Virilidad, ¡®pasta¡¯, McConnell y ¡®trumpismo¡¯
El presidente tiene preferencia por los d¨¦spotas brutales en vez de por los aliados democr¨¢ticos
Despu¨¦s del tenso intercambio de palabras del martes entre Donald Trump y algunos l¨ªderes dem¨®cratas, parece bastante posible que el ¡°tuitero en jefe¡± cierre el Gobierno en un intento de conseguir financiaci¨®n para construir un muro en la frontera mexicana. Lo extraordinario de esta posibilidad es que el muro es una idea completamente est¨²pida. Aunque uno se oponga tajantemente a la inmigraci¨®n, tanto si es legal como si no, gastarse decenas de miles de millones de d¨®lares en una ostentosa barrera f¨ªsica no es una manera necesaria o eficaz de impedir que vengan los inmigrantes.
Entonces, ?de qu¨¦ se trata? Nancy Pelosi, que casi con seguridad ser¨¢ la pr¨®xima presidenta de la C¨¢mara de Representantes, supuestamente coment¨® a unos compa?eros que, para Trump, el muro es una ¡°cuesti¨®n de virilidad¡±. Parece acertado, pero me hizo reflexionar. ?Qu¨¦ otras pol¨ªticas est¨¢n impulsadas por la inseguridad de Trump? ?Qu¨¦ mueve la pol¨ªtica de este Gobierno en general?
Yo dir¨ªa que la respuesta a estas preguntas es que, en realidad, existen tres motivos importantes que explican la pol¨ªtica de Trump, a los que podemos llamar Virilidad, McConnell y Pasta.
Con McConnell me refiero al programa pol¨ªtico est¨¢ndar del Partido Republicano, que b¨¢sicamente sirve a los intereses de los grandes donantes, tanto a las personas adineradas como a las empresas. Este programa consiste, por encima de todo, en recortes fiscales para la clase de los donantes, con recortes en programas sociales para compensar parte de la p¨¦rdida de ingresos. Y tambi¨¦n incluye la liberalizaci¨®n, especialmente para los contaminadores, pero tambi¨¦n para las instituciones financieras y los actores dudosos como las universidades con ¨¢nimo de lucro.
Durante la campa?a de 2016, Trump se present¨® como un republicano de una clase diferente, alguien que proteger¨ªa el colch¨®n de seguridad y que aumentar¨ªa los impuestos a los ricos. Sin embargo, una vez en el poder, su pol¨ªtica nacional ha sido totalmente ortodoxa. Su ¨²nica victoria legislativa significativa en los dos primeros a?os ha sido una bajada de impuestos que ha favorecido claramente a los ricos; ha hecho todo lo que ha podido para socavar la atenci¨®n sanitaria para los estadounidenses de rentas bajas y medias; y ha reventado la protecci¨®n medioambiental y la regulaci¨®n financiera.
Sin embargo, la pol¨ªtica exterior de Trump ha roto no solo con las anteriores pr¨¢cticas republicanas, sino con todo lo que sol¨ªa defender Estados Unidos. Puede que los presidentes anteriores hayan alcanzado acuerdos de realpolitik con reg¨ªmenes indeseables, pero nunca hemos visto nada como la evidente preferencia de Trump por los d¨¦spotas brutales en vez de por los aliados democr¨¢ticos, y su propensi¨®n a disculpar todo lo que hagan personas como Vlad¨ªmir Putin o Mohamed Bin Salman, incluso cometer un asesinato.
Es posible que parte de esto refleje sus valores personales: Putin, Bin Salman y otros hombres fuertes son simplemente la clase de gente que gusta a Trump. Pero resulta dif¨ªcil no sospechar que la Pasta ¨C las mordidas para el propio Trump a trav¨¦s de la Organizaci¨®n Trump ¨C desempe?a un papel importante. Despu¨¦s de todo, a diferencia de los l¨ªderes de las democracias, los dictadores y los monarcas absolutos pueden canalizar mucho efectivo hacia las propiedades de Trump y ofrecer a la familia de Trump oportunidades de inversi¨®n sin tener que explicar sus acciones a unos molestos representantes elegidos.
Entonces, ?d¨®nde interviene la Virilidad? El muro es un ejemplo evidente. La se?al reveladora es que el Gobierno se centra en lo ¡°grande y bonito¡± que ser¨¢ el muro, en vez de en lo que har¨¢. Cuando Aduanas y Protecci¨®n Fronteriza lo sac¨® a concurso para los contratistas, especificaba que el muro ten¨ªa que ser ¡°f¨ªsicamente imponente¡±, y adem¨¢s que ¡°la parte Norte del muro (o sea, la parte que da a EE UU) deb¨ªa ser est¨¦ticamente agradable¡±. No dec¨ªa que la estructura tuviera que tener letreros que dijeran ¡°Muro de Trump¡±, pero posiblemente fuera un descuido.
Pero yo dir¨ªa que el deseo de Trump de afirmar su virilidad tambi¨¦n desempe?a un papel importante en otros ¨¢mbitos, especialmente en la pol¨ªtica comercial.
Nadie quiere una guerra comercial. La beligerancia es cosa de un solo hombre: lo que Trump quiere, y punto
He seguido las aventuras del Hombre de los Aranceles, y lo que me sorprende no es la opini¨®n abrumadora por parte de los economistas de que los aranceles de Trump son una mala idea, sino el hecho de que los aranceles son un enjuague pol¨ªtico, es decir, no parece que haya una gran parte del electorado que pida un enfrentamiento con nuestros socios comerciales.
?Qui¨¦n quiere una guerra comercial? Los intereses empresariales no, ya que las acciones caen siempre que la ret¨®rica se caldea y suben cuando se enfr¨ªa. Tampoco los agricultores, que se ven muy afectados por los aranceles extranjeros que se imponen como represalia. Y tampoco los votantes de clase obrera de los estados del Cintur¨®n Industrial que fueron fundamentales para la victoria de Trump en 2016: la mayor¨ªa de los votantes probables en esos estados afirman que los aranceles perjudican a sus familias. Resulta que la beligerancia comercial es b¨¢sicamente cosa de un solo hombre: es lo que Trump quiere, y punto.
Es verdad que, teniendo en cuenta c¨®mo funciona la ley comercial estadounidense, un presidente puede iniciar una guerra comercial (a diferencia de, pongamos por caso, construir un muro fronterizo) sin la autorizaci¨®n del Congreso. ?Pero cu¨¢les son los motivos que impulsan a Trump? Pues bien, ha convertido el comercio en su tema insignia, y quiere declarar que ha logrado cosas importantes. Y es revelador que incluso cuando mantiene la pol¨ªtica m¨¢s o menos igual, insista en cambiarla de nombre. De esa manera puede ir por ah¨ª pretendiendo que el Acuerdo entre EE UU, M¨¦xico y Canad¨¢ ¨C o como lo llama Pelosi, el ¡°acuerdo comercial que antes se conoc¨ªa como Prince¡± ¨C es completamente diferente del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (NAFTA, por sus siglas e ingl¨¦s) y que ha conseguido una gran victoria.
Por tanto, los asuntos de Estado importantes no se deciden en funci¨®n del inter¨¦s nacional, y ni siquiera de los intereses de grupos importantes del pa¨ªs, sino de los intereses econ¨®micos y/o el ego del hombre en la Casa Blanca. ?Es incre¨ªble Estados Unidos o qu¨¦?
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. @The New York Times, 2018. Traducci¨®n de News Clips
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