La competencia como pol¨ªtica social
La falta de competencia en algunos sectores provoca que el precio de determinados bienes y servicios sean m¨¢s elevados
Es bien conocido que una de las causas del mayor aumento comparado de la desigualdad y la pobreza en Espa?a es la ca¨ªda de ingresos de los hogares. Una ca¨ªda provocada, por un lado, por el mayor aumento del paro y, por otro, por la ca¨ªda de los salarios. Especialmente los salarios de los trabajadores con menores ingresos.
Se conoce menos, sin embargo, que otra causa es la escasa competencia en muchos mercados de bienes y servicios. De forma especial, en los mercados de vivienda y de los servicios vinculados a ella (agua, electricidad, gas, telefon¨ªa). Esta falta de competencia hace que los precios de muchos bienes y servicios sean m¨¢s elevados. Estos mayores precios son como sanguijuelas que detraen renta de los hogares.
Esto es otra forma de decir que la econom¨ªa espa?ola tiene serios problemas de eficiencia. Los economistas llaman precios de eficiencia a los que est¨¢n basados en costes. Por el contrario, los precios no eficientes responden a l¨®gicas de formaci¨®n de precios de monopolio, que aprovechan la disposici¨®n a pagar de los consumidores. Estos precios disminuyen el bienestar de los consumidores y aumentan el margen de los productores. El resultado de esta falta de eficiencia de los mercados es que los hogares con menos recursos quedan atrapados en una especie de trampa. Por un lado, los bajos ingresos provocados por el desempleo y los bajos salarios. Por otro, los elevados precios de los bienes y servicios que consumen. El resultado es el empobrecimiento.
Desde esta perspectiva, la pol¨ªtica de defensa de la competencia es un vector b¨¢sico de la nueva pol¨ªtica social.
Pero a pesar de este elevado valor social, la defensa de la competencia y la lucha contra los monopolios tiene muy poco predicamento. La meritoria labor que desarroll¨® la antigua Comisi¨®n Nacional de Competencia y la actual Comisi¨®n Nacional de los Mercados y de la Competencia no tiene el apoyo necesario. No s¨®lo por los gobiernos y las fuerzas pol¨ªticas conservadoras, sino tambi¨¦n entre los partidos de izquierda, que, en principio, parecen m¨¢s interesados en los problemas de desigualdad y pobreza.
Esta falta de sensibilidad de la izquierda hacia la competencia posiblemente est¨¢ relacionada con su tradicional recelo hacia el mercado. De forma general, ven el mercado como la causa de todos los males que padecen nuestras sociedades. No piensan que los problemas est¨¢n relacionados m¨¢s con las formas no competitivas que con el mercado. Tienen un prejuicio basado en la creencia de que el mercado es el reino del inter¨¦s privado y no un instrumento para el bien com¨²n, como ha puesto de manifiesto Jean Tirole, premio Nobel de Econom¨ªa de 2014.
Aunque es cr¨ªtica con los monopolios privados, la mentalidad antimercado lleva a las nuevas izquierdas a pensar que los monopolios creados o favorecidos por las propias administraciones p¨²blicas son ben¨¦ficos. Pero tienen el mismo efecto que los privados.
Espa?a es la econom¨ªa europea con mayor n¨²mero de monopolios y ¡°carteles¡±. Sin embargo, no ser¨¢ f¨¢cil desmontarlos. El motivo es la colusi¨®n existente entre negocios y pol¨ªtica en Espa?a. Es una relaci¨®n incestuosa que viene de lejos. Sin tener que remontarnos al franquismo, con su pol¨ªtica ¡°concertada¡± entre la administraci¨®n y los intereses particulares, la democracia y la integraci¨®n en la UE no han significado el golpe de gracia que cabr¨ªa esperar. De hecho, se han desarrollado nuevas formas de capitalismo monopolista concesional privado en el ¨¢mbito de las infraestructuras, de los servicios p¨²blicos y de la contrataci¨®n p¨²blica en general. De aqu¨ª que en estos sectores tengamos un capitalismo muy alejado del principio de ¡°riesgo y ventura¡± que legitima al capitalismo competitivo.
Para luchar contra los monopolios y defender la competencia es necesario democratizar la econom¨ªa. Los intereses de los consumidores no est¨¢n bien recogidos por el proceso pol¨ªtico vigente de formaci¨®n de pol¨ªticas. Por el contrario, los intereses particulares tienen un acceso mucho m¨¢s f¨¢cil a los legisladores.
Si los acad¨¦micos, los expertos, los gobiernos y la Comisi¨®n Europea dedicaran a las ineficiencias de los mercados de bienes y servicios el diez por ciento del inter¨¦s que dedican al mercado de trabajo, las ganancias de bienestar social ser¨ªan considerables. Y no s¨®lo los consumidores saldr¨ªan ganando, sino tambi¨¦n las empresas que se mueven en mercados competitivos que se ven obligadas a pagar costes m¨¢s elevados que sus rivales de otros pa¨ªses. Quiz¨¢ ayude a cambiar el foco la conciencia de que, hoy por hoy, la defensa de la competencia y la lucha contra los monopolios es un vector fundamental de la que ha de ser una nueva pol¨ªtica social.
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