Hay mucho en juego en la guerra de cibermonedas
China est¨¢ lejos de suplantar a Estados Unidos en el control de la econom¨ªa mundial, pero podr¨ªa hacer muchas cosas para manejar la subterr¨¢nea
Cuando el primer ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, declar¨® hace poco ante el Congreso de Estados Unidos que este pa¨ªs no tiene un monopolio de la regulaci¨®n de la pr¨®xima generaci¨®n de tecnolog¨ªas de pago, no estaba del todo errado. Zuckerberg quiso dar a entender que, guste o no Libra, la (pseudo) criptomoneda que propone Facebook, en pocos meses puede haber una moneda digital con ambiciones globales manejada por el Estado chino, y es probable que esa moneda nos guste todav¨ªa menos.
Tal vez Zuckerberg exager¨® al sugerir que el inminente ascenso de una moneda digital china puede debilitar el dominio general que tiene el d¨®lar sobre el comercio y las finanzas internacionales (al menos la gran parte que es legal y que est¨¢ gravada y regulada). De hecho, las autoridades estadounidenses tienen un poder inmenso no solo sobre entidades locales sino tambi¨¦n sobre cualquier firma financiera que necesite acceso a los mercados del d¨®lar, algo que para su pesar aprendi¨® Europa hace poco cuando Estados Unidos impuso duras restricciones a los bancos europeos en las transacciones con Ir¨¢n.
La profundidad y liquidez de los mercados financieros de Estados Unidos, la solidez de sus instituciones y el Estado de Derecho prevalecer¨¢n por mucho tiempo sobre los intentos chinos de conseguir el dominio monetario. Los gravosos controles de capitales que aplica China, sus l¨ªmites a la tenencia extranjera de bonos y acciones, y la opacidad general de su sistema financiero dejan al yuan a muchas d¨¦cadas de distancia para suplantar al d¨®lar en la econom¨ªa mundial legal.
Pero el control de la econom¨ªa subterr¨¢nea es otra cosa. El volumen mundial de esta econom¨ªa (que incluye ante todo la evasi¨®n fiscal y diversas actividades delictivas, pero tambi¨¦n el terrorismo) es mucho menor que el de la econom¨ªa legal (tal vez, la quinta parte), pero no deja de ser muy importante. La cuesti¨®n aqu¨ª no es tanto qu¨¦ moneda domina, sino c¨®mo minimizar los efectos adversos. Y una moneda digital china de amplio uso y con respaldo estatal puede sin duda tener repercusiones, especialmente en ¨¢reas donde los intereses de China no coincidan con los de Occidente.
En principio, a una moneda digital regulada por Estados Unidos se le puede exigir que sus transacciones sean rastreables por parte de las autoridades estadounidenses, de modo que si Corea del Norte la usara para contratar a f¨ªsicos nucleares rusos, o Ir¨¢n para financiar actividades terroristas, correr¨ªan alto riesgo de que las transacciones fueran descubiertas y tal vez incluso bloqueadas. Pero trat¨¢ndose de una moneda digital de procedencia china, Estados Unidos tendr¨ªa muchos menos instrumentos a su disposici¨®n. Las autoridades occidentales podr¨ªan prohibirla en ¨²ltima instancia, pero eso no impedir¨ªa su uso en muchas partes de ?frica, Am¨¦rica Latina y Asia, lo que a su vez podr¨ªa generar cierta demanda subterr¨¢nea, incluso en Estados Unidos y Europa.
?No pueden cumplir la misma funci¨®n las criptomonedas ya creadas, como el bitcoin? De hecho, la cumplen en un grado muy limitado. Pero en todo el mundo las autoridades tienen inmensos incentivos para poner l¨ªmites a las criptomonedas, mediante una marcada restricci¨®n de su uso en bancos y comercios minoristas. Esas restricciones restan liquidez a las criptomonedas actuales y, en definitiva, reducen considerablemente su valor subyacente fundamental. Pero no ocurrir¨ªa lo mismo con un yuan digital chino, que podr¨ªa gastarse f¨¢cilmente en una de las dos econom¨ªas m¨¢s grandes del mundo. Es verdad que la futura moneda digital china usar¨¢ casi seguramente tecnolog¨ªa de cadena de bloques (blockchain) con ¡°permisos¡±, de modo que una c¨¢mara compensadora central dar¨¢ al Gobierno chino control de todo lo que suceda con esa moneda. Aunque no a Estados Unidos.
La criptomoneda Libra de Facebook tambi¨¦n usa permisos, en este caso, bajo los auspicios de las autoridades suizas. Es indudable que ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil cooperar con Suiza (sede de registro oficial de Libra) que con China, pese a la larga tradici¨®n suiza de otorgar privacidad a las transacciones financieras, especialmente en lo referido a la evasi¨®n fiscal.
Adem¨¢s, el hecho de que Libra est¨¦ atada al d¨®lar ampl¨ªa la capacidad de las autoridades estadounidenses para supervisarla, ya que en la actualidad todas las transacciones con d¨®lares se liquidan a trav¨¦s de entidades reguladas por Estados Unidos. Sin embargo, como gran parte de la funcionalidad de Libra se puede duplicar con instrumentos financieros tradicionales, cuesta verle una base importante de demanda, excepto por parte de personas interesadas en pasar inadvertidas. A menos que las monedas patrocinadas por empresas tecnol¨®gicas ofrezcan una tecnolog¨ªa realmente superior (y esto dista de ser obvio) deber¨ªan ser reguladas igual que todo el mundo.
Libra alent¨® a los bancos centrales de muchas econom¨ªas avanzadas a acelerar programas para la provisi¨®n m¨¢s amplia de monedas digitales minoristas. Y ojal¨¢ sirva para reforzar sus intentos de mejorar la inclusi¨®n financiera. Pero esta batalla no es solo por las ganancias derivadas de la emisi¨®n de moneda; en ¨²ltima instancia, es por la capacidad del Estado para regular y gravar la econom¨ªa en general, y por la capacidad del Gobierno estadounidense para usar el papel mundial del d¨®lar como instrumento de pol¨ªtica internacional.
Hoy Estados Unidos tiene en vigor sanciones financieras contra 12 pa¨ªses. Turqu¨ªa estuvo brevemente en este grupo el mes pasado despu¨¦s de la invasi¨®n a territorio kurdo en Siria, pero las sanciones se anularon poco despu¨¦s. Las aplicadas a Rusia se mantienen desde hace cinco a?os.
As¨ª como la tecnolog¨ªa transform¨® los medios, la pol¨ªtica y los negocios, est¨¢ a punto de provocar una disrupci¨®n similar en la capacidad de Estados Unidos para aprovechar la confianza en su moneda como instrumento de sus m¨¢s amplios intereses nacionales. Es probable que Libra no sea la respuesta a la inminente disrupci¨®n que suponen monedas digitales con respaldo estatal procedentes de China y otros lugares. Pero si no lo es, los Gobiernos occidentales deben comenzar a pensar una respuesta ya, antes de que sea demasiado tarde.
Kenneth Rogoff, ex economista principal del FMI, es profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad Harvard. ? Project Syndicate 1995¨C2019. Traducci¨®n: Esteban Flamini
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