Los dem¨®cratas todav¨ªa pueden salvarnos
Quienes definen Estados Unidos por sus ideales, no por el dominio de un grupo ¨¦tnico concreto, no se rendir¨¢n con facilidad
La votaci¨®n del pasado mi¨¦rcoles a favor de la destituci¨®n de Donald Trump no fue ni una sorpresa ni un punto de inflexi¨®n. Sab¨ªamos desde hac¨ªa semanas que la C¨¢mara de Representantes votar¨ªa a favor del impeachment. Sabemos tambi¨¦n, con la certeza con que se puede saber algo en pol¨ªtica, que el Senado controlado por los republicanos no condenar¨¢ a Trump ni le expulsar¨¢ del cargo; es posible que ni siquiera pretenda que mirar¨¢ las pruebas. De modo que ser¨ªa f¨¢cil mostrarse esc¨¦ptico respecto a todo esto.
Pero no es esa la sensaci¨®n que ha dado. Para m¨ª, y sin duda para millones de compatriotas, el mi¨¦rcoles fue un d¨ªa muy emotivo, un d¨ªa de desesperaci¨®n y de esperanza al mismo tiempo. Las razones para la desesperaci¨®n son evidentes. Podr¨ªamos f¨¢cilmente perder todo lo que supuestamente Estados Unidos representa. El lugar donde naci¨® la libertad bien podr¨ªa estar a pocos meses de abandonar todos sus ideales.
Pero tambi¨¦n hab¨ªa razones para la esperanza. Resulta que los enemigos de la libertad son tan desvergonzados y corruptos en Estados Unidos como en otros pa¨ªses, desde Hungr¨ªa hasta Turqu¨ªa, en los que la democracia se ha derrumbado de hecho. Pero los defensores de la democracia estadounidense parecen m¨¢s unidos y decididos que sus hom¨®logos de otros pa¨ªses. La gran inc¨®gnita es si esa diferencia ¨Cesa verdadera excepcionalidad estadounidense¨C bastar¨¢ para salvarnos.
Los enemigos de la libertad en EE UU son tan corruptos como en otros pa¨ªses, desde Hungr¨ªa hasta Turqu¨ªa
Retrocedamos un poco y pregunt¨¦monos qu¨¦ hemos aprendido sobre Estados Unidos en los ¨²ltimos tres a?os. Nunca ha cabido duda de que Trump abusar¨ªa de su poder; desde el principio, telegrafi¨® su desprecio por el sistema de derecho, su ansia de explotar el cargo para su beneficio personal. Sin embargo, durante un tiempo, fue posible imaginar que al menos parte de su partido defender¨ªa los principios democr¨¢ticos. Pero no fue as¨ª. Lo que hemos visto desde el mi¨¦rcoles es un desfile de sicofantes que comparaban a su l¨ªder con Jesucristo al tiempo que escup¨ªan desacreditadas teor¨ªas de conspiraci¨®n salidas directamente del Kremlin. Y mientras lo hac¨ªan, el objeto de su adoraci¨®n pronunciaba un discurso interminable e inconexo, propio de un dictador tercermundista y lleno de mentiras, que oscilaba entre la grandiosidad y la autocompasi¨®n, con quejas intercaladas sobre la cantidad de veces que tiene que pulsar el bot¨®n de la cisterna.
Los republicanos, en otras palabras, son irredimibles; se han convertido en otro partido autoritario, consagrado al principio del l¨ªder. Y al igual que otros partidos similares de otros pa¨ªses, el Partido Republicano estadounidense intenta ama?ar las futuras elecciones mediante la manipulaci¨®n de distritos electorales y la supresi¨®n de votantes, creando un control permanente del poder.
Pero aunque los partidarios de Trump se asemejen a sus hom¨®logos de las democracias fallidas, los miembros de la oposici¨®n no se parecen en nada. Uno de los aspectos deprimentes del auge de partidos autoritarios como el h¨²ngaro Fidesz y el polaco Ley y Justicia ha sido la ineficacia de la oposici¨®n, desunida, desorganizada e incapaz de presentar un desaf¨ªo real ni siquiera contra aut¨®cratas impopulares que consolidaban su poder. Sin embargo, el trumpismo ha tenido enfrente desde el comienzo una oposici¨®n decidida, unidad y eficaz, lo cual se ha reflejado tanto en las manifestaciones masivas como en las victorias electorales de los dem¨®cratas. En 2017 hab¨ªa solo 15 gobernadores dem¨®cratas, frente a 35 republicanos; hoy, la diferencia es de 24 a 26. Y el a?o pasado, por supuesto, los dem¨®cratas obtuvieron una victoria arrasadora en las elecciones a la C¨¢mara de Representantes, que es lo que ha hecho posible la vista y la votaci¨®n a favor del impeachment.
Los republicanos intentan ama?ar las elecciones con la manipulaci¨®n de distritos electorales
Muchos de los nuevos congresistas dem¨®cratas representan a distritos de tendencia republicana, y algunos observadores esperaban que un n¨²mero significativo de ellos desertara el mi¨¦rcoles. Por el contrario, el partido se mantuvo casi completamente unido. Cierto que tambi¨¦n lo hicieron sus rivales; pero mientras que los republicanos sonaban, bueno, desquiciados en su defensa de Trump, los dem¨®cratas parec¨ªan sobrios y serios, decididos a cumplir con su deber constitucional aunque ello comportase riesgos pol¨ªticos.
Ahora bien, nada de esto significa necesariamente que la democracia vaya a sobrevivir. Aunque hayan perdido elecciones, los republicanos han ido consolidando su control sobre los tribunales y otras instituciones nacionales. Los l¨ªderes dem¨®cratas del Congreso han estado inesperadamente, incluso asombrosamente, impresionantes; el campo presidencial dem¨®crata, no tanto.
Y puede que la unidad de prop¨®sito que vimos el mi¨¦rcoles no se sostenga el pr¨®ximo noviembre. Si los dem¨®cratas eligen a un candidato o candidata progresista, como Elizabeth Warren o Bernie Sanders, ?decidir¨¢n los dem¨®cratas ricos que defender la democracia es menos importante que unos impuestos bajos para ellos? Si el partido nombra a un moderado como Joe Biden, ?expresar¨¢n algunos defensores de Sanders su frustraci¨®n como hicieron en 2016, qued¨¢ndose en casa o votando al candidato de un tercer partido? Teniendo en cuenta lo que nos jugamos, me gustar¨ªa descartar estas preocupaciones, pero no lo consigo.
Si a eso le a?adimos el grado en que las elecciones del pr¨®ximo a?o estar¨¢n ama?adas a favor de Trump, tanto mediante la supresi¨®n de votantes como por el sesgo introducido por el Colegio Electoral, y el sesgo a¨²n mayor creado por un mapa del Senado que da a los estados peque?os, principalmente conservadores, tanta representaci¨®n como a estados progresistas con mucha m¨¢s poblaci¨®n, es perfectamente posible que el trumpismo triunfe a pesar de todo.
Sin embargo, lo que aprendimos el mi¨¦rcoles es que quienes definen Estados Unidos por sus ideales, no por el dominio de un grupo ¨¦tnico, no se rendir¨¢n con facilidad. La mala noticia es que nuestros villanos son tan villanos como los de todos los dem¨¢s. La buena es que nuestros buenos parecen inusualmente decididos a hacer lo correcto.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times 2019
Traducci¨®n de News Clips
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