El Estados Unidos verdadero frente al Estados Unidos del Senado
Lo que Donald Trump y su partido venden es mero nacionalismo blanco y odio racial
Todo el mundo est¨¢ haciendo autopsias de las elecciones del martes, de modo que, por si vale de algo, aqu¨ª est¨¢ la m¨ªa: a pesar de unas cuantas decepciones amargas y de haber perdido terreno en el Senado, los dem¨®cratas obtuvieron una victoria enorme. Rompieron el monopolio republicano en el poder federal, y eso es un gran problema para un Gobierno dedicado a la corrupci¨®n y al abuso de poder descarados, en la creencia de que un impenetrable muro rojo le protege siempre de tener que rendir cuentas. Los dem¨®cratas han conseguido tambi¨¦n grandes avances en los Estados, lo cual tendr¨¢ un impacto importante en futuras elecciones.
Pero dado este ¨¦xito general, ?c¨®mo explicamos las p¨¦rdidas en el Senado? Muchos han se?alado que el mapa del Senado de este a?o, compuesto desproporcionadamente por Estados donde gan¨® Donald Trump en 2016, era inusualmente malo para los dem¨®cratas. Pero hab¨ªa de hecho un problema m¨¢s profundo, que a largo plazo plantear¨¢ problemas no solo a los dem¨®cratas, sino tambi¨¦n a la legitimidad de todo nuestro sistema pol¨ªtico. Porque las tendencias econ¨®micas y demogr¨¢ficas han interactuado con el cambio pol¨ªtico para producir un Senado nada representativo de la realidad estadounidense.
?De qu¨¦ manera est¨¢ cambiando Estados Unidos? La inmigraci¨®n y la creciente diversidad racial y cultural son solo una parte de la historia. Estamos contemplando tambi¨¦n una transformaci¨®n de la geograf¨ªa econ¨®mica, a medida que los sectores din¨¢micos gravitan cada vez m¨¢s hacia las grandes ¨¢reas metropolitanas en las que ya hay un gran n¨²mero de trabajadores altamente preparados. No es una casualidad que Amazon est¨¦ pensando en situar sus dos nuevas sedes centrales en el ¨¢rea metropolitana de Nueva York y en la de Washington, lugares ambos con un gran caudal de talento.
Evidentemente, no todo el mundo vive ¨Co quiere vivir¨C en estos polos de crecimiento de la nueva econom¨ªa. Pero Estados Unidos es cada vez m¨¢s un pa¨ªs de urbanitas y suburbanitas. Casi el 60% de los estadounidenses viven en zonas urbanas con m¨¢s de un mill¨®n de habitantes, y m¨¢s del 70% en ¨¢reas con m¨¢s de 500.000 residentes. Aunque los pol¨ªticos conservadores ensalcen las virtudes del ¡°Estados Unidos verdadero¡± de las zonas rurales y las ciudades peque?as, el verdadero Estados Unidos verdadero en el que vivimos, a pesar de contener ciudades peque?as, es mayoritariamente metropolitano.
Pero el tema es este: el Senado, que asigna a cada Estado el mismo n¨²mero de esca?os con independencia de su poblaci¨®n ¡ªlo que da a menos de 600.000 personas de Wyoming la misma representaci¨®n que a los casi 40 millones de California¡ª otorga un peso excesivo a los residentes de las zonas rurales y se lo quita a los lugares en los que viven la mayor¨ªa de los estadounidenses.
Me parece ¨²til contrastar el Estados Unidos verdadero, el lugar en el que viven realmente los estadounidenses, con el que yo considero el ¡°Estados Unidos del Senado¡±, la naci¨®n hipot¨¦tica producida por una media simple entre Estados, que es lo que de hecho representa el Senado.
El Estados Unidos verdadero es racial y culturalmente diverso; el Estados Unidos del Senado sigue siendo muy blanco. El verdadero incluye un gran n¨²mero de adultos muy preparados; el del Senado, que quita peso a las din¨¢micas ¨¢reas metropolitanas que atraen a los trabajadores altamente preparados, tiene una proporci¨®n m¨¢s alta de personas que no han cursado estudios universitarios, y en especial de blancos no universitarios.
Con esto no pretendo denigrar a los votantes blancos no universitarios de las zonas rurales. Todos son estadounidenses, y todos merecen igual voz a la hora de forjar el destino de su pa¨ªs. Pero tal y como est¨¢n las cosas, algunos son m¨¢s iguales que otros. Y eso plantea un gran problema en una ¨¦poca de profunda divisi¨®n partidista.
Para ser sinceros, lo que Donald Trump y su partido venden cada vez m¨¢s se reduce a mero nacionalismo blanco: odio y temor hacia las personas de tez m¨¢s oscura, con una fuerte dosis de antiintelectualismo combinado con antisemitismo. Este mensaje repele a la mayor¨ªa de los estadounidenses. Por eso las elecciones del martes ¡ªque a pesar de la manipulaci¨®n de distritos electorales¡ª han producido una gran ola dem¨®crata. Pero el mensaje no gusta a una minor¨ªa de estadounidenses. Estos son, c¨®mo no, estadounidenses blancos, y tienen m¨¢s probabilidades de residir fuera de las grandes ¨¢reas metropolitanas racialmente diversas, porque la animosidad racial y el miedo a la inmigraci¨®n siempre parecen m¨¢s fuertes en lugares en los que hay pocas personas no blancas y apenas hay inmigrantes. Y estos son precisamente los lugares que tienen una influencia desproporcionada en la elecci¨®n de senadores.
De modo que lo que ha ocurrido el martes, cuando los republicanos sufrieron una fuerte derrota en la C¨¢mara de Representantes pero ganaron en el Senado, no fue un accidente debido al mapa de este a?o o a cuestiones electorales concretas. Refleja una profunda divisi¨®n cultural, de valores de hecho, entre la ciudadan¨ªa estadounidense en general y aquellos que logran elegir a buena parte del Senado.
Esta divergencia tendr¨¢ profundas repercusiones, porque el Senado tiene mucho poder, en especial cuando el presidente ¡ªque, no lo olvidemos, perdi¨® la votaci¨®n popular¡ª lidera el partido que lo controla. En concreto, Trump y sus amigos del Senado se pasar¨¢n los pr¨®ximos dos a?os llenando los tribunales de personas leales a la derecha.
Por tanto, es posible que asistamos a una crisis creciente de legitimidad del sistema pol¨ªtico estadounidense, incluso si logramos superar la crisis constitucional que parece inminente en los pr¨®ximos meses.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa ? The New York Times Company, 2018 Traducci¨®n de News Clips.
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