Desigualdad y recortes de impuestos
Si bien los plut¨®cratas de derecha de Estados Unidos pueden estar en desacuerdo sobre c¨®mo clasificar los principales problemas del pa¨ªs ¡ªpor ejemplo, la desigualdad, el crecimiento lento, la baja productividad, la adicci¨®n a los opioides, las escuelas pobres y el deterioro de las infraestructuras¡ª la soluci¨®n que ofrecen siempre es la misma: bajar los impuestos y desregular, para ¡°incentivar¡± a los inversores y ¡°liberar¡± la econom¨ªa. El presidente Donald Trump conf¨ªa en este paquete para hacer que EEUU sea grande otra vez.
Eso no ocurrir¨¢, porque ese paquete nunca logr¨® los antedichos cometidos. Cuando el presidente Ronald Reagan intent¨® aplicarlo en los a?os ochenta asegur¨® que los ingresos fiscales aumentar¨ªan. En cambio, el crecimiento se desaceler¨®, los ingresos tributarios disminuyeron y los trabajadores sufrieron. Los grandes ganadores en t¨¦rminos relativos fueron las corporaciones y los ricos, quienes se beneficiaron de tasas de impuestos dr¨¢sticamente reducidas.
A Trump a¨²n le queda pendiente la tarea de promover una propuesta espec¨ªfica de impuestos. Pero, a diferencia de lo que ocurre con lo que su gobierno hace respecto a la legislaci¨®n de salud, la falta de transparencia en el caso de los impuestos no le ser¨¢ de ayuda. Si bien gran parte de los 32 millones de personas que perder¨¢n su seguro de salud bajo la actual propuesta todav¨ªa no saben lo que se les viene encima, eso funcionar¨¢ en el caso de las empresas que se ver¨¢n perjudicadas por la reforma tributaria de Trump.
En este punto se encuentra el dilema de Trump. Su reforma tributaria debe ser neutral respecto a los ingresos. Ese es un imperativo pol¨ªtico: ser¨ªa muy inconsciente hacer que las corporaciones se sienten c¨®modamente sobre colchones de millones de d¨®lares en efectivo mientras los estadounidenses promedio sufren. Y o ser¨ªa a¨²n m¨¢s si disminuyen los impuestos para el sector financiero, que es el que condujo a la crisis del a?o 2008 y nunca pag¨® por el da?o econ¨®mico que caus¨®. Adem¨¢s, los procedimientos del Senado dictan que para aprobar la reforma fiscal por mayor¨ªa simple necesitar¨¢ abortar las pr¨¢cticas dilatorias a las que casi con certeza recurrir¨¢ la oposici¨®n dem¨®crata. Consecuentemente, es necesario que la reforma tenga un efecto neutro sobre el presupuesto durante diez a?os.
Un pol¨ªtico astuto y conocedor de la econom¨ªa podr¨ªa impulsar reformas que tuvieran sentido, pero Trump no es ese l¨ªder
Este requisito significa que los ingresos fiscales medios de las empresas deben seguir siendo los mismos, lo que implica que habr¨¢ ganadores y perdedores: algunos pagar¨¢n menos que ahora y otros pagar¨¢n m¨¢s. Uno podr¨ªa escaparse de este esquema en el caso del impuesto sobre la renta personal, porque incluso si los perdedores se dan cuenta de ello, dichos perdedores no est¨¢n lo suficientemente organizados. Por el contrario, incluso las peque?as empresas en Estados Unidos presionan en el Congreso.
La mayor¨ªa de los economistas estar¨ªa de acuerdo en que la actual estructura tributaria de Estados Unidos es ineficiente e injusta. Algunas empresas pagan una tasa mucho m¨¢s alta que otras. Quiz¨¢s las innovadoras que crean empleos deber¨ªan ser recompensadas, en parte, mediante un recorte de impuestos. Sin embargo, el ¨²nico argumento para obtener exenciones fiscales parece ser la efectividad de la presi¨®n que las empresas realizan. Uno de los problemas m¨¢s importantes se refiere a la tributaci¨®n de los ingresos obtenidos en el extranjero por las empresas estadounidenses. Los dem¨®cratas creen que, debido a que las corporaciones, dondequiera que operen, se benefician de la protecci¨®n de Estados Unidos para no ser maltratadas (a menudo bajo las garant¨ªas de un tratado), deben pagar por estas y otras ventajas. Pero no existe un sentido de equidad y reciprocidad y mucho menos de lealtad nacional en muchas corporaciones estadounidenses, las mismas que responden amenazando con trasladar sus sedes al extranjero.
Los republicanos, en parte por lo delicada que es esta amenaza, abogan por un sistema fiscal territorial, como el que se utiliza en la mayor¨ªa de los pa¨ªses: los impuestos deben imponerse a la actividad econ¨®mica s¨®lo en el pa¨ªs donde se produce. La preocupaci¨®n es que, despu¨¦s de imponer una tasa ¨²nica sobre las ganancias no gravadas que las empresas estadounidenses mantienen en el extranjero, la introducci¨®n de un sistema territorial podr¨ªa generar una p¨¦rdida fiscal. Para compensar esto, Paul Ryan, el presidente de la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos, propuso agregar un impuesto sobre las importaciones netas (importaciones menos exportaciones). Debido a que las importaciones netas conducen a la destrucci¨®n de puestos de trabajo, se las debe disuadir. Eso generar¨ªa enormes ingresos.
Pero ah¨ª est¨¢ el problema: el dinero debe venir del bolsillo de alguien. Los precios de importaci¨®n subir¨¢n y los consumidores de ropa barata de China estar¨¢n en peor situaci¨®n. Para el equipo de Trump, esto es un da?o colateral, el precio inevitable que se debe pagar para dar a los plut¨®cratas estadounidenses m¨¢s dinero. Sin embargo, minoristas como la cadena Walmart, no s¨®lo sus clientes, tambi¨¦n forman parte del da?o colateral. Walmart lo sabe y no dejar¨¢ que eso pase.
Otras reformas tributarias corporativas podr¨ªan tener sentido, pero tambi¨¦n generan ganadores y perdedores. Y, mientras los perdedores sean numerosos y est¨¦n lo suficientemente organizados, es probable que tengan el poder de detener la reforma.
La rebaja fiscal a las empresas ricas no resolver¨¢ ning¨²n problema y tendr¨¢ efectos colaterales para muchas otras
Un presidente pol¨ªticamente astuto que entendiera profundamente la econom¨ªa podr¨ªa posiblemente empujar a que el Congreso apruebe un paquete de reformas que tuviera sentido. Trump no es ese l¨ªder. Si se llega a aprobar, ser¨¢ una mezcolanza negociada a puerta cerrada. Lo m¨¢s probable es un recorte simb¨®lico de los tipos: los perdedores ser¨¢n las generaciones futuras, por el cabildeo de los magnates avaros de hoy en d¨ªa.
Lo inmundo es que todo esto se recubrir¨¢ con la vetusta afirmaci¨®n sobre que las tasas de impuestos m¨¢s bajas estimular¨¢n el crecimiento. Simplemente no hay base te¨®rica o emp¨ªrica que respalde esto, especialmente en pa¨ªses como Estados Unidos, donde la mayor¨ªa de las inversiones se financian con deuda y los intereses son deducibles de los impuestos. El retorno marginal y el coste marginal se reducen proporcionalmente, dejando pr¨¢cticamente la inversi¨®n sin alteraciones. De hecho, teniendo en cuenta la depreciaci¨®n acelerada y los efectos sobre la distribuci¨®n del riesgo, la reducci¨®n de la tasa impositiva probablemente reduzca la inversi¨®n.
Los pa¨ªses peque?os son la ¨²nica excepci¨®n, porque pueden adoptar pol¨ªticas para atraer a quienes trabajan en pa¨ªses vecinos. Pero el crecimiento global permanece pr¨¢cticamente inalterado, ya que uno gana a costa de que otro pierde.
En un pa¨ªs con tantos problemas ¡ªen especial la desigualdad¡ª los recortes de impuestos para las corporaciones ricas no resolver¨¢n ninguno. Esta es una lecci¨®n para todos los pa¨ªses que contemplan las exenciones fiscales para las corporaciones, incluso para aquellos pa¨ªses que no tienen la mala suerte de estar liderados por un plut¨®crata inexperto y cobarde.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de econom¨ªa, es profesor universitario de la Universidad de Columbia y economista en jefe de la Instituci¨®n Roosevelt.
Traducci¨®n del ingl¨¦s por Roc¨ªo L. Barrientos. ? Project Syndicate, 2017.
www.project-syndicate.org
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