Lo m¨¢s Trump que ha hecho Trump hasta ahora
El comercio internacional est¨¢ dise?ado para evitar depredaciones de personajes como el presidente
Entre economistas y directivos empresariales existe un consenso casi universal en que los aranceles al acero y al aluminio que ha propuesto Donald Trump son una mala idea, y que la guerra comercial m¨¢s amplia que esos aranceles podr¨ªan desencadenar ser¨ªa muy destructiva. Pero las posibilidades de evitar semejante desastre pol¨ªtico son pocas, porque este es el ejemplo por excelencia de Trump haciendo de Trump.
De hecho, se podr¨ªa decir que los aranceles son lo m¨¢s Trump que Trump ha hecho hasta ahora. Al fin y al cabo, el comercio (como el racismo) es un tema en el que Trump se ha mostrado extremadamente congruente a lo largo de los a?os. Lleva d¨¦cadas despotricando contra otros pa¨ªses que, seg¨²n ¨¦l, perjudican a Estados Unidos al aprovecharse de sus fronteras relativamente abiertas. Y aunque sus opiniones se basen en un conocimiento nulo de los temas o incluso de los datos b¨¢sicos, el trumpismo es eso: una beligerante ignorancia, en todo.
Un momento, hay m¨¢s. Hay una raz¨®n por la que tenemos acuerdos de comercio internacional, y no es para protegernos de las pr¨¢cticas abusivas de otros pa¨ªses. El verdadero objetivo, por el contrario, es protegernos de nosotros mismos: limitar la pol¨ªtica basada en intereses especiales y la corrupci¨®n descarada que sol¨ªa reinar en la pol¨ªtica comercial.
Sin embargo, los trump¨®cratas no consideran que la corrupci¨®n y el r¨¦gimen de los intereses especiales sean problemas. Podr¨ªa decirse que el sistema de comercio mundial est¨¢, en buena medida, dise?ado espec¨ªficamente para impedir que personas como Trump tengan demasiada influencia. Normal que ¨¦l quiera echarlo abajo.
Algunos antecedentes: al contrario de lo que algunos parecen creer, los libros de texto de econom¨ªa?no dicen que todos salgan ganando con el libre comercio. Por el contrario, la pol¨ªtica comercial supone conflictos de inter¨¦s muy reales. Pero estos se dan abrumadoramente entre grupos de un mismo pa¨ªs, no entre pa¨ªses. Por ejemplo, una guerra comercial contra la Uni¨®n Europea empobrecer¨ªa a Estados Unidos en su conjunto, incluso si la UE no tomase represalias (aunque lo har¨ªa). Sin embargo, beneficiar¨ªa a algunos sectores que soportan una dura competencia europea.
Y esta es la cosa: los peque?os grupos que se benefician del proteccionismo tienen a menudo m¨¢s influencia pol¨ªtica que los grupos m¨¢s grandes que salen perjudicados. Por eso el Congreso sol¨ªa aprobar sistem¨¢ticamente leyes comerciales destructivas, que culminaron con la infame ley Smoot-Hawley aprobada en 1930: suficientes congresistas se dejaron sobornar, de un modo u otro, para aprobar una ley que casi todos sab¨ªan que era mala para el conjunto del pa¨ªs.
Sin embargo, en 1934, Franklin D. Roosevelt estableci¨® un nuevo planteamiento de la pol¨ªtica comercial: los tratados rec¨ªprocos?con otros pa¨ªses, en los que intercambi¨¢bamos reducci¨®n de aranceles a sus exportaciones por reducci¨®n de aranceles a las nuestras. Este sistema introdujo un nuevo conjunto de intereses especiales, los exportadores, capaces de ofrecer un contrapeso a la influencia de los intereses especiales que buscaban protecci¨®n.
El sistema de acuerdos rec¨ªprocos establecido por Roosevelt condujo a un r¨¢pido retroceso de la ley Smoot-Hawley, y despu¨¦s de la guerra desemboc¨® en una serie de tratados comerciales mundiales, creando un sistema de comercio mundial que actualmente est¨¢ supervisado por la Organizaci¨®n Mundial de Comercio. De hecho, Estados Unidos reh¨ªzo la pol¨ªtica comercial mundial a su propia imagen. Y funcion¨®: los acuerdos mundiales que evolucionaron a partir del m¨¦todo de aranceles rec¨ªprocos redujeron en gran medida los tipos arancelarios en todo el mundo, al tiempo que establecieron normas para impedir que los pa¨ªses se desdijesen de sus propios compromisos.
El efecto total de la evoluci¨®n del sistema mundial de comercio ha sido muy saludable. La pol¨ªtica arancelaria, antes uno de los aspectos m¨¢s sucios y corruptos de la pol¨ªtica en Estados Unidos y en otros pa¨ªses, se ha vuelto notablemente (aunque no perfectamente) limpia. Y yo a?adir¨ªa que los tratados de comercio mundiales son un ejemplo asombroso y alentador de cooperaci¨®n internacional efectiva. En ese sentido, realizan una aportaci¨®n real, aunque dif¨ªcil de medir, a la gobernanza democr¨¢tica y a la paz mundial.
Pero entonces lleg¨® Trump.
En virtud de la ley comercial de Estados Unidos, redactada en consonancia con nuestros acuerdos internacionales, el presidente puede imponer aranceles bajo ciertas condiciones estrictamente definidas. Pero los aranceles al acero y al aluminio, justificados con un llamamiento obviamente falso a la seguridad nacional, claramente no pasan el examen.
De modo que, a efectos pr¨¢cticos, Trump est¨¢ infringiendo la ley estadounidense y mandando al cuerno el sistema mundial de comercio. Y si esto se intensifica hasta convertirse en una guerra comercial a gran escala, volveremos a los malos tiempos. La pol¨ªtica arancelaria volver¨¢ a estar regida por el tr¨¢fico de influencias y el soborno, sin prestar atenci¨®n al inter¨¦s nacional.
Pero eso no va a preocupar a Trump. Despu¨¦s de todo, ahora tenemos b¨¢sicamente una Agencia de Protecci¨®n Medioambiental gobernada en nombre de los contaminadores, un Departamento de Interior dirigido por gente que quiere saquear el territorio federal, un Departamento de Educaci¨®n dirigido por el sector de los colegios privados, y as¨ª sucesivamente. ?Por qu¨¦ iba a ser distinta la pol¨ªtica comercial?
Es cierto que a muchas grandes empresas y muchos ide¨®logos del libre mercado, que cre¨ªan tener a Trump de su lado, les horrorizan las medidas comerciales que est¨¢ tomando. ?Pero qu¨¦ esperaban? Nunca ha habido ninguna buena raz¨®n para pensar que la pol¨ªtica comercial estar¨ªa a salvo de las depredaciones de Trump.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2018.
Traducci¨®n de News Clips.
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