Europa debe pensar por s¨ª misma
La UE tiene un claro inter¨¦s en preservar el orden basado en reglas que Donald Trump pretende derribar
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Donald Trump es el primer presidente estadounidense que piensa que el orden mundial liderado por EE UU menoscaba los intereses de su pa¨ªs. Pese a los beneficios evidentes que le reporta a EE UU, Trump est¨¢ convencido de que el orden actual beneficia a China todav¨ªa m¨¢s; y temeroso del ascenso de Pek¨ªn a la condici¨®n de nuevo polo del poder global, Trump lanz¨® un proyecto de destrucci¨®n creativa para eliminar el viejo orden y establecer otro m¨¢s favorable a EE UU.
Trump quiere lograr este objetivo relacion¨¢ndose con los otros pa¨ªses en forma bilateral para negociar siempre desde una posici¨®n de fuerza. Ha mostrado particular desd¨¦n por los aliados tradicionales de su pa¨ªs, a los que acusa de aprovecharse del sistema actual, y que adem¨¢s se interponen en su carrera destructiva. Adem¨¢s, no tolera a los organismos multilaterales que fortalecen a pa¨ªses m¨¢s peque?os y d¨¦biles en relaci¨®n con el suyo.
Siguiendo la estrategia de ¡°EE UU primero¡±, Trump ha dedicado la presidencia a debilitar instituciones como la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) y abandonar acuerdos multilaterales como el Acuerdo Transpac¨ªfico (ATP), el pacto nuclear con Ir¨¢n y el Acuerdo de Par¨ªs sobre el clima. Y dada su rapidez para generar nuevos conflictos, a los otros pa¨ªses se les hizo dif¨ªcil seguirle el ritmo, y ni hablar de formar alianzas eficaces para opon¨¦rsele.
Estas ¨²ltimas semanas, Trump puso en la mira directamente a la Uni¨®n Europea (UE). Como observ¨® hace poco Ivan Krastev, del Instituto para las Ciencias Humanas de Viena, la UE se enfrenta ahora a la posibilidad de convertirse en ¡°guardi¨¢n de un statu quo que ha dejado de existir¡±. En mi car¨¢cter de atlantista y multilateralista comprometido, me duele admitir que tiene raz¨®n. Ha llegado la hora de que Europa redefina sus intereses y elabore una nueva estrategia para defenderlos.
La UE tiene un claro inter¨¦s en preservar el orden basado en reglas que Donald Trump pretende derribar
Ante todo, los europeos tienen que empezar a pensar por s¨ª mismos, en vez de supeditarse al aparato de pol¨ªtica exterior estadounidense. La UE tiene un claro inter¨¦s en preservar el orden basado en reglas que Trump pretende derribar; y sus intereses en relaci¨®n con Oriente Pr¨®ximo (en particular Turqu¨ªa) e incluso con Rusia son cada vez m¨¢s divergentes de los de Washington. Por supuesto, los europeos deben tratar de cooperar con EE UU siempre que sea posible; pero no si eso implica subordinar sus propios intereses.
Los europeos tambi¨¦n deben empezar a invertir en autonom¨ªa militar y econ¨®mica, no para romper con EE UU, sino para cubrirse contra el abandono que este pa¨ªs est¨¢ haciendo de sus compromisos. Felizmente, ya hay en las capitales europeas un vigoroso debate sobre aumentar el gasto nacional de defensa al 2% del PIB; y tanto el marco de ¡°cooperaci¨®n permanente estructurada¡± (PESCO, por sus siglas en ingl¨¦s) de la UE cuanto la nueva ¡°iniciativa de intervenci¨®n europea¡± (EI2) del presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, son pasos en la direcci¨®n correcta. La pregunta ahora es si es posible extender la force de frappe de Francia (su capacidad de ataque nuclear y militar) para ofrecer al resto de la UE un elemento de disuasi¨®n cre¨ªble.
En el frente econ¨®mico, Europa enfrenta un dilema entre sus valores y sus intereses comerciales. El exministro de Asuntos Exteriores belga Mark Eyskens describi¨® a Europa como ¡°un gigante econ¨®mico, enano pol¨ªtico y gusano militar¡±. Pero ahora Europa corre riesgo de volverse tambi¨¦n un enano econ¨®mico. El hecho de que EE UU pueda amenazar con imponer sanciones secundarias a las empresas europeas que hagan negocios con Ir¨¢n es profundamente preocupante. Si bien la UE se ha alzado en defensa del derecho internacional, sigue cautiva de la tiran¨ªa del sistema d¨®lar.
El continente debe empezar a invertir en autonom¨ªa militar y econ¨®mica para cubrirse del abandono de EE UU a lo pactado
Con vista al futuro, la UE necesita mejorar su poder negociador frente a otras grandes potencias como EE UU y China. Si Trump quiere darle a la relaci¨®n trans?atl¨¢ntica una naturaleza m¨¢s transaccional, entonces la UE tiene que estar dispuesta a usar ¨¢reas de pol¨ªtica distintas como herramienta de negociaci¨®n. Por ejemplo, cuando hace poco el Departamento de Defensa americano solicit¨® a Reino Unido el env¨ªo de m¨¢s tropas a Afganist¨¢n, un ejemplo de una respuesta firme de la UE ser¨ªa negarse a mandar refuerzos hasta que Washington descarte las amenazas de imponer sanciones secundarias a empresas europeas.
Adem¨¢s, Europa necesita elaborar una estrategia de vinculaci¨®n pol¨ªtica con el mundo. Se supone que el G7 es el gu¨ªa de Occidente, pero en la ¨²ltima reuni¨®n en Quebec se mostr¨® profundamente dividido. La conducta de Trump fue tan sorprendente que algunos altos funcionarios europeos ahora se preguntan si los socios de EE UU deber¨ªan formar una alianza independiente de medianas potencias para no ser aplastados en el choque entre una China en ascenso y un EE UU en declive. En un mundo cada vez m¨¢s transaccional, un nuevo G6 puede servir de defensa al sistema basado en reglas.
Pero ?es la UE capaz de presentar un frente unido? La fractura del bloque en tribus pol¨ªticas distintas facilita cada vez m¨¢s a otras potencias aplicar una estrategia de dividir y dominar; Rusia la usa hace mucho, y ahora tambi¨¦n China y EE UU la est¨¢n adoptando. Por ejemplo, en 2016, los Estados meridionales y orientales de la UE dependientes de la inversi¨®n china consiguieron diluir una declaraci¨®n conjunta del bloque sobre las incursiones territoriales de Pek¨ªn en el mar de China Meridional.
Sobre esos mismos pa¨ªses opera rutinariamente Trump para sembrar divisiones en el bloque. Por ejemplo, se dice que funcionarios del Departamento de Estado dieron a entender a Rumania que EE UU har¨¢ la vista gorda ante violaciones del Estado de derecho a cambio de que Bucarest se diferencie de la UE y traslade su embajada en Israel a Jerusal¨¦n. T¨¢cticas como esta ser¨¢n una tentaci¨®n permanente para el Gobierno de Trump, en momentos en que la relaci¨®n entre EE UU y la UE ya es tensa.
No est¨¢ claro c¨®mo debe responder Europa. Una posibilidad ser¨ªa imponer costos m¨¢s altos a los pa¨ªses que se aparten del bloque en temas de pol¨ªtica exterior; o invertir m¨¢s en seguridad, para que incluso los pa¨ªses de la periferia perciban que debilitar la cohesi¨®n de la UE puede perjudicarlos. Otra posibilidad ser¨ªa llegar a un acuerdo con los Estados miembros, consistente en flexibilizar la posici¨®n del bloque en asuntos de pol¨ªtica interna a cambio de cooperaci¨®n en pol¨ªtica exterior.
Cualquiera sea la decisi¨®n, la UE necesita urgentemente recalcular su rumbo. En vez de mostrarse perpetuamente sorprendida y escandalizada por los agravios de Trump, Europa debe elaborar una pol¨ªtica exterior propia con la cual confrontar la conducta del presidente estadounidense.
Mark Leonard es el director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
? Project Syndicate, 2018.
www.project-syndicate.org
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