Renta b¨¢sica: la ¨²ltima frontera del Estado del bienestar
El avance del populismo y la extrema derecha hace imprescindible la b¨²squeda de medidas que apuntalen a las personas m¨¢s afectadas por la tecnol¨®gica y la globalizaci¨®n
Los cielos amenazan tormenta. Los expertos a¨²n no saben si caer¨¢ con la suavidad del orvallo o la violencia de una ciclog¨¦nesis explosiva; pero est¨¢ llegando. Se demorar¨¢ cinco a?os o una d¨¦cada, pero est¨¢ llegando. El hombre tendr¨¢ que buscar cobijo bajo nuevos sistemas de protecci¨®n social. Porque los que existen cada vez son menos efectivos frente a la inequidad o la desaparici¨®n de miles de puestos de trabajo que arrastra la robotizaci¨®n, la econom¨ªa de los algoritmos y la inteligencia artificial. En muchas naciones desarrolladas, la globalizaci¨®n esquilma a las clases medias y bajas mientras el aluvi¨®n tecnol¨®gico encoge los salarios. Poco extra?a que el trabajador se sienta como ese ¨²ltimo bolo que, tembloroso, a¨²n resiste en pie en el carrusel de la bolera.
¡°En varios pa¨ªses de la OCDE, incluido Espa?a, solo una de cada cuatro personas que buscan trabajo reciben alg¨²n subsidio¡±, avanza, citando un estudio que publicar¨¢ en julio, Herwig Immervoll, responsable de Pol¨ªticas Sociales para el Empleo de la organizaci¨®n que re¨²ne a las naciones m¨¢s desarrolladas de la Tierra. Urge actuar porque el coste de la desesperanza resulta inasumible. ¡°Si dejamos que el mundo se mueva a sus anchas, si no hacemos nada, cada vez habr¨¢ m¨¢s desigualdad. Hay que apoyar de alguna forma a los perdedores de la globalizaci¨®n. Mucha gente con bajos niveles de cualificaci¨®n se ver¨¢ en una situaci¨®n en la que o le quita el empleo un robot o un trabajador en Asia¡±, advierte Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano. Al igual que la demograf¨ªa, eso ser¨¢ destino. Sobre todo para los mayores y los j¨®venes. Resulta imperativo buscar f¨®rmulas que defiendan a una parte de la sociedad a la que le costar¨¢ mucho tener ingresos. Si abandonamos a esos millones de personas se fractura la cohesi¨®n social. El concepto innegociable que sostiene la palabra Europa. Adem¨¢s, esta debilidad traer¨ªa a las calles ecos de la extrema derecha y el populismo. ?Y qui¨¦n quiere escucharlos?
Bajo este cielo oscuro y nublado irrumpe el debate de la Renta B¨¢sica Universal (RBU). Un ingreso m¨ªnimo que todas las personas recibir¨ªan ¡°simplemente¡± por existir. El discurso resulta potente y tiene, claro, ventajas y salvedades, pero tambi¨¦n reputados paladines. Elon Musk, consejero delegado de Tesla, Chris Hughes, cofundador de Facebook, y el premio Nobel de econom¨ªa Angus Deaton defienden esta v¨ªa. Un abrigo frente a la tormenta en el que muchos adivinan la nueva frontera del Estado de bienestar. Esa esperanza recorre el atlas del mundo. Geograf¨ªas tan dispares como Finlandia, Ontario (Canad¨¢), Stockton (California), Barcelona, Kenia, Escocia, Utrecht (Holanda), Reino Unido, Italia e India han puesto en marcha o preparan programas piloto de renta b¨¢sica.
¡°En varios pa¨ªses de la OCDE, incluido Espa?a, solo una de cada cuatro personas recibe ayuda¡±
Esta expansi¨®n es una respuesta a la necesidad de nuevas ideas para proteger a millones de seres humanos frente a la desigualdad. ¡°El Estado de Oreg¨®n ha impuesto una tasa a las empresas que pagan a sus consejeros delegados cien veces m¨¢s que al trabajador¡±, narra Luca Paolini, estratega jefe de la gestora Pictet AM. Estos ¡°impuestos a la inequidad¡± podr¨ªan ser un recurso. Aunque, quiz¨¢, sean necesarias f¨®rmulas m¨¢s ambiciosas. ¡°La Renta B¨¢sica Universal puede ser un instrumento ¨²til frente a la desigualdad, pero esto no es el final de la historia¡±, avisa Branko Milanovi?, economista y profesor en la Escuela de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad de Maryland. ¡°Para introducir un instrumento de este tipo hace falta cambiar el mecanismo de protecci¨®n social. No se pueden financiar en paralelo. Hay que modificar la filosof¨ªa del sistema para dejar de pensar en ¨¦l como un seguro y s¨ª como una consecuencia de la propia ciudadan¨ªa¡±.
Pero la historia del hombre es un viaje de miles de a?os a trav¨¦s de los cambios. V¨ªctor Hugo ense?¨® que ¡°se puede resistir a un Ej¨¦rcito invasor, pero no a una idea para la que ha llegado su tiempo¡±. ?Es hora de la renta b¨¢sica? ¡°Nosotros hemos demostrado que resulta factible establecer un instrumento de este tipo en el Reino Unido [proporcionar¨ªa unos ingresos de 10.000 libras anuales a los menores de 55 a?os] gravando las transacciones de las grandes plataformas tecnol¨®gicas. Y no hay raz¨®n para que no se pueda implantar en el resto de Europa¡±, se?ala Anthony Painter, director de investigaci¨®n de la Royal Society of Arts (RSA). Un ajuste m¨¢s fino es el que propone el economista Geoff Crocker: ¡°La RBU podr¨ªa dise?arse para reducir la inequidad si se distribuye de forma desigual. Pero algunos defensores sostienen que si no se reparte la misma cantidad a todos entonces no es una renta universal. Me parece un acercamiento demasiado purista¡±, alerta.
De momento, el debate resulta intenso entre sus ventajas e inconvenientes, entre sus antagonistas y sus defensores. Una renta b¨¢sica bien construida volver¨ªa a los pobres y a los despose¨ªdos m¨¢s independientes, aumentar¨ªa su capacidad para agruparse en asociaciones o cooperativas y resistir la econom¨ªa y sus adversidades. ¡°Los ciudadanos m¨¢s vulnerables tendr¨ªan cubiertas las necesidades b¨¢sicas mientras que otros obtendr¨ªan ingresos por actividades, como el cuidado de los familiares, que ahora nadie remunera¡±, apunta Ignasi Carreras, profesor de Esade. Tambi¨¦n servir¨ªa para compensar a los trabajadores expulsados por la transformaci¨®n digital e impedir¨ªa, por universal, el nepotismo y la corrupci¨®n.
Oreg¨®n grava a las empresas que pagan a los ejecutivos cien veces m¨¢s que al trabajador
Las adversidades llegan desde las trincheras de la experiencia y el dinero. ¡°No existe ning¨²n pa¨ªs en este momento que la est¨¦ aplicando, no hay una prueba s¨®lida, prolongada en el tiempo y con car¨¢cter universal para introducirla¡±, critica Miguel ?ngel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Burs¨¢tiles (IEB). Es cierto que faltan piezas, pero tambi¨¦n que intentamos analizar esta renta bajo las asfixiantes reglas de la econometr¨ªa y quiz¨¢s sea necesario alzar la mirada. ¡°Una renta universal no puede comprobarse totalmente¡±, escribe Karl Widerquist, profesor en la Universidad de Georgetown en Catar y vicepresidente de la Red Global de Renta B¨¢sica (Basic Income Earth Network, en ingl¨¦s). ¡°Muchos de sus resultados se sienten a nivel nacional y tardan a?os en verse. Estos efectos no aparecen en ning¨²n experimento, aunque sea, incluso, con cientos o decenas de miles de participantes¡±. Su posici¨®n es clara: la renta b¨¢sica universal es un debate ¨¦tico y no deber¨ªa sufrir ese continuo examen. Nadie necesita justificar que la erradicaci¨®n de la pobreza es buena. ?Por qu¨¦ este sistema, que acabar¨ªa con ella, s¨ª?
Esas ¨²ltimas frases condensan el argumentario de quienes defienden esta v¨ªa. Es un di¨¢logo que habla de ¨¦tica, seguridad personal, libertad y, tambi¨¦n, de costes. En este terreno, los dados parecen cargados. ¡°Un pa¨ªs cuya distribuci¨®n de ingresos tuviera muchos ricos y pocos pobres podr¨ªa financiar una renta universal. Pero las econom¨ªas occidentales no son as¨ª. Su reparto est¨¢ sesgado hacia menores ingresos y, como resultado, un sistema de esa naturaleza necesitar¨ªa impuestos m¨¢s altos, originando problemas econ¨®micos y pol¨ªticos¡±, valora Nicholas Barr, profesor de Econom¨ªa P¨²blica en la London School of Economics. Y zanja: ¡°Una Renta B¨¢sica Universal completa no resulta viable¡±.
Sin embargo, el presente y la historia ponen interrogantes a esa voz. Aunque la idea de una renta b¨¢sica emite un ta?ido de pol¨ªtica de izquierdas, lo cierto es que ha sido defendida tambi¨¦n por economistas y mandatarios conservadores. Richard Nixon estuvo cerca de introducir un sistema parecido cuando era presidente de Estados Unidos; Milton Friedman ¡ªcampe¨®n del laissez-passer¡ª sugiri¨® un impuesto negativo e incluso organizaciones de centro-derecha como el Instituto Adam Smith admiten su vigencia. Otra cosa es el pago que exigen al barquero: desmantelar el resto del sistema de protecci¨®n social. El problema b¨¢sico, claro, es el dinero. ?C¨®mo se financia? ?Cu¨¢nto cuesta? Cada geograf¨ªa es un relato y cada modelo de renta un personaje distinto. El c¨¢lculo, por ejemplo, para Australia oscila entre el 5% y el 10% de su riqueza. ¡°Es desafiante pero posible¡±, admite en The Guardian John Quiggin, profesor de econom¨ªa en la Universidad de Queensland. ¡°Se podr¨ªa financiar como parte del desempleo, pero tiene m¨¢s sentido seguir introduciendo medidas activas de fomento del trabajo¡±, sostiene, a medio camino, Jaime Sol, socio responsable de People Advisory Services de EY.
¡°El pago de una renta es un instrumento ¨²til pero no es el final de la historia¡±
A la b¨²squeda de esas nuevas geograf¨ªas, uno de los proyectos piloto m¨¢s ilusionantes trascurre en Stockton. Una ciudad de California deprimida por la pobreza, la violencia de las bandas, el paro, los sintecho y la oscuridad del futuro. Una revisitaci¨®n contempor¨¢nea de Las uvas de la ira de John Steinbeck. Pero su alcalde, Michael Tubbs, 27 a?os, el regidor m¨¢s joven de Estados Unidos y el primer afroamericano que accede a ese cargo en la ciudad, tiene una corazonada. Creci¨® en esa desolaci¨®n y sabe que un pobre no es un vago sino alguien que, sobre todo, carece de efectivo. Su programa piloto, que empezar¨¢ en oto?o, consiste en dar 500 d¨®lares al mes a 100 familias durante dos a?os y valorar los resultados. Es la primera ciudad del pa¨ªs que ensaya una renta b¨¢sica siguiendo un modelo que parece repetirse: escoger un n¨²cleo reducido de personas y comprobar su utilidad en el laboratorio de un sector social, de una ciudad, mediante programas lanzadera.
Es la estrategia que ya se aplica en Barcelona. El proyecto piloto B-Mincome est¨¢ probando desde diciembre pasado y durante dos a?os una renta de inclusi¨®n para 950 familias de los barrios de Eix Bes¨°s, una de las zonas m¨¢s deprimidas de la capital catalana. El Consistorio estima que para vivir en la ciudad (sin contar la vivienda) un adulto necesita como m¨ªnimo entre 400 y 525 euros mensuales.
Dinero y valores
Los detractores dicen que a¨²n no hay un sistema que d¨¦ pistas sobre su viabilidad
Este sistema es un reto de dinero, pero tambi¨¦n de lugares donde el hombre cobija valores profundos. ¡°El desaf¨ªo ¨¦tico m¨¢s interesante de esta renta es que viola la idea de reciprocidad. Los cr¨ªticos sostienen que como se recibe, aunque no se trabaje, resulta inconsistente con el principio democr¨¢tico de reciprocidad¡±, analiza Darrel Moellendorf, profesor de Teor¨ªa Pol¨ªtica Internacional de la Universidad Goethe (Alemania). ¡°Los defensores, por el contrario, responden que la reciprocidad no requiere que los beneficios sean proporcionales a la contribuci¨®n de cada uno¡±. Sin duda, la renta universal no se libera de sus componentes existenciales. Ni en esas ni en otras cartograf¨ªas. La provincia de Ontario (Canad¨¢) ha lanzado un programa de 150 millones de d¨®lares en tres ciudades. Participar¨¢n 3.000 individuos, elegidos al azar, de entre 18 y 64 a?os. Todos con bajos ingresos. Las personas que viven solas recibir¨¢n una renta incondicional de 16.989 d¨®lares canadienses (11.200 euros) al a?o mientras las parejas obtendr¨¢n 24.027 d¨®lares (15.800). El experimento quiere averiguar si ese ingreso mejora, de forma sostenible, la educaci¨®n, el empleo, el estr¨¦s, la ansiedad; la vida.
De Canad¨¢ a Italia, la renta b¨¢sica viaja por el planeta con su promesa de justicia y cambio. El Movimiento 5 Estrellas ¡ªla formaci¨®n m¨¢s votada en las ¨²ltimas elecciones italianas¡ª propone una renta de ciudadan¨ªa pero con abundante letra peque?a. ¡°No se adjudicar¨ªa por el simple hecho de ser ciudadano, sino que est¨¢ vinculada a los niveles de ingresos, que tendr¨ªan que ser inferiores a un cierto umbral y condicionada a participar en programas de formaci¨®n de empleo y voluntariado¡±, aclara Silvia Meiattini, experta de Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Hasta ah¨ª llega el futuro, el presente transcurre en el norte. Y lo hace con un modelo m¨¢s ortodoxo. Desde enero de 2017, el Gobierno finland¨¦s est¨¢ probando una renta b¨¢sica en 2.000 parados de entre 25 y 58 a?os. Cobran 560 euros al mes sin la obligaci¨®n de buscar empleo. Pero el Estado ha decido no prorrogar el piloto. Y el programa terminar¨¢ el pr¨®ximo enero. Tras dos a?os de pruebas ¡ªy pese a que las conclusiones se conocer¨¢n en 2020¡ª la alegr¨ªa se ha congelado. Petteri Orpo, ministro de finanzas, relat¨® en el Financial Times que esta renta incondicional vuelve a la gente ¡°pasiva¡±.
Para algunos expertos la renta universal es un debate ¨¦tico y no econom¨¦trico
Por si fuera poco, siempre hay alguien que espera, emboscado, en la esquina. ¡°Los voluntariosos finlandeses lo intentaron y para su sorpresa y decepci¨®n no lograron nada m¨¢s que una cara ense?anza de c¨®mo, invariablemente, funciona la naturaleza humana¡±, critica The Washington Post. Una desconfianza que se mira en el espejo de otros economistas. ¡°Los pilotos resultan muy interesantes pero lamentablemente no son suficientes¡±, matiza Rafael Dom¨¦nech, responsable de an¨¢lisis macroecon¨®mico de BBVA Research. ¡°Suelen centrarse solo en efectos de equilibrio parcial para ver c¨®mo reaccionan aquellas personas que reciben la renta universal. Sin embargo, en ning¨²n caso se eval¨²an los costes¡±.
Pero no todo el mundo cree que el desencanto sea la fuerza que paraliza esta idea. Los economistas Jordi Arcarons, Llu¨ªs Torrens y Daniel Ravent¨®s llevan a?os apurando el Excel y filtrando las matem¨¢ticas para asegurar que los n¨²meros cuadran. ¡°Resulta posible financiar en Espa?a una renta b¨¢sica que alcance a toda la poblaci¨®n [43,7 millones de personas] y que sea igual al umbral de la pobreza¡±, observa Ravent¨®s. O sea, 7.741 euros anuales en el caso de las personas mayores de 18 a?os y 1.494 euros para los menores. Al ser este ingreso individual, en un hogar con una persona adulta y tres menores llegar¨ªan por esta v¨ªa 11.952 euros anuales. Si la moneda tintineara por la cara opuesta: tres adultos y un menor, reciben 23.907 euros. Este ingreso ¡ªexento del IRPF¡ª sustituye a cualquier otra prestaci¨®n monetaria (subsidios, becas, pensiones) por debajo de la renta b¨¢sica.
La idea no es solo de izquierdas, gobiernos conservadores de EE UU la pusieron en marcha
En la pr¨¢ctica, un ahorro, seg¨²n Ravent¨®s, de 92.222 millones, ¡°y sin tocar un c¨¦ntimo de la sanidad ni de la educaci¨®n p¨²blica¡±, apostilla. Para financiarla, Jordi Arcarons, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Barcelona, propone ¡°un tipo ¨²nico en el IRPF del 49%¡±. Si se quiere asumir este esfuerzo, la sociedad debe escoger entre generosidad y presi¨®n fiscal. No es un juego de suma cero sino de progresividad. ¡°Quienes m¨¢s ganan m¨¢s la financian y quienes menos m¨¢s reciben¡±, resume Arcarons. ?En qu¨¦ porcentaje? El 70% de la poblaci¨®n sale ganando y pierde el 30% m¨¢s rico.
Aunque la justicia fiscal tiene un precio que es un abismo. El BBVA ¡ªa partir de la propuesta de Torrens, Ravent¨®s y Arcarons¡ª estima que el coste de esta renta incondicional consumir¨ªa el 17,4% de la riqueza de Espa?a. Unos 187.870 millones de euros. Estos c¨¢lculos han sido enmendados por los tres economistas catalanes. Da igual. Otros expertos, como Jos¨¦ Luis Escriv¨¢, presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, plantean una horquilla de entre 6.000 y 15.300 millones en funci¨®n de la amplitud de esa renta b¨¢sica.
?Y alguien se acuerda de los j¨®venes? ¡°Pues a pesar de ser uno de los grupos m¨¢s desfavorecidos por el mercado laboral reciben pocas ayudas¡±, lamenta Herwig Immervoll, de la OCDE. ¡°Una propuesta interesante es dar a todos los adultos j¨®venes un ¡°capital inicial¡± significativo que puedan utilizar, bajo ciertas condiciones, para obtener apoyo econ¨®mico, participar en el aprendizaje de adultos, etc¨¦tera¡±. Pero ya sea con esas f¨®rmulas de inserci¨®n u otras hay que actuar. La inacci¨®n desmantela existencias. Una renta de inclusi¨®n que, al menos, fuera igual al umbral de la pobreza llevar¨ªa esperanza a las vidas de 600.000 hogares espa?oles donde no entra ning¨²n ingreso. Los verdaderos hu¨¦rfanos de la tormenta.
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