La violencia de g¨¦nero y el azar
El reconocimiento de patrones en unos datos cuando solo hay irregularidades propias de la casualidad es una falacia com¨²n, sobre todo cuando se tiene una teor¨ªa que encaja con el supuesto patr¨®n
Julio es el mes del a?o con m¨¢s mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en Espa?a desde que estos cr¨ªmenes empezaron a registrarse espec¨ªficamente en 2003. As¨ª lo destacaron numerosos medios de comunicaci¨®n, al saldarse el pasado mes de julio con nueve mujeres v¨ªctimas mortales de violencia machista, la cifra mensual m¨¢s alta en lo que va de a?o. En un telediario hasta se ofreci¨® una posible causa: las vacaciones, que tal como explica una psiquiatra son una ¨¦poca especialmente propicia para la violencia de g¨¦nero, aunque no se indica en cu¨¢ntos de los casos asesino y v¨ªctima realmente estaban de vacaciones, una circunstancia que tampoco se recoge en las estad¨ªsticas oficiales. Tambi¨¦n queda la duda de por qu¨¦ el pico no se da entonces en el principal mes vacacional en Espa?a, agosto, que este a?o con una cifra de tres asesinatos se perfila precisamente como uno de los meses menos mort¨ªferos. Podr¨ªamos pensar en otras causas, como el calor que aumenta la irascibilidad, que sin embargo no puede explicar por qu¨¦ enero es el segundo peor mes, tanto de toda la serie hist¨®rica, como (por ahora) de este a?o con ocho casos.
Pues con especulaciones de este tipo estamos incurriendo en un tipo de error muy com¨²n ¨Cal menos fuera del ¨¢mbito cient¨ªfico¨C a la hora de interpretar datos estad¨ªsticos. Ante una mayor incidencia de asesinatos durante un intervalo de tiempo se buscan enseguida causas que expliquen por qu¨¦ la violencia se intensific¨® o tal vez por qu¨¦ las medidas de protecci¨®n a las mujeres amenazadas fueron menos eficaces, pasando por alto que aparte de estos factores tambi¨¦n hay todo tipo de casualidades que pueden determinar si una mujer entra en la macabra estad¨ªstica y de ser as¨ª, en qu¨¦ d¨ªa de qu¨¦ mes: el momento en el que el odio del agresor llega a su m¨¢xima cota, cu¨¢ndo encuentra la ocasi¨®n para atacar a su v¨ªctima, si ella tiene oportunidad de escapar, si en este momento alguien pasa por ah¨ª y acude en su ayuda, cu¨¢nto tarda en llegar la ambulancia, si una pu?alada afecta un ¨®rgano vital o penetra justo al lado, etc. Este componente aleatorio nos obliga a ser cautos cuando creemos haber detectado un efecto o un patr¨®n en los datos, como el mencionado pico de asesinatos en julio. Antes de buscarle explicaciones hay que preguntarse siempre si los datos realmente evidencian que se trata de un efecto real, o si simplemente podr¨ªa ser fruto del azar, sobre todo cuando nos basamos en n¨²meros de casos reducidos en t¨¦rminos estad¨ªsticos.
A nadie se le ocurrir¨ªa buscar una causa que explique por qu¨¦ al lanzar una moneda cuatro veces le ha salido tres veces ¡®cara¡¯ y solo una vez ¡®cruz¡¯, porque es perfectamente compatible con las variaciones a las que nos tiene acostumbrados el azar, y en los siguientes cuatro lanzamientos el resultado puede ser al rev¨¦s. La clave es que el impacto del azar tiende a pesar cada vez menos conforme crecen los n¨²meros: si seguimos lanzando la moneda una y otra vez, las proporciones de ¡®cara¡¯ y de ¡®cruz¡¯ tender¨¢n a igualarse, siempre y cuando la moneda es ¡®justa¡¯. Que al lanzar la moneda 40 veces salga 30 veces ¡®cara¡¯ y diez veces ¡®cruz¡¯, no es imposible pero muy poco probable con una moneda justa. Por tanto, si eso ocurre, s¨ª tenemos motivos para suponer, o al menos sospechar, que m¨¢s all¨¢ del azar se trata de un efecto sistem¨¢tico, con una causa concreta, como que la moneda est¨¢ trucada para favorecer la aparici¨®n de ¡®cara¡¯. En el lenguaje cient¨ªfico se dice entonces que el predominio observado de ¡®cara¡¯ es estad¨ªsticamente significativo.
Antes de ver qu¨¦ implicaciones tiene todo ello para los asesinatos machistas y cu¨¢l es su evoluci¨®n, debe quedar claro a qu¨¦ datos nos referimos. Seg¨²n algunos medios, como el telediario citado anteriormente, el pasado julio fue el segundo peor mes en (casi) 17 a?os de serie hist¨®rica, cuando en realidad fue, junto a otros seis, el octavo mes con m¨¢s mujeres asesinadas por sus (ex) parejas. El error se debe a que incluyeron en el dato de julio el asesinato de un ni?o a manos de su padre (cometido para infligir el m¨¢ximo da?o a la madre), cuando en los dem¨¢s meses de la serie hist¨®rica estos casos no est¨¢n incluidos, ya que se registran en una estad¨ªstica de violencia de genero aparte, y solo desde el a?o 2013. (Si queremos sumar tambi¨¦n estos casos, la serie hist¨®rica se acorta por tanto a menos de siete a?os, dentro de los cuales el pasado julio tampoco ser¨ªa el segundo peor mes, sino el cuarto).
Por otro lado, cada n¨²mero de casos va en relaci¨®n con un periodo de tiempo y una poblaci¨®n de referencia. Diferentes n¨²meros de casos solo son comparables directamente si tanto la duraci¨®n del periodo como el tama?o de la poblaci¨®n son (aproximadamente) iguales, lo cual no es nuestro caso. Si se comparan datos de diferentes meses, no puede obviarse que los de 31 d¨ªas son un 11% m¨¢s largos que el mes de febrero de un a?o no bisiesto. Y en una comparativa que se remonta hasta principios de 2003 hay que tener en cuenta que desde entonces la poblaci¨®n femenina de 14 o m¨¢s a?os, que es el colectivo que se considera potencialmente amenazado por la violencia de g¨¦nero, ha crecido un 12% (hasta el 1 de enero de 2019, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica). Por ello, para las comparativas los n¨²meros absolutos deben transformarse en tasas anuales por cada 100.000 mujeres (que es como se procede tambi¨¦n al comparar con otros pa¨ªses con diferentes tama?os poblacionales). Para evidenciar la importancia de este doble ajuste, cabe se?alar que con ello el pasado julio pasa a ser el decimosexto peor mes de la serie hist¨®rica en t¨¦rminos reales.
Resulta revelador comparar la evoluci¨®n de los asesinatos machistas con la de los homicidios intencionados de todo tipo (que por tanto incluye los asesinatos machistas). El siguiente gr¨¢fico muestra la evoluci¨®n de ambas tasas anuales. Acorde con lo dicho previamente, la de las v¨ªctimas mortales de violencia de g¨¦nero no incluye los asesinatos de los hijos y se ha calculado sobre la poblaci¨®n femenina de 14 o m¨¢s a?os, mientras que la de los homicidios en general se refiere a la poblaci¨®n espa?ola entera. Dentro del ¨¢rea del gr¨¢fico se indican los correspondientes n¨²meros absolutos de casos. Se observa una tendencia descendente, que para los asesinatos machistas es menos acentuada, lo que implica que tienen un peso cada vez mayor dentro del total de homicidios. (Dado que las mujeres son minor¨ªa entre las v¨ªctimas de homicidios en general, ya alrededor de la mitad de todos los homicidios a mujeres son cometidos por sus parejas o exparejas).
Sin embargo, tambi¨¦n la bajada de los asesinatos machistas es clara, y de hecho resulta ser estad¨ªsticamente significativa, si bien solo es detectable a largo plazo, dadas las fluctuaciones alrededor de la misma que posiblemente son meramente aleatorias. Si para el gr¨¢fico hubi¨¦ramos elegido periodos de referencia m¨¢s cortos que un a?o y por tanto con menos casos, estas oscilaciones ser¨ªan m¨¢s pronunciadas a¨²n. Los datos mensuales abarcan un abanico enormemente amplio, que va desde los cero casos de diciembre del 2008 hasta los 11 de enero del 2009, con alternancias radicales entre meses con pocos y muchos casos, hasta el punto de que ambos extremos de la serie hist¨®rica se produjeron en dos meses consecutivos.
Dentro de este baile de cifras tampoco se vislumbra ning¨²n patr¨®n estacional: todos los meses se han situado alg¨²n a?o tanto entre los m¨¢s como entre los menos mort¨ªferos del mismo, de modo que, al agregar los valores mensuales de los 16 a?os completos de la serie hist¨®rica (2003 a 2018), las diferencias entre los doce meses se suavizan y se sit¨²an dentro de las variaciones aleatorias esperables. La noticia de que julio es el mes con m¨¢s asesinatos machistas es poco m¨¢s que una an¨¦cdota, dado que ante la falta total de significancia estad¨ªstica no hay motivo alguno para suponer que se trate de un fen¨®meno sistem¨¢tico y que a lo largo de los pr¨®ximos a?os no pueda ser cualquier otro mes el m¨¢s mort¨ªfero.
Tambi¨¦n las concentraciones de varios casos en pocos d¨ªas que suceden ocasionalmente han dado lugar a interpretaciones infundadas. Se ha sugerido que un asesinato machista y su cobertura medi¨¢tica ejercen un efecto llamada que inspira a otros maltratadores a imitarlo. Sin embargo, no se ha encontrado evidencia alguna de ello en los datos, ya que las acumulaciones no se salen de lo normal. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, 52 casos no implican en absoluto un asesinato cada semana exactamente, que solo ser¨ªa la frecuencia media, sino que cabe esperar una distribuci¨®n irregular, en la que en ocasiones hay periodos bastante m¨¢s largos sin crimen alguno, al igual que concentraciones de varios casos en un espacio de pocos d¨ªas. La confusi¨®n responde a un sesgo cognitivo bien conocido, fruto de la predisposici¨®n de nuestro cerebro a detectar patrones, en detrimento de la identificaci¨®n y compresi¨®n de la aleatoriedad.
En resumen, de los datos de asesinatos machistas disponibles hasta la fecha no parece que puedan extraerse patrones temporales m¨¢s all¨¢ de la mencionada tendencia descendente. Ante las grandes variaciones aleatorias a corto plazo, conviene ampliar el horizonte, fij¨¢ndose por ejemplo en el n¨²mero de asesinatos cometidos en los ¨²ltimos doce meses, que tal como expuse en otro art¨ªculo sobre el tratamiento estad¨ªstico de la violencia de g¨¦nero en el debate p¨²blico, tambi¨¦n es un indicador mucho m¨¢s apropiado que el habitual conteo de v¨ªctimas mortales en lo que va de a?o.
Claro est¨¢ que todo ello no quita que la violencia de genero s¨ª puede estar sujeta tambi¨¦n a otros patrones temporales, por ejemplo seg¨²n la estaci¨®n del a?o o el tipo de d¨ªa (laborable vs. fin de semana o festivo), o estar correlacionada con factores meteorol¨®gicos como las olas de calor; pero para detectarla se requieren tambi¨¦n otros indicadores con incidencias mayores que los asesinatos, como los n¨²meros de denuncias o de llamadas al tel¨¦fono de atenci¨®n a las v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero.
Concluimos recordando que el n¨²mero de dicho tel¨¦fono es el 016 y que atiende las 24 horas del d¨ªa los 365 d¨ªas del a?o, en 52 idiomas, de forma gratuita y sin dejar rastro en la factura, si bien es necesario eliminarlo del registro de llamadas.
* Ansgar Seyfferth es director para Espa?a y Portugal de la empresa STAT-UP Statistical Consulting & Data Science Services
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