Trump y su corrupto partido de siempre
Oficialmente, la C¨¢mara de Representantes est¨¢ llevando a cabo una investigaci¨®n para determinar si habr¨ªa que destituir a Donald Trump. En realidad, hace mucho tiempo que conocemos la respuesta a esa pregunta. En otra ¨¦poca, cuando ambos partidos cre¨ªan en la Constituci¨®n, el abuso de su posici¨®n por parte de Trump para beneficio personal habr¨ªa conducido a su destituci¨®n hace ya mucho. Pero lo que estamos presenciando en realidad es una prueba de hasta qu¨¦ extremo el Partido Republicano est¨¢ dispuesto a degradarse. ?Cu¨¢nta corrupci¨®n, cu¨¢nta confabulaci¨®n con potencias extranjeras y cu¨¢nta traici¨®n a los intereses nacionales defender¨¢n los representantes electos del partido?
Y el resultado de esa prueba parece cada vez m¨¢s claro: no hay l¨ªmite. La investigaci¨®n no ha encontrado un arma humeante; ha encontrado el equivalente a toda una bater¨ªa de artiller¨ªa humeante. Pero casi ning¨²n miembro del Partido Republicano se ha vuelto contra Trump y sus colaboradores de altos delitos y faltas. ?Por qu¨¦? La respuesta apunta al n¨²cleo del problema con la presente pol¨ªtica estadounidense: el Partido Republicano es actualmente un partido profundamente corrupto. Trump es un s¨ªntoma, no la enfermedad, y nuestra democracia seguir¨¢ bajo una amenaza extrema aunque ¨¦l se vaya, si es que se va.
La explicaci¨®n habitual para la aquiescencia del partido con las actividades il¨ªcitas de Trump es que los republicanos electos temen ser derrotados en primarias si muestran cualquier asomo de vacilaci¨®n. Y ciertamente esa es una parte importante del relato. No han olvidado lo ocurrido en 2014, cuando David Brat, un insurrecto del Tea Party, venci¨® a Eric Cantor, en aquel momento presidente de la C¨¢mara de Representantes. Cantor era un conservador de la l¨ªnea dura, pero respetable en cuanto a sus afectos, y se le consideraba blando en materia de inmigraci¨®n. La lecci¨®n fue que la base republicana exige complacer a los seguidores, y eso hoy en d¨ªa significa apoyar a Trump a toda costa.
La duda es si el pa¨ªs aguantar¨¢ mucho cuando uno de los grandes partido ha rechazado los principios fundacionales
Pero los miedos electorales no son lo ¨²nico que mantiene a raya a los republicanos. Por una parte, la mayor¨ªa de los observadores no se dan cuenta ni siquiera ahora de hasta qu¨¦ punto muchos republicanos consideran que sus adversarios internos no son conciudadanos, sino enemigos sin derecho leg¨ªtimo alguno a gobernar.William Barr, el Fiscal General, afirma que los progresistas son ¡°laicistas militantes¡± decididos a ¡°destruir el orden moral tradicional¡±. Si uno ve el mundo as¨ª, apoya todo aquello ¡ªinclusive la petici¨®n o la extorsi¨®n a potencias extranjeras para que intervengan en las elecciones estadounidenses¡ª que le ayude a derrotar a esos progresistas.
Por otra parte, resulta asombroso que, salvo raras excepciones, hasta los republicanos que van a dejar su cargo o lo han dejado ya sigan neg¨¢ndose a criticar a Trump. Ha habido una oleada de Republicanos que han anunciado su renuncia a la C¨¢mara de Representantes, y caben pocas dudas de que algunos de ellos lo hacen porque les asquea servir a este Gobierno. Pero casi ninguno lo ha dicho expl¨ªcitamente, a pesar de que ya no tengan que enfrentarse a m¨¢s primarias. ?Qu¨¦ los mantiene a raya?
La respuesta es: sigan el rastro del dinero. Al fin y al cabo, ?c¨®mo se ganan la vida los cargos p¨²blicos retirados? Muchos pasan a formar parte de grupos de presi¨®n; y en tiempos de polarizaci¨®n extrema, eso significa presionar a su propio partido. Ser honesto respecto a las razones por las que uno deja el cargo ser¨ªa malo para sus futuros negocios.
Aparte de eso, la actual derecha contiene muchas instituciones ¡ªFox News y otros medios de comunicaci¨®n, centros de estudios derechistas y otros¡ª que ofrecen refugio a antiguos cargos p¨²blicos. Sin embargo, esta ¡°seguridad social para radicales conservadores¡± ¡ªsin parang¨®n en la izquierda¡ª solo est¨¢ disponible para quienes siguen acatando la disciplina.
Antes he mencionado a David Brat, que destron¨® a Eric Cantor. Se da la casualidad de que el propio Brat sali¨® derrotado tras la abrumadora victoria dem¨®crata del a?o pasado. ?Y qu¨¦ hace ahora? Es decano de la escuela de negocios en la Liberty University de Jerry Falwell. De modo que los incentivos econ¨®micos siguen manteniendo a raya incluso a los republicanos que se retiran. Y las excepciones confirma la regla.
Hasta donde yo s¨¦, Gordon Sondland, embajador ante la Uni¨®n Europea ha sido el primer cargo por nombramiento pol¨ªtico, no un funcionario de carrera, que ha testificado sobre el abuso de poder del Gobierno de Trump en Ucrania. Sin embargo, una caracter¨ªstica clave de Sondland es que es rico y no necesita una seguridad social. Seguir¨¢ viviendo c¨®modamente durante su jubilaci¨®n, siempre y cuando no vaya a la c¨¢rcel. De modo que sus incentivos eran muy distintos de los que esperan a la mayor¨ªa de las figuras del Partido Republicano.
Entonces, ?son todos los republicanos corruptamente serviles a Trump? No, hay algunos miembros honrados del partido que nunca se someter¨¢n a ¨¦l, entre ellos muchos neoconservadores en pol¨ªtica exterior como William Kristol. Algunos nunca le perdonaremos a este grupo que nos llevase equivocadamente a la guerra, pero resulta que realmente tienen principios, y merecen reconocimiento por su actual valent¨ªa pol¨ªtica. Pero el Partido Republicano en conjunto es abrumadoramente fan¨¢tico, corrupto, o ambos. Cualquiera que se imagine que la enorme monta?a de pruebas sobre las actividades delictivas de Trump conducir¨¢ a un despertar moral, o que los republicanos volver¨¢n a las normas pol¨ªticas democr¨¢ticas una vez que el presidente se haya ido, vive en otro mundo. Probablemente ni siquiera una derrota electoral catastr¨®fica el pr¨®ximo a?o ayudar¨ªa mucho a cambiar el comportamiento republicano.
El gran interrogante es si el Estados Unidos que conocemos podr¨¢ aguantar mucho cuando uno de sus dos principales partidos ha rechazado de hecho los principios sobre los que se construy¨® la naci¨®n.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times 2019 Traducci¨®n de News Clips
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.