Reino Unido, ¡®en marche¡¯
El Brexit ha creado espacio pol¨ªtico en el pa¨ªs para un nuevo partido centrista y europe¨ªsta
Vivimos una era de turbulencia pol¨ªtica. Partidos con apenas un a?o de existencia ahora gobiernan Francia y la vasta regi¨®n metropolitana de Tokio. Un partido de menos de cinco a?os lidera las encuestas de opini¨®n en Italia. En la Casa Blanca se instal¨® un ne¨®fito de la pol¨ªtica, para profundo malestar de los aparatos republicano y dem¨®crata. ?D¨®nde ser¨¢ pues el pr¨®ximo terremoto pol¨ªtico? La respuesta tal vez sea (en realidad, deber¨ªa ser) Reino Unido.
En un momento en que el pa¨ªs enfrenta la conmoci¨®n del Brexit, nadie habla de recrear (y mucho menos reemplazar) los partidos pol¨ªticos establecidos. Muchos se niegan capaces siquiera de pensar algo as¨ª. En un art¨ªculo reciente, el ex primer ministro Tony Blair (un innovador centrista proeuropeo que en los noventa gan¨® tres elecciones generales para su partido, el laborista) tuvo el cuidado de recalcar: "No propongo la creaci¨®n de un partido nuevo".
Pero Blair, o alguien como ¨¦l, deber¨ªan hacer precisamente eso. Despu¨¦s de todo, aunque es verdad que el sistema pol¨ªtico brit¨¢nico opone barreras formidables a la creaci¨®n de partidos nuevos, este es el mejor momento para hacerlo en los ¨²ltimos cuarenta a?os. En un sistema pol¨ªtico que todav¨ªa siente los remezones de dos grandes terremotos (el referendo de junio de 2016 por el Brexit y, un a?o despu¨¦s, el humillante resultado electoral del Partido Conservador que fue su promotor), hay una oportunidad clara para gente nueva.
Los conservadores ya est¨¢n trabados en una batalla interna inocultable. Y en el Partido Laborista tambi¨¦n estallan rebeliones. Este es el momento de crear un nuevo partido, a la manera de "La R¨¦publique En Marche" del presidente franc¨¦s Emmanuel Macron, para aprovechar la divisi¨®n, el desconcierto y la desconfianza en los partidos establecidos. Este es el momento para que alg¨²n fotog¨¦nico joven brit¨¢nico, hombre o mujer, siga los pasos de Macron (quien s¨®lo tiene 39 a?os) y haga historia sustituyendo a la vieja guardia.
Es verdad que como se?al¨® Blair, el sistema electoral brit¨¢nico, que es uninominal, da mucha ventaja a los partidos pol¨ªticos establecidos. Un partido nuevo puede gastar mucho dinero y energ¨ªa, y hasta obtener una cuota importante de los votos en su primera elecci¨®n general, para encontrarse luego con que sus votantes quedaron demasiado repartidos por todo el pa¨ªs y no consigui¨® m¨¢s que un pu?ado de esca?os en el parlamento.
Sucedi¨® la ¨²ltima vez que un nuevo partido de centro entr¨® a la contienda. A principios de los ochenta, cuatro desertores del laborismo, alarmados por el giro izquierdista y la postura antieurope¨ªsta de su partido, crearon el Partido Social Dem¨®crata (SDP). Aprovechando el rechazo popular a las pol¨ªticas econ¨®micas iniciales de la primera ministra Margaret Thatcher, el SDP (en alianza con el peque?o pero hist¨®rico Partido Liberal) obtuvo el 25% del voto nacional en la elecci¨®n general de 1983. Pero s¨®lo consiguieron 23 esca?os, y de ah¨ª en adelante fue de mal en peor.
Ese recuerdo desalienta cualquier innovaci¨®n pol¨ªtica hoy. Los laboristas que desconf¨ªan profundamente de la orientaci¨®n izquierdista de su popular l¨ªder Jeremy Corbyn en econom¨ªa y pol¨ªtica exterior todav¨ªa creen que la estrategia m¨¢s sensata es ser pacientes y esperar la primera oportunidad de recuperar el partido. Otro tanto piensan los conservadores que creen que el Brexit conduce al pa¨ªs al desastre.
Pero la historia del SDP puede y debe leerse de otra manera. Hubo un momento en 1982 en que el partido lleg¨® a obtener m¨¢s del 50% de apoyo de los votantes en las encuestas de opini¨®n. Muchas importantes figuras del Partido Conservador dec¨ªan en privado que en su opini¨®n, el SDP ganar¨ªa la siguiente elecci¨®n por amplio margen.
Entonces se produjo la Guerra de las Malvinas, que supuso una gran victoria para Thatcher. Fueron entonces los conservadores los que terminaron ganando la elecci¨®n de 1983 por amplio margen, resultado que inici¨® el dif¨ªcil y todav¨ªa impopular regreso del laborismo hacia el centro del espectro pol¨ªtico.
Hoy no parece que ni los laboristas ni los conservadores tengan posibilidades de obtener victorias contundentes. Adem¨¢s, la ¨²ltima elecci¨®n (en la que los conservadores perdieron una ventaja de 20 puntos casi de un d¨ªa para el otro, cuando muchos votantes, especialmente j¨®venes, se pasaron al laborismo) hace pensar que el electorado brit¨¢nico no tiene due?o.
La ¨²ltima elecci¨®n tambi¨¦n dej¨® otra ense?anza importante: que hoy Europa y el Brexit no son la principal preocupaci¨®n de los votantes brit¨¢nicos. El laborismo de Corbyn hizo campa?a con la misma pol¨ªtica para el Brexit que el conservadurismo de May. Pero ten¨ªan posturas muy diferentes en temas como empleo, salud, educaci¨®n y Estado de bienestar.
De modo que para derrotar a los partidos del establishment, un nuevo movimiento pol¨ªtico deber¨ªa abogar ante todo por la recuperaci¨®n de los servicios p¨²blicos, la revitalizaci¨®n de la econom¨ªa y la recreaci¨®n de la confianza, y promover una relaci¨®n s¨®lida con la UE como medio para alcanzar esos fines, no como fin en s¨ª mismo.
En los pr¨®ximos meses, puede que se presente una oportunidad para crear un movimiento de esa naturaleza. Depender¨¢, en primer lugar, de cu¨¢nto desgasten al Partido Conservador las divisiones por el Brexit y ambiciones de sus l¨ªderes, y en segundo lugar, de si se extiende la reciente rebeli¨®n de m¨¢s de cincuenta importantes figuras laboristas contra la postura de Corbyn en torno al Brexit.
Quienes piensen en una oportunidad as¨ª deber¨ªan recordar las Malvinas y preguntarse que hubiera podido ser del PSD si Argentina no hubiera invadido las islas. Y tener presente el lema de las fuerzas especiales brit¨¢nicas: "Quien se atreve, gana".
Bill Emmott, ex redactor jefe de The Economist, es presidente de la Wake Up Foundation.
? Project Syndicate, 2017.
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