?Est¨¢ Espa?a entrando en la ola de la extrema derecha?
Es dif¨ªcil encontrar en el ideario de Vox elementos que no hayan estado desde hace mucho tiempo en el discurso del Partido Popular, mientras que el conflicto territorial coge mal parada a la izquierda
De un tiempo a esta parte, los pron¨®sticos electorales han perdido credibilidad. La demoscopia internacional tuvo su 'annus horribilis' en el 2016 con las sorpresas del Brexit, el referendo en Colombia y las elecciones de Estados Unidos y, por tanto, nadie ha vuelto a hacer pron¨®sticos con la confianza de antes. El problema no es de las t¨¦cnicas de predicci¨®n. La ciencia estad¨ªstica detr¨¢s de la demoscopia sigue siendo la misma que ya antes hab¨ªa cosechado varios ¨¦xitos. Es m¨¢s, los an¨¢lisis posteriores de algunos de estos sonados fracasos indican que tampoco estaban tan mal las encuestas como se suele pensar. (En el caso de Estados Unidos, las encuestas acertaron con un peque?o margen de error al voto popular. Fue el colegio electoral el que distorsion¨® el resultado final).
Parece, en cambio, que lo que ocurre es que hay cambios tect¨®nicos y profundos en la pol¨ªtica que escapan a los mejores m¨¦todos estad¨ªsticos. Los tiempos son tan inciertos y por tanto el comportamiento de los votantes tan impredecible que los m¨¢rgenes de error crecen de manera inusitada. En estos d¨ªas Espa?a est¨¢ dando muestras del mismo fen¨®meno. Tras la convocatoria a elecciones para el 28 de abril, los sondeos no dan un cuadro n¨ªtido a pesar de que hace unas pocas semanas ya se hablaba, como si fuera de un hecho consumado, del auge de la extrema derecha en Espa?a, como producto de la irrupci¨®n de Vox en las elecciones andaluzas. No hay duda de que Vox ha dado un salto cualitativo y que este a?o ha dejado de ser el fen¨®meno residual que fue durante mucho tiempo. Pero hay algunos elementos que obligan a introducir matices.
Comencemos por el caso andaluz. A simple vista, la derrota del PSOE parec¨ªa sorprendente. Pero por otra parte, despu¨¦s de 36 a?os de gobierno ininterrumpido, se trataba del Gobierno regional m¨¢s longevo de Europa. Alg¨²n d¨ªa iba a caer y cada d¨ªa que pasaba era m¨¢s probable. Ahora bien, no necesariamente la ca¨ªda del PSOE ten¨ªa que significar el ascenso de Vox pero tampoco hay que olvidar otro hecho de vieja data que tambi¨¦n estaba acerc¨¢ndose a su fecha de caducidad: la inquebrantable disciplina del PP que hab¨ªa mantenido unida a la derecha espa?ola mucho m¨¢s que en otras latitudes. Tanto para la hegemon¨ªa del PSOE en Andaluc¨ªa como del PP en el lado derecho del espectro, se puede decir 'sic transit gloriae mundi'.
Por otro lado, cuando se habla del crecimiento de la extremaderecha en Espa?a hay que tomar en cuenta el contexto. Los elementos que han servido de combustible a la ultraderecha en otros pa¨ªses de Europa no est¨¢n presentes en Espa?a. La inmigraci¨®n est¨¢ en los mismos niveles manejables de siempre y lo peor de la crisis econ¨®mica ya parece haber quedado atr¨¢s. Claro, siempre se pueden crear crisis a golpe de cobertura medi¨¢tica como lo ha intentado hacer la Administraci¨®n Trump en Estados Unidos con el problema migratorio. Pero esa estrategia tiene sus l¨ªmites.
De hecho, en algunos aspectos cruciales Vox no es un t¨ªpicopartido de ultraderecha europea. Por ejemplo, en materia econ¨®mica su recetario recoge la misma ortodoxia del PP, sin los cuestionamientos a Bruselas o a los 'globalistas' que se escuchan en Italia o en Alemania. En general, es dif¨ªcil encontrar en el ideario de Vox elementos que no hayan estado ya desde hace mucho tiempo en el discurso del PP. Lo que pasa es que ahora, con su toldo aparte, adquieren m¨¢s visibilidad.
Si Espa?a entra por la senda de la ultraderecha como en otros pa¨ªses europeos, va a ser porque varios actores pol¨ªticos de centro lo consideraron un costo asumible
En cambio, s¨ª hay otro factor que ha condicionado much¨ªsimo el panorama pol¨ªtico espa?ol en los ¨²ltimos a?os: Catalu?a. Cuando se tienen en cuenta los lazos hist¨®ricos entre Catalu?a y Andaluc¨ªa, ya no es tan sorprendente que la crisis catalana haya tenido las repercusiones que tuvo en Andaluc¨ªa. El tema catal¨¢n s¨ª que es un fen¨®meno ¨²nico en Espa?a, cuando se compara con otros pa¨ªses de la regi¨®n. Pero, en principio, no tiene por qu¨¦ ser un tema que encaje en el espectro izquierda-derecha. De hecho, como ha quedado muy claro en los ¨²ltimos d¨ªas, dentro del independentismo catal¨¢n la derecha tiene un papel tan preponderante como el que puede tener en el unionismo.
Ocurre, sin embargo, que por razones hist¨®ricas, la izquierda espa?ola siempre ha necesitado mucho m¨¢s de Catalu?a que la derecha, de modo que las divisiones que el soberanismo genera en Catalu?a afectan m¨¢s a la izquierda que a la derecha. El PP puede dar a Catalu?a por perdida sin que eso le genere una crisis existencial profunda, mientras que ning¨²n partido de izquierda espa?ol puede darse el mismo lujo.
As¨ª pues, m¨¢s que un auge de la extrema derecha en Espa?a lo que parece estar ocurriendo es que el conflicto sobre el modelo territorial est¨¢ introduciendo otra dimensi¨®n de polarizaci¨®n que coge mal parada a la izquierda. Ahora bien, por supuesto que de seguir las cosas as¨ª el resultado s¨ª podr¨ªa ser la consolidaci¨®n de un bloque de derechas mucho m¨¢s perfilado que el que hemos conocido hasta ahora. Pero si eso ocurre no es por un cambio estructural en las preferencias del electorado sino porque, como lo hemos visto con Ciudadanos en los ¨²ltimos d¨ªas, los sectores que dec¨ªan ocupar el centro del espacio pol¨ªtico han decidido que la nueva dimensi¨®n de polarizaci¨®n es tan importante que prefieren abandonar dicho centro y aliarse con los extremos. Eso ya es otra cosa. En pol¨ªtica las fuerzas estructurales, profundas, siempre son muy importantes.
Pero tambi¨¦n hay siempre un espacio para la acci¨®n de los l¨ªderes. Si Espa?a entra por la senda de la ultraderecha que se ha visto en otros pa¨ªses europeos, va a ser porque varios actores pol¨ªticos de centro lo consideraron un costo que se pod¨ªa asumir.
* Luis Fernando Medina Sierra es coordinador del Zoom Econ¨®mico de la Fundaci¨®n Alternativas y profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III
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