Las f¨¢bricas de EE UU no vuelven a ser grandes
Trump dirige una econom¨ªa que, a pesar del bajo desempleo, no parece muy boyante a los estadounidenses
Cuando Donald Trump prometi¨® "hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande", su eslogan quer¨ªa decir cosas distintas para personas distintas. Para muchos de sus partidarios significaba restablecer el dominio pol¨ªtico y social de los blancos, y m¨¢s concretamente, de los hombres blancos. Sin embargo, para otros supon¨ªa restablecer el tipo de econom¨ªa que ten¨ªamos hace una o dos generaciones, que ofrec¨ªa muchos empleos varoniles principalmente para hombres varoniles: agricultores, mineros del carb¨®n y trabajadores industriales. Por tanto, puede que, desde el punto de vista pol¨ªtico, importe mucho el que Trump haya fracasado estrepitosamente a la hora de cumplir lo prometido en ese frente, y el que los trabajadores est¨¦n d¨¢ndose cuenta.
Ahora bien, muchas de las promesas de Trump eran disparates evidentes. El que las regiones productoras de carb¨®n estuviesen vac¨ªas era un reflejo de las nuevas tecnolog¨ªas, como la remoci¨®n de cimas monta?osas, que requieren pocos trabajadores, y de la competencia de otras fuentes de energ¨ªa, especialmente el gas natural, pero cada vez m¨¢s la energ¨ªa e¨®lica y la solar. Los puestos de trabajo en la miner¨ªa no van a volver, por muy sucio que Trump vuelva el aire.
Y los agricultores, que exportan gran parte de lo que cultivan, deber¨ªan haberse dado cuenta de que el proteccionismo de Trump y las inevitables represalias de otros pa¨ªses tendr¨ªan un efecto devastador sobre sus ingresos. Y lo que resulta un tanto ir¨®nico es que la trumpeconom¨ªa haya convertido a los estadounidenses del campo, que son mucho m¨¢s conservadores que el pa¨ªs en general, en dependientes del Estado: este a?o el 40% de los ingresos agrarios proceder¨¢n de las ayudas al comercio, las ayudas a damnificados, el proyecto de ley agraria y las indemnizaciones de los seguros.
Sin embargo, la promesa de Trump de hacer que se recupere el sector de la fabricaci¨®n no era, a primera vista, totalmente absurda. Estados Unidos registra un importante d¨¦ficit comercial en bienes manufacturados; el aumento de las importaciones desempe?¨® un papel significativo en la deslocalizaci¨®n del empleo industrial despu¨¦s del a?o 2000. Por tanto, no resultaba descabellado pensar que el proteccionismo har¨ªa que volviesen algunos de esos puestos de trabajo, aunque hiciese m¨¢s pobre al conjunto de Estados Unidos.
Es m¨¢s, aunque a la econom¨ªa estadounidense en general le fue muy bien durante el segundo mandato de Barack Obama, en 2015-16 se produjo una ca¨ªda en la fabricaci¨®n, a la que Neil Irwin de The Times llam¨® una peque?a recesi¨®n. Esa ca¨ªda no tuvo nada que ver con las pol¨ªticas de Obama; se debi¨® principalmente a un descenso de la inversi¨®n en energ¨ªa provocado por el desplome mundial de los precios del petr¨®leo. E insisto, no parec¨ªa imposible que Trump pudiese impulsar un poco al coraz¨®n industrial.
Sin embargo, lo que estamos experimentando en cambio es otra peque?a recesi¨®n. Durante el ¨²ltimo a?o, el empleo industrial ha ca¨ªdo mucho en Wisconsin, Michigan y Pensilvania, precisamente los Estados en los que Trump gan¨® inesperadamente por unos m¨¢rgenes estrech¨ªsimos en 2016, lo que le llev¨® a vencer en las elecciones. Entonces, ?por qu¨¦ Trump no ha conseguido hacer que la industria vuelva a ser grande? Yo dir¨ªa que existen m¨²ltiples razones. En primer lugar, aunque el entusiasmo de Trump con el proteccionismo suponga una ruptura con las pol¨ªticas estadounidenses a lo largo de muchas generaciones, su programa econ¨®mico nacional ha sido puro vud¨² republicano ortodoxo, es decir, que todo se basaba en la creencia de que bajar los impuestos a los ricos y a las empresas tendr¨ªa un efecto m¨¢gico sobre la econom¨ªa. Pero la magia fracas¨®, como siempre. El Gobierno de Trump prometi¨® reiteradamente que la bajada de impuestos de 2017 dar¨ªa pie a una fuerte expansi¨®n, con un crecimiento a largo plazo superior al 3%, lo que no se parece en nada a lo que est¨¢ pasando. Y si observamos algo de crecimiento, es gracias al gasto de los consumidores. La inversi¨®n empresarial, que es lo que se supon¨ªa que la bajada de impuestos fomentar¨ªa, y que es una fuente fundamental de demanda para los fabricantes estadounidenses, en realidad est¨¢ disminuyendo.
?Qu¨¦ frena la inversi¨®n? Muchos analistas culpan a la guerra comercial de Trump. Sus aranceles inciden en la alteraci¨®n de las cadenas de suministro mundiales de las que los productores locales han llegado a depender. Sin embargo, lo que probablemente sea todav¨ªa m¨¢s importante es la incertidumbre de las decisiones imprevisibles de Trump, que da tanto a las empresas que dependen de las importaciones como a las que compiten con las importaciones un importante acicate para aparcar cualquier plan de expansi¨®n que pudieran tener.
Y a?adir¨ªa que la guerra comercial de Trump no es la ¨²nica fuente de incertidumbre destructiva. El presidente fomenta el capitalismo de amiguetes en general, amenazando constantemente con castigar a las empresas que considera enemigos pol¨ªticos y recompensando a las que le hacen favores pol¨ªticos o personales. Por tanto, incluso las empresas a las que no les afectan mucho sus decisiones comerciales tienen que preguntarse si van a recibir regalos de Navidad o un trozo de carb¨®n, lo que les disuade de realizar inversiones que podr¨ªan quedar devaluadas por un tuit presidencial.
Por ¨²ltimo, los aranceles de Trump a China en muchos casos no han beneficiado a los productores estadounidenses y solo han servido para cambiar la fuente de las importaciones, que ahora proceden de pa¨ªses como Vietnam. ?Podr¨ªa el presidente haber tenido m¨¢s ¨¦xito a la hora de impulsar el sector de la fabricaci¨®n? Las cosas podr¨ªan tener un aspecto muy distinto si hubiese llevado a cabo sus promesas de campa?a de realizar grandes inversiones en infraestructuras, que habr¨ªan generado muchas ventas para la industria manufacturera estadounidense. Sin embargo, Trump dirige una econom¨ªa que, a pesar del bajo desempleo, no parece muy boyante a la mayor¨ªa de los estadounidenses.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2019.Traducci¨®n de News Clips
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