Blindar la uni¨®n monetaria
Al margen de la pol¨ªtica, la eurozona debe encontrar una legitimaci¨®n de su capacidad de generar bienestar ciudadano
La eurozona ha estado a punto de ser golpeada. Diversas opciones pol¨ªticas, de forma destacada la encabezada por Marie Le Pen en Francia, incorporaban en sus propuestas el abandono del euro y la recuperaci¨®n de sus monedas nacionales. Esas propuestas respaldadas por un n¨²mero respetable de ciudadanos coincid¨ªan con la apertura del proceso de negociaci¨®n del Brexit que habr¨¢ de conducir al abandono por parte de la segunda econom¨ªa m¨¢s importante de Europa de las instituciones comunitarias. Junto a esas amenazas nacionales, algunas decisiones del presidente de EE UU no est¨¢n inspiradas por el respeto a la UE o por el correspondiente a las relaciones multilaterales que han presidido la escena econ¨®mica y financiera internacional en los ¨²ltimos a?os.
La victoria de Macron parece haber dado no solo un respiro, sino un impulso a la necesidad de adoptar decisiones tendentes a fortalecer la din¨¢mica de integraci¨®n regional, como mecanismo de respuesta a esas amenazas y a superar las limitaciones que la crisis y su gesti¨®n han puesto de manifiesto. Lo ha hecho admitiendo sin ambages la necesidad de reorientar la UE hacia una ¡°Europa que protege¡±, un concepto que incluye pol¨ªticas comunes en las ¨¢reas de defensa y seguridad, un presupuesto com¨²n para la eurozona, est¨¢ndares sociales en la UE y pol¨ªticas comerciales activas frente a los pa¨ªses no comunitarios, incluidas las ¨¢reas de competencia fiscal y condiciones medioambientales. As¨ª lo han recordado Agn¨¨s B¨¦nassy-Qu¨¦r¨¦ y Francesco Giavazzi en la introducci¨®n a un libro colectivo tan valioso como oportuno (Europe¡¯s Political Spring: Fixing the Eurozone and Beyond), de aparici¨®n casi simult¨¢nea al informe de la Comisi¨®n Europea Reflection Paper on the Deepening of the Economic and Monetary Union.
La pretensi¨®n de ambos trabajos es la misma: conseguir asegurar el futuro de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), la consecuci¨®n m¨¢s importante de estos 60 a?os de vida de la UE. Con independencia de las amenazas pol¨ªticas se?aladas, la existencia de la eurozona ha de encontrar su verdadera legitimaci¨®n en la capacidad para generar ganancias de bienestar para los ciudadanos y para asegurarse mecanismos de respuesta a las crisis m¨¢s eficaces que los revelados durante la desencadenada en el verano de 2007. Hasta ahora, de esa crisis no se hab¨ªan deducido lecciones suficientes, en t¨¦rminos de la necesidad de un crecimiento m¨¢s inclusivo o de la disposici¨®n de mecanismos de respuesta ante futuros choques, que permitieran convertirla en un verdadero revulsivo. De esas dos necesidades tratan de hacer virtud las propuestas contenidas en ambos trabajos. M¨¢s ambiciosas en el documento del CEPR porque tambi¨¦n el diagn¨®stico se hace con menos contemplaciones: el cap¨ªtulo de Paul de Grauwe es significativo a este respecto.
El documento difundido por la Comisi¨®n el pasado 31 de mayo es el tercero de los anunciados en el gen¨¦rico sobre ¡°el futuro de Europa¡± del pasado marzo, con el fin de identificar los retos y oportunidades de la UE en la pr¨®xima d¨¦cada. Su contenido ha sido discutido el pasado 12 de junio por el grupo de trabajo sobre el futuro de la UEM, convocado por la representaci¨®n en Espa?a de la Comisi¨®n Europea y constituido por una veintena larga de analistas espa?oles. Aunque este documento sea m¨¢s moderado y homog¨¦neo en sus aspiraciones, ambos coinciden en la identificaci¨®n de las limitaciones de la UEM. La Comisi¨®n destaca, en primer lugar, las insuficiencias para ser capaz de revertir las divergencias econ¨®micas y sociales entre los miembros de la eurozona y en el seno de las econom¨ªas individuales que emergieron durante la crisis. En segundo lugar, la debilidad es manifiesta para hacer frente a esas fuerzas centr¨ªfugas que incorporan un elevado precio pol¨ªtico de la mano del descenso del apoyo de los ciudadanos a la moneda ¨²nica. Finalmente, la UEM deber¨¢ aumentar su capacidad de resistencia ante futuras crisis financieras.
- Para satisfacer esas exigencias es necesario adoptar cuando menos decisiones en tres bloques, aunque su distribuci¨®n temporal sea muy desigual: Completar una verdadera uni¨®n financiera. La disposici¨®n de un sistema financiero adecuado, que funcione y suficientemente integrado es una de las condiciones necesarias para la estabilidad de la UEM. Completar la Uni¨®n Bancaria es la primera de las providencias, ultimando la disposici¨®n de un sistema de seguros de dep¨®sito, as¨ª como un respaldo fiscal com¨²n para el Fondo ?nico de Resoluci¨®n de crisis financieras. La creaci¨®n de mecanismos que faciliten la reducci¨®n de riesgos, la de la calidad de los activos da?ados en los bancos, como podr¨ªa ser la creaci¨®n de un mercado secundario de cr¨¦ditos morosos, es una de las iniciativas. Junto a ello, la diversificaci¨®n institucional del sistema financiero, la reducci¨®n de su excesiva bancarizaci¨®n y una mayor propensi¨®n innovadora es algo en lo que coinciden la mayor¨ªa de los analistas.
- Conseguir una verdadera integraci¨®n fiscal. La simplificaci¨®n de las reglas fiscales es necesaria, priorizando criterios que dependan m¨¢s estrechamente de la capacidad de control de los Gobiernos y que sean un mejor reflejo de sus intenciones. Junto a ello, y sin menoscabo de la necesidad de estructuras econ¨®micas y sociales m¨¢s resistentes, y de los mecanismos de coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas, deber¨ªa disponerse de mecanismos comunes de estabilizaci¨®n macroecon¨®mica dentro de la eurozona. A este respecto, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), creado en 2012, deber¨ªa jugar un papel m¨¢s activo, frente a interrupciones inesperadas en los flujos de capitales, superando las limitaciones que se?alan Agn¨¨s B¨¦nassy-Qu¨¦r¨¦ y Francesco Giavazzi: las reticencias de los pa¨ªses miembros a solicitar asistencia de emergencia, dada la percepci¨®n de p¨¦rdida de soberan¨ªa y la condicionalidad asociadas a esta; la falta de voluntad de algunos miembros de seguir apoyando a pa¨ªses con problemas de sostenibilidad de su deuda y, no menos importante, la insuficiencia de recursos del MEDE para desempe?ar ese papel de estabilizaci¨®n. Convendr¨ªa que ese mecanismo no solo actuara con asistencia de emergencia, sino tambi¨¦n en la estabilizaci¨®n de la demanda agregada de la eurozona.
- ?Fortalecer la estructura institucional del ¨¢rea monetaria y su adecuado control y rendici¨®n de cuentas. La puesta en com¨²n de mayores responsabilidades y decisiones exige una estructura legal e instituciones comunes: una mayor integraci¨®n pol¨ªtica entre los miembros del ¨¢rea monetaria. No solo un presidente del Eurogrupo con car¨¢cter permanente o una representaci¨®n unificada frente a instancias internacionales. Tambi¨¦n ser¨ªa conveniente un Tesoro, en el que se encuadrar¨ªa el actual MEDE, y unos presupuestos comunes para la eurozona. Y un Fondo Monetario Europeo, como propone igualmente el documento de la Comisi¨®n, objeto de cuestionamiento por Eichengreen y Wyplosz en el documento del CPER.
Se trata de iniciativas valiosas, susceptibles de no echar en saco roto amparando la tradicional impotencia frente a pa¨ªses m¨¢s reticentes a esos avances en la unificaci¨®n pol¨ªtica que la mayor¨ªa de ellas precisan. Tampoco de confiarlas a una excesiva secuenciaci¨®n, emplazando ese necesario reforzamiento de la UEM a 2025. De lo contrario, estar¨ªa en lo cierto De Grauwe al advertir que la eurozona puede no llegar a cumplir sus dos objetivos b¨¢sicos, hoy insatisfechos: convertirse en una fuente de crecimiento econ¨®mico y, en ¨²ltima instancia, garantizar su supervivencia a largo plazo. Con todo, es verdad, como advierte Patrick Honohan, que de los riesgos a los que se enfrenta el proyecto europeo actualmente son mayores los pol¨ªticos que los econ¨®micos.
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