Tropezar dos veces en la misma piedra
Un millar de economistas advierte a Trump de los peligros de su nacionalismo econ¨®mico
En el a?o 1930, un millar de economistas estadounidenses escribi¨® una carta al presidente republicano Herbert Hoover pidi¨¦ndole ¡ªsin ¨¦xito¡ª que vetase una ley (la Ley Hawley- Smoot, por el nombre de los dos senadores que la promovieron) que impon¨ªa fuertes aranceles a m¨¢s de 20.000 productos industriales y agr¨ªcolas, y que abr¨ªa una guerra comercial que abundar¨ªa en los efectos de lo que luego se conocer¨ªa como Gran Depresi¨®n. En efecto, inmediatamente se iniciaron las represalias comerciales del resto de los pa¨ªses dentro del tradicional principio de acci¨®n-reacci¨®n.
Los historiadores y economistas discutir¨¢n largamente a posteriori (Kindleberger, Eichengreen, Galbraith, Milton Friedman y Anna Schwartz, Bernanke,...) sobre la contribuci¨®n de este proteccionismo comercial, junto a la pol¨ªtica monetaria de la Reserva Federal y las debilidades previas de la econom¨ªa americana, al coctel que gener¨® la Gran Depresi¨®n, que s¨®lo termin¨® a partir de la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s. Cuando el presidente dem¨®crata Franklin Delano Roosevelt llega a la Casa Blanca en enero de 1933, una de las primeras medidas que toma es la de atenuar la pol¨ªtica arancelaria de su antecesor y el proteccionismo profundo del Partido Republicano. Poco antes de finalizar esa guerra se firman los Acuerdos de Bretton Woods en los que se pacta no fijar aranceles unilaterales como los que estableci¨® la ley Hawley-Smoot.
88 a?os despu¨¦s se repiten algunas de esas circunstancias: un millar de economistas americanos, encabezados por 14 premios N¨®bel y por los principales asesores econ¨®micos de los expresidentes Reagan, Clinton, Bush y Obama, remiten una carta a Donald Trump advirti¨¦ndole de que su proteccionismo econ¨®mico y su ret¨®rica sobre el comercio amenazan con repetir los errores que cometi¨® EEUU a principios de la d¨¦cada de los treinta del siglo pasado, que sumergieron al mundo en la mayor crisis econ¨®mica que ha padecido el capitalismo. Como se sabe, la Administraci¨®n americana ha establecido aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio y a productos como las lavadoras o los componentes solares, que ya son efectivos con China y que disponen de una moratoria de un mes con otras partes del mundo, como la Uni¨®n Europea o Australia. Asimismo, desde que lleg¨® a la Casa Blanca hace poco m¨¢s de un a?o, Trump se ha explayado en declaraciones acerca del nacionalismo comercial (citando incluso razones de "seguridad nacional"), no firm¨® el Acuerdo Transpac¨ªfico y marea sobre la renovaci¨®n del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte, con Canad¨¢ y M¨¦xico. En los ¨²ltimos d¨ªas, una delegaci¨®n americana, liderada por el secretario del Tesoro Steven Mnuchin, trata en Pek¨ªn de limitar los efectos de una guerra comercial muy da?ina.
Los economistas firmantes, pertenecientes a diferentes escuelas del pensamiento econ¨®mico, recuerdan la misiva de sus antecesores en 1930 y advierten de que el comercio internacional es hoy mucho m¨¢s extenso y potente que entonces, con lo que los perjuicios de limitar su crecimiento ser¨ªan muy superiores. Al hacer p¨²blica su carta, en la que se dice que "una guerra arancelaria no proporciona buen terreno para el crecimiento de la paz mundial", uno de sus promotores declar¨® algo que probablemente ya es m¨¢s exagerado: que el proteccionismo es el equivalente a decir que la Tierra es plana.
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