La batalla por el centro pol¨ªtico brit¨¢nico
La brillantez con que ha aparecido la estrella socialdem¨®crata en el espacio pol¨ªtico brit¨¢nico (encuesta tras encuesta incrementan los porcentajes de popularidad del nuevo partido, siendo hoy seguro ganador de unas elecciones en alianza con los liberales) ha puesto en entredicho la aparente indiferencia anterior de los dos grande partidos y ha provocado las primeras reacciones de lo que se prev¨¦ dura batalla por la ocupaci¨®n del centro pol¨ªtico.Aun admitiendo que los resultados de las encuestas s¨®lo expresan preferencias, dos conclusiones pueden extraerse con relativa seguridad. Primero, insatisfacci¨®n generalizada con las propuestas de soluci¨®n a la crisis econ¨®mica e indirectamente, con el propio sistema pol¨ªtico bipartidista, lo que podr¨ªa indicar un cierto potencial de votantes ?naturales? para el nuevo partido, adem¨¢s de recept¨¢culo de votantes descontentos. Segundo, los socialdem¨®cratas han demostrado conocer el papel de la televisi¨®n y de las relaciones p¨²blicas en la pol¨ªtica actual, obteniendo de esta forma el m¨¢ximo beneficio pol¨ªtico del propio hecho de su novedad.
Se puede suponer tambi¨¦n que los socialdem¨®cratas prolonguen y acrecienten el momento as¨ª adquirido en Ios pr¨®ximos meses, bas¨¢ndose en una comprensible y leg¨ªtima raz¨®n (elecci¨®n de programa y l¨ªder por el sistema de un hombre, un voto) para aplazar la definici¨®n detallada de su programa, lo que les permitir¨ªa continuar capitalizando sin mayores problemas la probable ausencia de noticias econ¨®micas favorables al Gobierno en ese tiempo y la falta de eficacia de la oposici¨®n parlamentaria laborista.
Admitido lo anterior, la especulaci¨®n sobre las posibilidades reales del nuevo partido debe girar, sin embargo, en torno a otros factores, en gran parte ajenos a su control y en buena medida determinantes de su concreta ubicaci¨®n en el espacio pol¨ªtico.
Alianza con los liberales
El primer factor a considerar es la posible alianza con los liberales. Tradicionalmente, ¨¦stos han sido considerados como los obvios candidatos para la formaci¨®n de un partido de centro, pero la falta de credibilidad de su programa y el no disponer de figuras con experiencia y de alcance nacional ha impedido siempre sus pretensiones en ese sentido. Su alianza con los socialdem¨®cratas puede paliar ambos y concederles una mejor oportunidad, pero deber¨¢n de valorarlo y sopesarlo, con el peligro que la misma representa para su propia existencia.
La uni¨®n electoral ser¨¢ propiciada con mayor fuerza por la propia naturaleza del sistema electoral brit¨¢nico. La divisi¨®n en distritos electorales y el sistema mayoritario podr¨ªa infligir un terrible castigo en t¨¦rminos de esca?os en caso de presentarse por separado, hasta el punto de que el n¨²mero de ¨¦stos podr¨ªa ser sustancialmente inferior al que disponen ahora juntos. Incluso en alianza, la condici¨®n de ambos de no representar intereses de clase concretos puede suponer un peligroso segundo puesto en muchos distritos electorales, y de nuevo, por la t¨¦cnica mayoritaria, una representaci¨®n parlamentaria muy inferior al de votos populares obtenidos.
De mayor influencia en las perspectivas y programa socialdem¨®crata ser¨¢ la segura intensificaci¨®n de la competencia por el espacio pol¨ªtico abierto en el centro hasta ahora, conforme se aproxima el per¨ªodo electoral. En el momento presente, el desplazamiento hacia el centro parece m¨¢s seguro y de mayor intensidad en el caso de los conservadores, en los que la p¨¦rdida de fe intelectual en el monetarismo y en su capacidad de movilizaci¨®n ideol¨®gica en unas pr¨®ximas elecciones es cada vez m¨¢s evidente, tanto como la constataci¨®n de que el objetivo de un sistema econ¨®mico m¨¢s eficaz bajo supuestos monetaristas estrictos implica, al menos en el Reino Unido, niveles de des industrializaci¨®n y desempleo pol¨ªticamente inaceptables.
Las operaciones de rescate financiero en determinados sectores industriales (miner¨ªa, construcci¨®n naval, siderurgia, British Leyland) y la sistem¨¢tica revisi¨®n al alza de los objetivos monetarios son buena prueba del camino recorrido en ese sentido y que el car¨¢cter deflacionista del ¨²ltimo presupuesto puede acelerar en el curso de este a?o. Las presiones pol¨ªticas en favor del cambio de estrategia abundan por doquier (CBI -la CEOE brit¨¢nica-, Prensa conservadora, propio Gabinete y grupo parlamentario, por no mencionar la procedente de las trade unions -sindicatos-, laborismo y otros grupos), todas ellas reflejando la preferencia por un monetarismo m¨¢s aguado y mayor intervencionismo industrial, del que incluso no habr¨¢ que descontar la formulaci¨®n de una pol¨ªtica de rentas m¨¢s o menos encubierta. La probable formulaci¨®n de un programa electoral de este tipo, combinado con una econom¨ªa en recuperaci¨®n, hace m¨¢s dif¨ªcil pensar en el ¨¦xito, socialdem¨®crata y, ciertamente, tender¨¢ a empujar a los mismos hacia el centro radical.
Desplazamiento de los laboristas
L¨®gicamente, ambos factores deber¨ªan propiciar un paralelo desplazamiento de los laboristas en sentido contrario, tratando adem¨¢s de cubrir el espacio natural de las posiciones radicales de los social dem¨®cratas; pero en este caso la previsi¨®n es m¨¢s dif¨ªcil en tanto no se resuelva definitivamente la lucha por el control del partido. Mayores nacionalizaciones, control de importaciones, desarme unilateral, retirada del Mercado Com¨²n son algunos de los temas presentes en el actual programa laborista, y al margen de su bondad o no, todos parecen demasiado conflictivos como para capturar el voto situado en el centro izquierda, sin el que los laboristas no tendr¨ªan probabilidades de formar Gobierno por si solos. Todo apunta, pues, hacia una posici¨®n de los socialdem¨®cratas en el centro izquierda y, consecuentemente, de mayor competitividad con los laboristas. La posici¨®n final que adopten aqu¨¦llos est¨¢ a¨²n por definir, pero en algunas de las cuestiones esenciales, como la OTAN, desarme unilateral, Mercado Com¨²n y representaci¨®n proporcional, declaraciones de miembros socialdem¨®cratas indicar¨ªan posturas netamente distintas de los laboristas y, en principio, m¨¢s en l¨ªnea con el presente estado de opini¨®n. En otros temas, la disparidad de opiniones entre liberales y socialdem¨®cratas, por un lado, y entre igualitarios, como Shirley Williams y David Owen, y netamente derechistas, como Roy Jenkins, dentro de los socialdem¨®cratas, por otro, es muy amplia y oscurece por el momento su capacidad de presentar un programalcon credibilidad para resolver la crisis econ¨®mica.
Sintom¨¢ticamente, de las formulaciones de James Meade, premio Nobel de Econom¨ªa y posible consejero econ¨®mico de los socialdem¨®cratas, parece deducirse una preferencia por una pol¨ªtica de rentas mezcla de dirigismo y consenso.
La conclusi¨®n final ser¨ªa, pues, que el apoyo de que dispone una hipot¨¦tica alianza liberal y socialdem¨®crata es potencialmente amplio, pero todav¨ªa muy d¨¦bil, y las probabilidades de ganar unas elecciones pr¨®ximas, peque?as.
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