¨¢s favorable. Pero marearon la perdiz.
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