Los dem¨®cratas deben evitar la ratonera de la robotizaci¨®n
Una de las partes del debate dem¨®crata del pasado martes de las que menos se ha hablado fue la discusi¨®n sobre la automatizaci¨®n y c¨®mo lidiar con ella. Pero merece la pena centrarse en esa discusi¨®n, porque fue interesante, y con eso quiero decir deprimente. Una de las moderadoras, Erin Burnett de la CNN, hizo una mala pregunta, y los que participaban en el debate, dieron, en l¨ªneas generales (con la quiz¨¢s sorprendente excepci¨®n de Bernie Sanders), respuestas bastante malas. Por tanto, perm¨ªtanme hacerles una petici¨®n a los dem¨®cratas: por favor, no se metan en la ratonera de la robotizaci¨®n.
Burnett declar¨® que un estudio reciente muestra que ¡°podr¨ªa perderse aproximadamente el 25% de los empleos estadounidenses con la automatizaci¨®n solo en los pr¨®ximos 10 a?os¡±. Lo que dice realmente el estudio es menos alarmante: afirma que el 25% de los empleos estadounidenses se enfrentar¨¢n a ¡°una alta exposici¨®n a la automatizaci¨®n a lo largo de varias d¨¦cadas¡±.
Acusar a los aut¨®matas de nuestros problemas es una manera de parecer moderno y progresista
Pero si piensan que incluso eso parece malo, h¨¢ganse la siguiente pregunta: ?cu¨¢ndo, en la historia moderna, algo parecido a esa afirmaci¨®n no ha sido verdad? Despu¨¦s de todo, a finales de la d¨¦cada de 1940, en Estados Unidos hab¨ªa unos siete millones de agricultores y unos 12 millones de obreros en la industria. La maquinaria pod¨ªa encargarse, y lo hizo, de gran parte del trabajo que esos estadounidenses hac¨ªan, y la gente en aquel entonces se preguntaba de d¨®nde vendr¨ªan los nuevos trabajos. Si piensan que la preocupaci¨®n por la automatizaci¨®n es en cierta manera nueva, tengan en cuenta que la novela La pianola de Kurt Vonnegut, que imagina un futuro dist¨®pico en el que las m¨¢quinas se apoderan de todos los trabajos, se public¨® en... 1952. As¨ª y todo, la generaci¨®n posterior fue una ¨¦poca dorada para los trabajadores estadounidenses, cuyos ingresos aumentaron espectacularmente, y muchos de ellos pasaron a formar parte de una clase media que crec¨ªa r¨¢pidamente.
Podr¨ªan decir que esta vez es diferente, porque el ritmo del cambio tecnol¨®gico es much¨ªsimo m¨¢s r¨¢pido. Pero no es lo que dicen los datos. Por el contrario, la productividad de los trabajadores ¡ªque es c¨®mo se mide hasta qu¨¦ punto los trabajadores son sustituidos por las m¨¢quinas¡ª ha aumentado mucho m¨¢s lentamente que en el pasado; entre 2007 y 2018 subi¨® menos de la mitad de lo que lo hab¨ªa hecho en los 11 a?os anteriores. Lo que hace que nos preguntemos de qu¨¦ est¨¢ hablando Andrew Yang. Yang ha basado toda su campa?a en la premisa de que la automatizaci¨®n est¨¢ destruyendo empleo masivamente y en que la respuesta es dar a todo el mundo un estipendio, que estar¨ªa muy por debajo del que se recibe en un empleo decente. Hasta donde yo s¨¦, ofrece una soluci¨®n inadecuada a un problema imaginario, algo que es, a su modo, bastante impresionante. Perm¨ªtanme tambi¨¦n mandarle un saludo especial a Joe Biden, que se hizo eco de lo que dec¨ªa Yang sobre una ¡°cuarta revoluci¨®n industrial¡±. Hablar¨¦ m¨¢s de eso en un minuto.
Elizabeth Warren cuestion¨® la premisa de Burnett diciendo que la raz¨®n principal por la que estamos perdiendo puestos de trabajo es la pol¨ªtica comercial que ha hecho que los empleos se trasladen al extranjero. Esta afirmaci¨®n qued¨® destrozada por los verificadores de datos de The Associated Press, que declararon que la automatizaci¨®n fue el ¡°principal culpable¡± de la p¨¦rdida de empleo en el sector de la fabricaci¨®n entre 2000 y 2010. Pero resulta que Warren ten¨ªa m¨¢s raz¨®n que los supuestos verificadores de datos: seg¨²n algunos c¨¢lculos razonables, el comercio fue el responsable de gran parte de la p¨¦rdida de empleo en la industria manufacturera en la d¨¦cada anterior a la Gran Recesi¨®n.
Los robots son una excusa para no apoyar las pol¨ªticas que abordar¨ªan las causas reales de la debilidad del crecimiento y del aumento de la desigualdad
Sin embargo, Warren se equivocaba sin duda al afirmar que un cambio en la pol¨ªtica comercial ser¨ªa de gran ayuda para que los buenos empleos volviesen. Pis¨® en terreno m¨¢s firme cuando pas¨® a hablar de su programa general para enfrentarse a la desigualdad y al poder de los ricos.
La mejor respuesta, como he dicho, la dio Sanders. No, no apoyo su propuesta de garant¨ªa del empleo, que probablemente no sea viable. Pero ten¨ªa raz¨®n cuando dec¨ªa que hay mucho trabajo que hacer en Estados Unidos, y ten¨ªa raz¨®n al pedir inversi¨®n p¨²blica a gran escala, algo por lo que abogan incluso los economistas convencionales para responder a la persistente debilidad econ¨®mica. ?Por qu¨¦? Porque la debilidad persistente ¡ªs¨ª, tenemos poco desempleo ahora, pero solo gracias a que los tipos de inter¨¦s son extremadamente bajos, y estamos muy mal preparados para la siguiente recesi¨®n¡ª no se debe a la automatizaci¨®n; se debe al gasto privado inadecuado.
Por tanto, ?a qu¨¦ se debe esta obsesi¨®n con la automatizaci¨®n? Puede que sea inevitable que muchos tipos tecnol¨®gicos como Yang crean que lo que sus amigos y ellos est¨¢n haciendo sea hist¨®rico e in¨¦dito y que lo cambia todo, aunque la historia lamente no estar de acuerdo. Pero m¨¢s en general, como he sostenido en el pasado, para una parte significativa de la clase dirigente pol¨ªtica y de los medios de comunicaci¨®n, hablar de los robots, es decir del determinismo tecnol¨®gico, es en realidad una t¨¢ctica de distracci¨®n. O sea que, culpar a los robots de nuestros problemas es una manera f¨¢cil de parecer moderno y progresista (de ah¨ª que Biden hablase de la cuarta revoluci¨®n industrial) y una excusa para no apoyar las pol¨ªticas que abordar¨ªan las causas reales de la debilidad del crecimiento y del aumento de la desigualdad.
Por tanto, el matraqueo sobre los peligros de la automatizaci¨®n, aunque pueda aparentar firmeza, en realidad es una especie de fantas¨ªa escapista para los centristas que no quieren afrontar cuestiones verdaderamente dif¨ªciles. Y los progresistas como Warren y Sanders que rechazan el determinismo tecnol¨®gico y se enfrentan a las ra¨ªces pol¨ªticas de nuestros problemas son, al menos en este tema, los realistas obstinados en la habitaci¨®n. Otros dem¨®cratas deber¨ªan seguir su ejemplo y centrarse en los problemas reales, en vez de distraerse con el pseudotema de la automatizaci¨®n.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times, 2019
Traducci¨®n de News Clips.
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