El sabotaje contra la sanidad asequible
La pataleta de Trump por su fracaso puede dejar a millones de estadounidenses sin seguro m¨¦dico
?Est¨¢ muerto por fin el proyecto de reforma sanitaria de Trump? Ni siquiera ahora es f¨¢cil estar seguros, en especial por el largo historial de concesiones de los republicanos moderados ante los extremistas en momento cruciales. Pero s¨ª parece que el ataque frontal a la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible ha fracasado.
Y seamos claros: la raz¨®n de que este ataque haya fracasado no es que Donald Trump hiciese un mal trabajo de promoci¨®n, ni que Mitch McConnell manejase mal la estrategia legislativa. El Obamacare ha sobrevivido porque ha funcionado, porque ha supuesto una dr¨¢stica reducci¨®n del n¨²mero de estadounidenses sin seguro sanitario, y los votantes no quer¨ªan ni quieren perder esos avances.
Por desgracia, algunos de los avances se perder¨¢n de todos modos: el n¨²mero de estadounidenses sin seguro probablemente aumentar¨¢ en los pr¨®ximos a?os. De modo que es importante decir claramente, de antemano, por qu¨¦ esto est¨¢ a punto de pasar. No ser¨¢ por el fracaso de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible; se deber¨¢ al sabotaje del Gobierno de Trump.
Situ¨¦monos un poco: hasta los defensores de la ley han reconocido siempre que se parece un poco a una m¨¢quina del profesor Franz de Copenhague. La manera m¨¢s sencilla de garantizar que las personas accedan a la asistencia sanitaria b¨¢sica es que el Estado pague directamente la factura, como hace el Medicare con los ancianos estadounidenses. Pero en 2010, cuando se promulg¨® la ley, un Medicare para todos era pol¨ªticamente inalcanzable.
Lo que obtuvimos a cambio fue un sistema con varias piezas m¨®viles. No es tan complejo como parece: una vez que entendemos el concepto b¨¢sico de ¡°las tres patas¡± ¡ªque son las reglamentaciones, las instrucciones y las subvenciones¡ª lo entendemos pr¨¢cticamente todo. Pero tiene m¨¢s puntos d¨¦biles que, pongamos por caso, la asistencia sanitaria a los m¨¢s mayores (Medicare) o la Seguridad Social.
En particular, los ciudadanos no est¨¢n cubiertos de manera autom¨¢tica, de modo que importa mucho si los funcionarios que manejan el sistema procuran que este funcione, y se esfuerzan por llegar a los beneficiarios en potencia para asegurarse de que saben lo que est¨¢ a su disposici¨®n, y recordarles a los estadounidenses actualmente sanos que siguen estando obligados por ley a solicitar la cobertura.
Podemos entender esta dependencia de las buenas intenciones observando c¨®mo ha funcionado la reforma sanitaria a escala estatal. Los estados que han adoptado la ley sin reservas, como California y Kentucky, han avanzado mucho en la reducci¨®n del n¨²mero de personas no aseguradas; aquellos que se han hecho los remolones, como Tennessee, se han beneficiado mucho menos. O piensen en el problema de los condados atendidos por una ¨²nica aseguradora; como se?alaba un estudio reciente, este problema se limita casi por completo a estados con gobernadores republicanos.
Pero ahora el propio Gobierno federal est¨¢ dirigido por personas que no han podido revocar la ley sanitaria de Obama, pero quienes claramente siguen queriendo que fracase, aunque solo sea para justificar las afirmaciones repetidas y falsas, en especial las del mism¨ªsimo tuitero en jefe, de que estaba fracasando. O, dicho de manera un poco diferente, cuando Trump amenaza con ¡°dejar que el Obamacare se hunda¡±, con lo que realmente amenaza es con hundirlo.
El pasado mi¨¦rcoles, The New York Times informaba de tres modos en los que el gobierno de Trump est¨¢ saboteando (la expresi¨®n es m¨ªa, no del Times) en la pr¨¢ctica la ley. En primer lugar, el Gobierno est¨¢ siendo menos exigente con el requisito de que las personas sanas compren la cobertura. En segundo lugar, est¨¢ permitiendo que los estados impongan normas gravosas como la exigencia de trabajar para los solicitantes de Medicaid [atenci¨®n sanitaria para personas sin recursos]. En tercer lugar, ha abandonado la publicidad y la promoci¨®n directa dise?adas para explicar a los interesados sus opciones de cobertura.
En realidad, ha hecho m¨¢s que abandonarlo. Como informaba The Daily Beast, el Departamento de Sanidad y Servicios Humanos ha desviado fondos destinados por ley a ¡°informaci¨®n para los consumidores y divulgaci¨®n¡± y los ha empleado para financiar en las redes sociales una campa?a de propaganda contra la ley que este Departamento deber¨ªa, en teor¨ªa, estar administrando (una maniobra, por cierto, de dudosa legalidad). Por otra parte, la p¨¢gina web del departamento, que sol¨ªa ofrecer enlaces ¨²tiles a las personas interesadas en un seguro, ahora env¨ªa a los usuarios a p¨¢ginas de quejas contra la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible.
Y puede que est¨¦n al caer cosas peores: las aseguradoras, a las que la ley exige limitar los gastos que salen del bolsillo de los clientes de bajos ingresos, ya empiezan a aumentar fuertemente las primas, porque les preocupa la posible interrupci¨®n de las cruciales subvenciones federales para ¡°reducci¨®n del copago¡± que les ayudan a cumplir con ese requisito.
Lo verdaderamente asombroso de estos intentos de sabotaje es que no obedecen a ning¨²n prop¨®sito evidente. No van a ahorrar dinero: de hecho, el suspender esas subvenciones, en particular, seguramente va a costar m¨¢s dinero a los contribuyentes que el mantenerlas. Y es improbable que consigan que revivan las perspectivas pol¨ªticas de la reforma sanitaria de Trump.
De modo que no es una cuesti¨®n de principios, y ni siquiera de pol¨ªtica en el sentido normal. Se trata b¨¢sicamente de rencor: puede que Trump y sus aliados hayan sufrido una humillante derrota pol¨ªtica, pero al menos pueden hacer que millones de personas m¨¢s sufran tambi¨¦n.
?Se puede hacer algo para proteger a los estadounidenses de esta pataleta? Pienso que, en algunos casos, los gobiernos de los diferentes estados pueden amparar a sus ciudadanos frente a la actuaci¨®n ilegal del Departamento de Sanidad. Pero lo m¨¢s importante, sin duda, es echarle la culpa a quien la tiene. No, se?or Trump, lo que falla no es el Obamacare; es usted.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2017.
Traducci¨®n de News Clips.
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