Mala fe, patetismo y econom¨ªa de los republicanos
Ahora que 2018 toca a su fin, vemos muchos art¨ªculos sobre el estado de la econom¨ªa. A m¨ª, sin embargo, lo que me gustar¨ªa es hablar de algo diferente, del estado de la ciencia econ¨®mica, al menos en cuanto a su relaci¨®n con la situaci¨®n pol¨ªtica. Y ese estado no es bueno: la mala fe que domina la pol¨ªtica conservadora a todos los niveles tambi¨¦n se contagia a los economistas de tendencia conservadora.
Es triste, pero tambi¨¦n es pat¨¦tico. Porque incluso a los economistas en otro tiempo respetados que se rebajan ante el trumpismo, el Partido Republicano les est¨¢ dejando cada vez m¨¢s claro que no quiere sus servicios y que solo est¨¢n interesados en los economistas de pacotilla.
Lo que tienen que saber cuando se habla de ciencia econ¨®mica y de pol¨ªtica es que hay tres clases de economistas en el Estados Unidos moderno: los economistas profesionales liberales, los economistas profesionales conservadores y los economistas conservadores profesionales.
Cuando digo ¡°economistas profesionales liberales¡± me refiero a los investigadores que tratan de entender la econom¨ªa lo mejor que pueden, pero que, como seres humanos que son, tambi¨¦n tienen preferencias pol¨ªticas, lo que en su caso les sit¨²a en el lado izquierdo del espectro pol¨ªtico estadounidense, aunque por lo general solo ligeramente a la izquierda del centro. Los economistas profesionales conservadores son sus hom¨®logos en el centro derecha.
Los economistas conservadores profesionales son algo muy diferente. Es gente a la que incluso los profesionales de centro-derecha consideran charlatanes y cascarrabias; se ganan la vida fingiendo que se dedican a la verdadera ciencia econ¨®mica ¨C a menudo de forma incompetente ¨C pero, en realidad, solo son propagandistas. Y no, no existe una categor¨ªa equivalente en el otro lado, en parte porque es mucho m¨¢s probable que los multimillonarios que financian dicha propaganda sean de derechas que de izquierdas.
La autohumillaci¨®n profesional es un poco pat¨¦tica: las recompenas no llegan para los economistas de centro-derecha
Pero perm¨ªtanme que deje aparcado un momento el tema de los economistas de pacotilla puros, y hable de la gente que al menos antes parec¨ªa que intentaba hacer ciencia econ¨®mica de verdad.
?Influyen las preferencias pol¨ªticas de los economistas en su investigaci¨®n? Sin duda afectan a la elecci¨®n del tema: es m¨¢s probable que a los liberales les interese el aumento de la desigualdad o los aspectos econ¨®micos del cambio clim¨¢tico que a los conservadores. Y como la naturaleza humana es como es, algunos de ellos ¨C vale, de nosotros ¨Cde vez en cuando realizan un razonamiento inducido y llegan a unas conclusiones que se ajustan a su postura pol¨ªtica.
Sin embargo, antes cre¨ªa que estos fallos eran la excepci¨®n, no la regla, y los economistas liberales que conozco se esfuerzan por no caer en esa trampa y se disculpan cuando lo hacen.
Pero, ?hacen lo mismo los economistas conservadores? Cada vez da m¨¢s la impresi¨®n de que la respuesta es no, al menos para los que desempe?an un papel destacado en el discurso p¨²blico.
Incluso durante los a?os de Obama, resultaba sorprendente la gran cantidad de economistas conocidos de tendencia republicana que segu¨ªan la l¨ªnea del partido sobre la pol¨ªtica econ¨®mica, incluso cuando esa l¨ªnea chocaba con el consenso profesional no pol¨ªtico.
Por consiguiente, cuando un dem¨®crata estaba en la Casa Blanca, los pol¨ªticos del Partido Republicano se opon¨ªan a todo aquello que pudiese mitigar los costes de la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias; y lo mismo hac¨ªan muchos economistas. El caso m¨¢s conocido es el de un destacado economista republicano que en 2010 denunci¨® los esfuerzos de la Reserva Federal para combatir el desempleo advirtiendo de que corr¨ªan el riesgo de provocar ¡°una devaluaci¨®n monetaria e inflaci¨®n¡±.
?Debat¨ªan de buena fe estos economistas? Incluso en aquella ¨¦poca, exist¨ªan buenas razones para sospechar lo contrario. Para empezar, esas terribles e irresponsables medidas de la Reserva eran muy parecidas a lo que Milton Friedman recomendaba para las econom¨ªas deprimidas. En segundo lugar, algunos de los que criticaban a la Reserva elaboraban teor¨ªas conspirativas a lo Donald Trump y acusaban a la Reserva de imprimir dinero no para ayudar a la econom¨ªa, sino para ¡°rescatar a la pol¨ªtica fiscal¡±, es decir, para ayudar a Barack Obama.
Incluso a aquellso que se rebajan ante el ¡®trumpismo¡¯ les han dejado claro que no quieren sus servicios
Tambi¨¦n resultaba revelador que ninguno de los economistas que advert¨ªan, equivocadamente, de la amenaza de la inflaci¨®n estaba dispuesto a admitir su error a posteriori.
Pero la verdadera prueba lleg¨® despu¨¦s de 2016. Un c¨ªnico rematado podr¨ªa haber esperado que los economistas que denunciaron los d¨¦ficits presupuestarios y el dinero f¨¢cil con un dem¨®crata en el poder cambiasen de repente de postura con un presidente republicano.
Y ese c¨ªnico rematado habr¨ªa estado en lo cierto. Despu¨¦s de a?os de histeria por los males de la deuda, los economistas de la c¨²pula republicana apoyaron con entusiasmo los recortes fiscales que afectaban negativamente al presupuesto. Tras denunciar las pol¨ªticas del dinero f¨¢cil cuando el desempleo estaba por las nubes, algunos se hicieron eco de las peticiones de Trump para que bajaran los tipos de inter¨¦s con un desempleo inferior al 4%, y el resto se mantuvo curiosamente callado.
?Cu¨¢l es la explicaci¨®n de esta epidemia de mala fe? Una parte se debe claramente a la ambici¨®n de los economistas conservadores, que siguen esperando que los nombren para ocupar altos cargos. Y sospecho que otra parte podr¨ªa ser solo el deseo de permanecer del lado de la gente poderosa.
Pero esta autohumillaci¨®n profesional es un poco pat¨¦tica, porque las recompensas que anhelan los economistas de centro derecha no han llegado, y nunca llegar¨¢n.
Y no es solo que Trump haya creado un Gobierno con lo peor y lo m¨¢s est¨²pido. La verdad es que el Partido Republicano moderno no quiere o¨ªr a los economistas serios, sea cual sea su postura pol¨ªtica. Prefiere a los charlatanes y a los cascarrabias, que es su clase de gente.
De modo que lo que hemos aprendido sobre la ciencia econ¨®mica en estos dos ¨²ltimos a?os es que muchos economistas conservadores estaban dispuestos, de hecho, a comprometer su ¨¦tica profesional por fines pol¨ªticos, y que han vendido su integridad a cambio de nada.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa
? The New York Times, 2018
Traducci¨®n de News Clip
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