La desigualdad asesina a la democracia
El populismo nacionalista, xen¨®fobo e iliberal es tanto una amenaza como una oportunidad
Si la econom¨ªa va bien, ?por qu¨¦ el populismo autoritario contin¨²a ganando apoyo social y amenazando las democracias liberales? La raz¨®n, a mi juicio, es que el crecimiento ya no trae progreso social para todos sino, especialmente, para una nueva aristocracia del dinero que tiene todos los vicios de la vieja aristocracia pero no alguna de sus virtudes como la de "nobleza obliga". Es decir, el compromiso con los m¨¢s d¨¦biles.
Son numerosas las voces que alertan de la amenaza que significa el populismo autoritario, identitario y nacionalista para la democracia. La ¨²ltima, la del presidente franc¨¦s Emmanuel Macron. En su intervenci¨®n ante el Parlamente europeo habl¨® de Europa como un continente dividido entre "democracias iliberales" que amenazan con desguazar el proyecto com¨²n y las "liberales" que han de escuchar "la c¨®lera del pueblo". Y de la aparici¨®n de una forma de "guerra civil" en las sociedades europeas.
?Cu¨¢les son las causas del apoyo electoral al populismo iliberal? Hay dos explicaciones: una de tipo cultural, otra de ra¨ªz econ¨®mica.
La explicaci¨®n cultural viene a decir que ese apoyo se debe a la reacci¨®n de grupos de la sociedad que se sienten amenazados en su identidad y condiciones de vida por las pol¨ªticas de los gobiernos liberales y socialdem¨®cratas. En particular, el reconocimiento de derechos civiles y sociales a las minor¨ªas y las pol¨ªticas permisivas con la inmigraci¨®n. El hecho de que en pa¨ªses en los que la econom¨ªa va bien, como Polonia o Estados Unidos, ganen apoyos dirigentes populistas nacionalistas y xen¨®fobos parece apoyar este argumento.
La explicaci¨®n econ¨®mica pone el foco en la desigualdad. El argumento es que la expansi¨®n de la democracia despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial fue el resultado del buen funcionamiento de las econom¨ªas de posguerra en t¨¦rminos de progreso social y reducci¨®n de la elevada desigualdad de preguerra. En sentido contrario, en la medida en que desde los a?os ochenta la desigualdad volvi¨® a aumentar, el apoyo a la democracia liberal comenz¨® a caer. Los datos electorales y de encuestas de opini¨®n de diversos pa¨ªses dan apoyo a esta idea. Las dos explicaciones no son antag¨®nicas, pero la econ¨®mica tiene, a mi juicio, mayor capacidad explicativa.
?Por qu¨¦ la econom¨ªa ya no trae progreso para todos? En mi opini¨®n, porque se ha roto el contrato social de posguerra mediante el cual los grupos a los que les iba bien con la econom¨ªa de mercado se comprometieron a apoyar a los que les iba peor pagando impuestos para financiar el nuevo Estado social. Espa?a construy¨® un contrato social de este tipo con los Acuerdos de la Moncloa de 1977 y la Constituci¨®n de 1978. Ese contrato social hizo posible la democracia y sirvi¨® de cemento para una sociedad que continuaba teniendo elevados grados de desigualdad.
Ahora la econom¨ªa no distribuye bien entre salarios, sueldos y beneficios; el Estado redistribuye mal con los impuestos y gastos; y la mala gesti¨®n macroecon¨®mica de la crisis por los gobiernos de la zona euro ha provocado la mayor recesi¨®n y ca¨ªda del empleo en tiempos de paz. El resultado es que, aunque vaya bien, la econom¨ªa ha roto el v¨ªnculo virtuoso con el progreso social.
La cuesti¨®n importante no es tanto por qu¨¦ la redistribuci¨®n del Estado funciona mal, sino por qu¨¦ la econom¨ªa ya no distribuye bien la renta entre salarios de los trabajadores, sueldos de los altos directivos y beneficios de los accionistas. Sobre esta cuesti¨®n hablar¨¦ en otra ocasi¨®n. Lo que ahora me interesa se?alar es que la ca¨ªda de los salarios y el paralelo aumento estratosf¨¦rico de las retribuciones de los altos ejecutivos ha generado una nueva aristocracia del dinero que tiene todos los vicios de la vieja aristocracia de la tierra pero no su sentido del compromiso social. Esta nueva aristocracia del dinero, cosmopolita y falsamente meritocr¨¢tica (nacida de las finanzas, las corporaciones globales y los nuevos monopolios digitales), considera que la desigualdad es el estado natural de las cosas. De ah¨ª que practique la abstinencia emocional con los que se quedan atr¨¢s. Esta conducta ha roto el contrato social.
As¨ª las cosas, el populismo nacionalista, xen¨®fobo e iliberal es tanto una amenaza como una oportunidad. Una oportunidad, como pide Macron, para que las democracias liberales escuchen la "c¨®lera del pueblo" y pasen al terreno pol¨ªtico que ahora est¨¢ ocupando el populismo iliberal. En este sentido, el buen populismo puede ser la soluci¨®n. De lo contrario, el aumento de la desigualdad acabar¨¢ asesinando las democracias liberales.
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