Imaginemos una derecha marxista
La econom¨ªa neocl¨¢sica es el falso conocimiento que se ense?a en las facultades y se difunde a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n
El presidente del PP, Pablo Casado, declar¨® recientemente que no era ¡°aceptable una revisi¨®n al alza del salario m¨ªnimo interprofesional a 900 euros, porque el aumento de los costes laborales unitarios erosionar¨ªa los m¨¢rgenes empresariales y se revertir¨ªan las ganancias que han obtenido los capitalistas y el 1% m¨¢s rico gracia a la crisis econ¨®mica¡±. Demostraba as¨ª sus conocimientos adquiridos durante la realizaci¨®n de su trabajo de fin de m¨¢ster en la Universidad Rey Juan Carlos sobre la teor¨ªa del valor marxista y la extracci¨®n de plusval¨ªa.
Hace pocos d¨ªas, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, protest¨® amargamente por la ca¨ªda del paro en Espa?a porque ¡°dependemos de un abundante ej¨¦rcito industrial de reserva -refiri¨¦ndose a los parados- para que los trabajadores no se suban a la parra con reclamaciones salariales. Bastante nos ha costado debilitar a los sindicatos para asegurarnos de que los trabajadores no tengan poder de negociaci¨®n para que ahora estos pierdan el miedo al desempleo¡±. ¡°De que los capitalistas mantengamos una tasa de rentabilidad cada vez mayor depende que consolidemos nuestras fortunas y se mantenga la desigualdad en el reparto de la riqueza que para nosotros es ¨®ptima¡±, dijo. Rosell es un reconocido experto en el pensamiento de Rosa Luxemburgo y del economista polaco Michal Ka?ecki.
Tambi¨¦n recientemente el comisario Moscovici advirti¨® contra cualquier pretensi¨®n de ampliar el d¨¦ficit p¨²blico en Italia porque ¡°eso permitir¨ªa reducir el desempleo al tener un efecto expansivo sobre la demanda agregada, algo que encontramos inadmisible. No queremos que todos los italianos encuentren trabajo porque se debilitar¨ªa el poder negociador de los empresarios¡±.
Un estudio del Financial Times, que utiliz¨® la metodolog¨ªa ¡®Stock Flow Consistent¡¯ del economista Wynne Godley, hall¨® que, gracias a que los estados han aplicado pol¨ªticas de austeridad, los servicios p¨²blicos se han degradado y adem¨¢s se ha reducido el ahorro de las familias, lo cual permiti¨® un reparto de la riqueza deseablemente desigual. ¡°Nos congratulamos porque eso ha permitido justificar privatizaciones de servicios p¨²blicos esenciales. Son m¨¢s costosos para la sociedad pero han dejado mayores beneficios para los capitalistas. Adem¨¢s, la eliminaci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico ha permitido crear una cultura de la escasez que es muy ¨²til para amedrentar a las clases populares y mantenerlas sometidas¡±.
Finalmente, el economista Juan Rallo, que ha profundizado en sus conocimientos de la teor¨ªa monetaria moderna, advirti¨® que ¡°de aumentar el d¨¦ficit p¨²blico en Espa?a podr¨ªamos encontrarnos con que las familias m¨¢s pobres dejar¨ªan de endeudarse con los bancos. No quiero que mis patrocinadores, los banqueros, pierdan oportunidades de conceder cr¨¦ditos a las familias de clase media. El endeudamiento privado permite mantener el nivel de consumo sin subir los sueldos, los bancos obtienen beneficios y las familias m¨¢s humildes estar¨¢n pilladas con pr¨¦stamos hipotecarios durante muchos a?os. ?Os imagin¨¢is que las familias pudieran alquilar viviendas en un parque p¨²blico? Ser¨ªa desastroso para la rentabilidad del sector inmobiliario¡±.
Los anteriores comentarios pueden sonar brutalmente francos y sinceros pero no se preocupen, son ap¨®crifos. Si los conservadores hiciesen este tipo de afirmaciones estar¨ªan actuando de forma honesta porque, realmente, muchas de las pol¨ªticas econ¨®micas actualmente defendidas por las derechas pretenden crear un entorno de escasez artificial -escasez de empleos, escasez de bienes p¨²blicos, escasez de dinero- que sirve para defender los beneficios de las clases m¨¢s adineradas y mantener disciplinada a la clase trabajadora. Pero las derechas son m¨¢s astutas. Han desarrollado su propio lenguaje que es m¨¢s elegante, o hip¨®crita si lo prefieren. Para justificar la necesidad de reducir el d¨¦ficit p¨²blico prefieren emplear falaces analog¨ªas de un hogar bien llevado que no puede endeudarse excesivamente pues de lo contrario quebrar¨ªa. La represi¨®n salarial se justifica previniendo contra los potenciales efectos inflacionistas de pol¨ªticas, mientras que el poder negociador de los trabajadores se socava argumentando que hay escasez de puestos de trabajo por culpa de la tecnolog¨ªa o por las pr¨¢cticas anticompetitivas de los sindicatos.
A la derecha no le hace falta ser franca para defender las pol¨ªticas macroecon¨®micas que convienen a sus intereses econ¨®micos
A la derecha no le hace falta ser franca para defender las pol¨ªticas macroecon¨®micas que convienen a sus intereses econ¨®micos. Cuenta con un lenguaje alternativo, pol¨ªticamente correcto y pseudocient¨ªfico, que permite justificar las mayores barbaridades econ¨®micas sin sonrojarse y sin quedar en evidencia. Este lenguaje se llama econom¨ªa neocl¨¢sica o neokeynesiana (seg¨²n el interlocutor sea poco m¨¢s o menos liberal) y es el falso conocimiento que se ense?a en las facultades de econom¨ªa y se difunde a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. El pensamiento econ¨®mico dominante, desde la ¨¦poca de Adam Smith hasta la de nuestros d¨ªas, es un corpus de doctrina utilitario que no pretende descubrir ninguna verdad ni aplicar un m¨¦todo cient¨ªfico riguroso para describir la realidad. Su funci¨®n es vestir con una tramoya y tapar con fuegos de artificio opciones de econom¨ªa pol¨ªtica contrarias a los intereses de la mayor¨ªa social que, de otra manera, ser¨ªan imposibles de justificar en una democracia.
Armados con herramientas aparentemente cient¨ªficas, trabajos llenos de ecuaciones en su mayor¨ªa innecesarias y explicaciones con la sobria apariencia de rigor acad¨¦mico, los economistas respaldan siempre los discursos de las organizaciones empresariales como la CEOE o las actuaciones de ministros como Rato, Montoro, Boyer, Solchaga, Solbes o Calvi?o. Los organismos multilaterales, cuyo personal est¨¢ reclutado entre las cohortes salidas de las facultades de Econom¨ªa, como el FMI, el Banco Mundial, la OCDE o la Uni¨®n Europea, tambi¨¦n validan las recetas de austeridad con trabajos que pretenden tener un car¨¢cter cient¨ªfico. As¨ª, la Comisi¨®n Europea no desaprovecha ocasi¨®n para re?ir a cualquier Gobierno que ose cuestionar los arbitrarios l¨ªmites de d¨¦ficit y deuda. El FMI lleva d¨¦cadas exigiendo moderaci¨®n salarial. Los bancos centrales, independizados del poder pol¨ªtico para asegurar su integridad ideol¨®gica, no cesan de advertir a la sociedad de la necesidad de austeridad, moderaci¨®n salarial y d¨¦ficit p¨²blicos reducidos.
Por cierto, no es casual que la ideolog¨ªa neoliberal haya alcanzado su apogeo en la ¨¦poca en la que Espa?a retorn¨® a la democracia. Aplicar las pol¨ªticas de represi¨®n salarial utilizadas por la dictadura franquista habr¨ªa resultado imposible en un r¨¦gimen democr¨¢tico. Era fundamental utilizar otros m¨¦todos para conseguir lo que pretend¨ªan las ¨¦lites empresariales de este pa¨ªs y, para ello, se cont¨® con la colaboraci¨®n indispensable de los profesionales de la doctrina econ¨®mica.
Lo sorprendente no es que la derecha haya desarrollado categor¨ªas y axiomas ¨²tiles para justificar su acci¨®n pol¨ªtica. Lo que s¨ª resulta asombroso es constatar c¨®mo los pol¨ªticos progresistas y muchos sindicalistas han tragado el anzuelo, el flotante y la ca?a entera. As¨ª nos encontramos con economistas de los sindicatos preocupados por los efectos inflacionistas de una pol¨ªtica de pleno empleo o dirigentes de partidos de izquierdas que denuncian el crecimiento insostenible de la deuda p¨²blica. Es lamentable comprobar c¨®mo, una y otra vez, prefieren utilizar el lenguaje y los conceptos de una pseudociencia creada para servir intereses contrarios a los de quienes pretenden representar.
Esto es a¨²n m¨¢s indecoroso pues es sabido que existe una escuela de pensamiento progresista que ha desarrollado una teor¨ªa monetaria moderna que desmonta los mitos generalmente difundidos sobre los d¨¦ficits p¨²blicos o la escasez de empleo y dinero. Sin embargo, los dirigentes de estas organizaciones argumentan utilizando los mismos axiomas de la doctrina conservadora. As¨ª encontramos como el reci¨¦n elegido presidente de M¨¦xico, L¨®pez Obrador, ha designado un ministro de Hacienda que amenaza con aplicar una austeridad draconiana. En Grecia, el Gobierno de Syriza ha realizado el trabajo sucio que su antecesor conservador, Nueva Democracia, no os¨® hacer privatizando todos los activos del pueblo griego para luego alardear de haber alcanzado un super¨¢vit primario. En Portugal, un Gobierno que se dice progresista aplica pol¨ªticas que van a llevar el d¨¦ficit al 0,2% del PIB, carg¨¢ndose de paso el ahorro del sector privado. En Espa?a tambi¨¦n tenemos un Gobierno que dice ser progresista, que promete a Bruselas que reducir¨¢ el gasto p¨²blico y que, esta vez s¨ª -de verdad de la buena, no como ese incumplidor Montoro-, Espa?a cumplir¨¢ con los objetivos de d¨¦ficit (¡°los compromisos con nuestros socios europeos¡±). As¨ª se explica que las izquierdas espa?olas presenten como un gran avance unos Presupuestos Generales del Estado que, lejos de atender con decisi¨®n y ambici¨®n las urgent¨ªsimas necesidades de las clases populares m¨¢s golpeadas por la crisis, se conformen con ofrecer unos pocos pa?os calientes en un documento que sumisamente se someter¨¢ a la censura previa de Bruselas.
No encontraremos economistas ni analistas partidarios de la teor¨ªa monetaria moderna entre los pol¨ªticos de derechas. Tal cosa ser¨ªa absurda, contra natura, irrisoria; sin embargo, parece perfectamente natural que entre la izquierda encontremos economistas neocl¨¢sicos y neokeynesianos (aquellos partidarios de una versi¨®n bastarda del keynesianismo desprovisto de toda la radicalidad a la que pod¨ªa habernos llevado una comprensi¨®n m¨¢s honesta de la Teor¨ªa General del Inter¨¦s, el Empleo y el Dinero). Es muy dif¨ªcil encontrar un asesor econ¨®mico de Podemos que se haya entregado a la compresi¨®n de la teor¨ªa monetaria moderna. Con suerte encontraremos alg¨²n marxista ricardiano trasnochado incapaz de poner al d¨ªa ese conocimiento con la potencia anal¨ªtica que ofrece la Teor¨ªa Monetaria Moderna.
Es muy dif¨ªcil encontrar un asesor econ¨®mico de Podemos que se haya entregado a la compresi¨®n de la teor¨ªa monetaria moderna; con suerte encontraremos alg¨²n marxista ricardiano trasnochado
No se puede ser Papa y ateo, protestante y creer en la Pur¨ªsima Concepci¨®n, musulm¨¢n y partidario de la Sant¨ªsima Trinidad, banquero y marxista-leninista. Parece que s¨ª se puede ser pol¨ªtico de izquierdas y partidario del pensamiento neocl¨¢sico y defensor de la responsabilidad fiscal m¨¢s rancia.
Empapada del pensamiento econ¨®mico convencional, la izquierda se vuelve inepta y floja. Parece l¨®gico por tanto que coseche fracaso tras fracaso electoral en Europa e ilusione cada vez a menos votantes que prefieren quedarse en su casa el d¨ªa de las votaciones. ?Para qu¨¦ querr¨ªan votar a partidos que, una vez alcancen el poder, como mucho les ofrecer¨¢n peque?os parches, limosnas, pol¨ªticas sociales poco ambiciosas y falta de coraje a la hora de enfrentarse a intereses econ¨®micos y empresarios? La izquierda ha preferido desarmarse ideol¨®gicamente renunciando a profundizar en el pensamiento econ¨®mico heterodoxo.
Un pol¨ªtico de izquierdas contempor¨¢neo es un se?or o se?ora con una cartera llena de excusas para no abordar un cambio transformacional de nuestra sociedad. Puede encontrar muy ¨²til culpar a la globalizaci¨®n que incapacita al Estado para responder de forma eficaz. Recurrir¨¢ frecuentemente a terror¨ªficos apocalipsis rob¨®ticos para justificar que no defiende el pleno empleo. Se presentar¨¢ como un prudente padre de familia que gestiona la cosa p¨²blica con cautela y frugalidad para evitar que la deuda p¨²blica se dispare y que los mercados acaben enoj¨¢ndose. La mayor¨ªa confundir¨¢n internacionalismo con el apoyo al proyecto europe¨ªsta neoliberal y reaccionar¨¢n horrorizados ante la m¨ªnima sugerencia de recuperar una soberan¨ªa monetaria que en su mente podr¨ªa dar lugar a espantosos episodios de hiperinflaci¨®n, tan nocivos para los ahorradores entre los cuales seguramente no hay muchos votantes suyos.
Nos encontramos as¨ª con una izquierda sin m¨¦dula, desprovista de nervio, invertebrada y cobarde. Son frecuentes los personajes sobrevenidos que arrancan sus carreras con un lenguaje radical y prometedor visceralmente atacados por los medios del mainstream, que, a medida que se acercan al poder, empiezan a hacerse m¨¢s respetables adoptando el lenguaje de la doctrina dominante. Pronto abandonan su radicalismo y hacen concesiones al europe¨ªsmo, ese proyecto que de repente parece reformable; a la moneda com¨²n, ya que resulta evidente que el retorno a monedas nacionales provocar¨ªa turbulencias financieras inasumibles; a la necesidad de demostrar su sentido de la responsabilidad fiscal explicando c¨®mo van a financiar sus programas sociales a la vez que recortan su escala y ambici¨®n.
En cambio, cu¨¢nta sinceridad brutal entre la ultraderecha en ascenso. Se utilizan argumentos xen¨®fobos para cargar contra un colectivo convertido en chivo expiatorio y las palabras se acompa?an de hechos cuando en el poder act¨²an con contundencia contra los inmigrantes, demostrando la capacidad de cumplir con promesas electorales. Se promete y se lanza una guerra comercial contra los chinos para defender unos intereses empresariales, y se justifica convenientemente una pol¨ªtica que pretende crear empleo entre las clases trabajadoras apaleadas por la globalizaci¨®n. Juran bajar los impuestos a las clases medias y cumplen baj¨¢ndolos a¨²n m¨¢s para las ¨¦lites econ¨®micas; ya se subir¨¢n posteriormente los impuestos m¨¢s regresivos si es necesario. Esta ultraderecha promete cosas horribles y las ejecuta cuando alcanza el poder. La izquierda promete cosas maravillosas y luego se olvida de sus promesas porque no sabe c¨®mo llevarlas a cabo. Se ha encerrado en s¨ª misma dentro de la celada que le present¨® el mainstream acad¨¦mico bajo la apariencia de rigor y seridad. Cuanto m¨¢s cautiva y desarmada ideol¨®gicamente est¨¢ la izquierda, m¨¢s enardecidas y ultramontanas se tornan las derechas. ?Alguien todav¨ªa tiene problemas para entender la decadencia de los partidos socialdem¨®cratas y el ascenso de los populismos de derechas?
Stuart Medina Miltimore es presidente de la Red MMT y fundador de la consultora MetasBio
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