Chile: impuestos y educaci¨®n
Si Sebasti¨¢n Pi?era gana, har¨ªa mal en repudiar las l¨ªneas pol¨ªticas b¨¢sicas de su predecesora
La econom¨ªa chilena atraviesa por una fase de ralentizaci¨®n desde 2015 cuya causa principal es el descenso del precio del cobre en los mercados mundiales. Para Chile, el cobre es una especie de monocultivo; otros pa¨ªses dependen del petr¨®leo, pero, claro, el cobre no est¨¢ defendido en los mercados por un c¨¢rtel poderoso. Cuando el precio del cobre cae, no existen herramientas eficaces para subirlo de nuevo; hay que esperar pacientemente a que se recupere. Este a?o la econom¨ªa chilena crecer¨¢ en torno al 1,5%. Pero tambi¨¦n hay buenas noticias: el precio del cobre se est¨¢ recuperando y, por lo menos, el metal ya no constituir¨¢ un lastre para el crecimiento. No obstante, para 2018 las estimaciones de crecimiento no superan el 2%; tendr¨¢n que pasar un par de a?os para que se alcance una tasa de crecimiento del 4%.
Pero el avance coyuntural expuesto en n¨²meros poco nos dice de la estructura econ¨®mica del pa¨ªs, que al fin es lo que decide la calidad del bienestar y la estabilidad futura. Acaso el indicio de la dependencia del cobre revela la descompensaci¨®n de las fuentes de riqueza. El equipo econ¨®mico de Michelle Bachelet apenas se equivoc¨® un mil¨ªmetro en su diagn¨®stico sobre los flancos d¨¦biles de la econom¨ªa chilena. En primer lugar, se hace necesario reducir la dependencia del cobre; condena a los chilenos a una excesiva e innecesaria volatilidad en el crecimiento econ¨®mico. Claro que, como se apresuran a explicar desde las localizaciones mineras, la reducci¨®n tiene que ser paulatina. Faltar¨ªa m¨¢s. Pero ya urge iniciar el viraje hacia nuevas fuentes de riqueza.
Con la misma urgencia, o mayor, hab¨ªa que reformar el sistema fiscal. Cualquier observador distra¨ªdo lleva a la conclusi¨®n de que los Estados que quieren contribuir al crecimiento econ¨®mico ¡ªaunque sea de la manera indirecta que predica el liberalismo¡ª est¨¢n obligados a contar con una estructura recaudatoria firme y segura, que, desde luego, no quiere decir confiscatoria. Se trata sencillamente de asegurarse un flujo continuado de ingresos a los que deben contribuir las empresas y las rentas individuales de forma proporcionada. El mismo observador distra¨ªdo comprender¨¢ que la diferencia entre los pa¨ªses desarrollados y los emergentes es, b¨¢sicamente, de seguridad fiscal.
El Estado chileno necesitaba aumentar los ingresos para cubrir las inversiones necesarias en educaci¨®n, otro de los graves d¨¦ficits de la sociedad chilena. Porque la educaci¨®n, una externalidad para el catecismo neoliberal, es una de las formas ¡ªjunto con la seguridad jur¨ªdica, por cierto¡ª que tiene el Estado para contribuir al crecimiento. Por estas y otras razones, las decisiones econ¨®micas de Bachelet estuvieron plenamente justificadas.
El argumento dominante hoy insiste en culpar a los cambios fiscales y educativos de la ca¨ªda de la inversi¨®n. "Crearon incertidumbre", se pontifica con seguridad impostada. Es probable; pero sabemos, desde que Keynes nos lo ense?¨®, que las decisiones de inversi¨®n dependen principalmente de las expectativas de demanda y, por lo tanto, ser¨ªa m¨¢s acertado suponer que la ca¨ªda de la demanda es la causa previa a la depresi¨®n inversora. Por otra parte, se extiende el consenso de que las expectativas de demanda mejorar¨¢n en los pr¨®ximos meses. As¨ª que la fase depresiva de la inversi¨®n puede empezar a cerrarse en los pr¨®ximos meses.
En las pr¨®ximas e inmediatas elecciones (19 de noviembre) tiene ventaja el candidato de la derecha, Sebasti¨¢n Pi?era. Mal har¨ªa, si gana, en repudiar el diagn¨®stico y las l¨ªneas pol¨ªticas b¨¢sicas de Bachelet, salvo en lo que se refiere a la modulaci¨®n de los detalles. La fiscalidad y la educaci¨®n son l¨ªneas de progreso para Chile, por m¨¢s que Pi?era se sienta tentado de recurrir a modos de crecimiento m¨¢s endebles.
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