Plomo en las alas de Andaluc¨ªa
Las zonas de menor crecimiento econ¨®mico y con rentas m¨¢s bajas tienen enormes dificultades para invertir la situaci¨®n y aproximarse a las m¨¢s ricas
Teorizar sobre la desigualdad regional es relativamente f¨¢cil; es una operaci¨®n ¡°a toro pasado¡±, puesto que las causas y los efectos ya est¨¢n sobre el terreno; los estudios sobre el fen¨®meno suelen ser abundantes y las descripciones dolientes, econ¨®micas o est¨¦ticas, ya han hecho su efecto en lectores y analistas. Adem¨¢s, la abstracci¨®n es un gran aliado. Describir la desigualdad regional de forma concreta e inteligible ya es m¨¢s dif¨ªcil. Se puede empezar, claro, por las estad¨ªsticas para disponer de una imagen fotogr¨¢fica de la realidad. Los n¨²meros dicen que en dos d¨¦cadas la econom¨ªa andaluza se ha duplicado, pero, no obstante, mantiene una tasa de paro de casi el 23%, la tasa de paro juvenil es del 46% (la media nacional es del 33%) y, a pesar de los diversos modos de financiaci¨®n de apoyo, de los fondos europeos, de un AVE supuestamente vitalizador, de los mecanismos de nivelaci¨®n y de todos los rodeos pensados y ejecutados para dinamizar la producci¨®n y el empleo, no logra reducir las diferencias de riqueza con la media espa?ola. Con el 18% de la poblaci¨®n, Andaluc¨ªa tiene el 13% de la riqueza nacional y su renta per capita no converge con la espa?ola.
?Por qu¨¦ no remonta Andaluc¨ªa? Pues, sin entrar en una marea de detalles, porque las zonas de menor crecimiento econ¨®mico y con rentas m¨¢s bajas tienen enormes dificultades para invertir la situaci¨®n y aproximarse a las zonas m¨¢s ricas. Para que una regi¨®n como la andaluza se aproxime en un punto a la media espa?ola tiene que multiplicar al menos por dos la inversi¨®n de partida. El esfuerzo no es directamente proporcional al tramo que se quiere recorrer cuando la curva de riqueza tiene que ser ascendente. En las situaciones de partida como la de Andaluc¨ªa se produce la sensaci¨®n, desmoralizante, de que todos los esfuerzos tradicionales son bald¨ªos. Por supuesto que hay que aumentar los recursos en educaci¨®n y en formaci¨®n. Pero es obligado que los resultados de esa formaci¨®n rindan sobre el terreno andaluz. Hay que invertir m¨¢s, desde luego, pero a sabiendas de que, como se ha dicho, la relaci¨®n entre inversi¨®n y riqueza no es de uno a uno. Claro que hay que aumentar el n¨²mero de empresas, pero empresas industriales. El abuso del sector servicios es un camino seguro a la precariedad y al ahondamiento de las diferencias de riqueza (PIB) y renta.
Y ahora, el meollo pol¨ªtico. No es posible una recuperaci¨®n de la riqueza, entendiendo como tal una aproximaci¨®n a la media espa?ola, sin dos pol¨ªticas econ¨®micas: la del Gobierno central y la del auton¨®mico. Est¨¢ claro que, como en el caso de otras regiones, la pol¨ªtica econ¨®mica del Estado ha sido espasm¨®dica. Despu¨¦s de expos y aves, silencio administrativo. Desde 2012 la pol¨ªtica econ¨®mica global ha consistido en una carrera para reducir protecci¨®n social e inversiones p¨²blicas. El entorno global ha asfixiado la recuperaci¨®n regional en potencia. A las comunidades se les ha exigido una restricci¨®n presupuestaria mayor que al Estado y de esta forma se han ido consiguiendo raqu¨ªticas aproximaciones a los objetivos de reducci¨®n del d¨¦ficit del Estado. Siempre a medias, nunca del todo, a pesar de los da?os causados en el bienestar de todos los ciudadanos y en particular de los que viven en regiones m¨¢s deprimidas.
En cuanto a la pol¨ªtica econ¨®mica auton¨®mica, de Andaluc¨ªa en concreto, lo m¨¢s apropiado es decir que ha brillado por su ausencia. La pol¨ªtica regional dominante ha sido y es el reparto de la protecci¨®n social, combinada con aportaciones marginales a peque?as infraestructuras. Nada que genere impulso o valor a?adido.
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