Las voces de la herida econ¨®mica de la pandemia
EL PA?S re¨²ne a empresarios y trabajadores de Brasil, M¨¦xico, Colombia y Argentina. Cuatro pa¨ªses que han tomado medidas de distinta intensidad para aplacar el golpe econ¨®mico de la crisis, pero a los que les une un mismo hilo: la precariedad y la incertidumbre
El primer caso latinoamericano de la covid-19 se registr¨® oficialmente en Brasil a finales de febrero. Desde entonces, los Gobiernos de la regi¨®n han tomado medidas de distinta intensidad para aplacar la crisis sanitaria y su derivada econ¨®mica, cuya onda expansiva provocar¨¢ una ca¨ªda del PIB de m¨¢s del 5%, peor que en todas las crisis recientes, desde el shock de deuda de los 80 a la Gran Recesi¨®n. Brasil y M¨¦xico, los dos primeras econom¨ªas, han optado por medidas flexibles de confinamiento con la esperanza de no ahogar completamente la actividad econ¨®mica. Colombia y Argentina, por su lado, han sido muy estrictos con la cuarentena.
Las consecuencias del par¨®n global -el golpe en las materias primas, la ca¨ªda de las exportaciones o el cierre del turismo- ya han empezado a aparecer en la regi¨®n en forma de m¨¢quina trituradora de empleos y tejido empresarial. Al final del a?o que viene, se espera que el n¨²mero de personas desempleadas aumente en 12 millones, sin contar la bolsa gigante de negocios y trabajadores informales que ver¨¢n empeorar sus ingresos y nivel de vida. Seg¨²n los pron¨®sticos de la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (CEPAL), la pandemia amenaza con hundir en la pobreza a 29 millones de personas en 2021.
La mayor¨ªa de los Gobiernos de la regi¨®n han optado por ensanchar los canales de la ayuda a costa de engordar la deuda p¨²blica. En Brasil, una renta b¨¢sica para los trabajadores informales y cr¨¦ditos empresariales a trav¨¦s de los bancos p¨²blicos. Exenciones fiscales y apoyo salarial para las empresas en Argentina. Avales p¨²blicos y un ingreso b¨¢sico tambi¨¦n en Colombia, que ha optado por renovar la l¨ªnea de cr¨¦dito del FMI. M¨¦xico es por ahora el pa¨ªs que ha decidido abrir menos la mano, manteniendo los subsidios habituales y una l¨ªnea de microcr¨¦ditos blandos. El escueto plan mexicano est¨¢ siendo complementado por la iniciativa privada.
EL PA?S re¨²ne a trabajadores y empresarios de los cuatro pa¨ªses para conocer sus historias y pulsar el estado de sus econom¨ªas.
Jes¨²s Carmona
Hotelero mexicano
"La econom¨ªa se est¨¢ yendo al escusado"
Jes¨²s Carmona, 59 a?os, describe la situaci¨®n como ¡°un tsunami que de repente se viene encima y no hay manera de estar preparado". En sus casi 20 a?os al frente de un hotel en Nayarit, en la costa del Pac¨ªfico mexicano, nunca hab¨ªa asistido a una cosa igual: cierre de todas las playas y todos los hoteles. Antes incluso de la declaraci¨®n de la emergencia sanitaria, el 31 de marzo, con la que el Gobierno ordenaba la suspensi¨®n de las actividades econ¨®micas no esenciales, Carmona ya hab¨ªa echado el cierre a su negocio, un hotel en un antiguo pueblito de pescadores con 38 habitaciones y 160 trabajadores. ¡°Nos adelantamos porque vivimos fundamentalmente de clientes de Estados Unidos y Canad¨¢ y llev¨¢bamos una avalancha de cancelaciones".
De 160 ha pasado a 25 trabajadores. Y los pagos con los proveedores cada vez se complican m¨¢s. ¡°Es como un efecto domin¨®", explica el empresario, que prefiere hablar de una ¡°suspensi¨®n temporal" del contrato de sus trabajadores, a los que asegura que ha dado un ¡°peque?a liquidaci¨®n" y les reparte ¡°despensas" peri¨®dicamente. ¡°Toda la econom¨ªa de esta zona depende del turismo: el comercio, los transportes¡ Y todo est¨¢ parado", cuenta el empresario, que tambi¨¦n es director de una asociaci¨®n hotelera.
Sobre las medidas del Gobierno mexicano, es muy tajante: ¡°No tenemos presidente". Es muy esc¨¦ptico con el paquete de cr¨¦ditos blandos para peque?as y medianas empresas. ¡°Esperemos que s¨ª llegue esa ayuda y que no sea bloqueada por la burocracia. Hay veces que en M¨¦xico hasta te piden una muestra de sangre cuando vas a hacer un tr¨¢mite". ?l, en todo caso, no va a pedirlas. Dice tener un colch¨®n para aguantar un tiempo. Pero habr¨ªa preferido que los programas de ayuda hubieran sido m¨¢s flexibles, como por ejemplo las pr¨®rrogas en el pago de facturas de luz establecidas en otros pa¨ªses. ¡°La econom¨ªa mexicana se est¨¢ yendo por el escusado".
La rivera de Nayarit y su extensi¨®n por el norte del Estado de Jalisco se ha consolidado en los ¨²ltimos a?os como el segundo destino tur¨ªstico m¨¢s visitado del pa¨ªs detr¨¢s de Canc¨²n. La zona ha vivido un vertiginoso desarrollo inmobiliario durante las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. ¡°S¨®lo en mi zona, cuando yo llegu¨¦ de Acapulco en 1996, apenas hab¨ªa dos hoteles, ahora somos 57", recuerda Carmona, que no prev¨¦ que la recuperaci¨®n llegue hasta 2021.
Mar¨ªa Victoria
Comercial venezolana en Argentina
¡°Hay una tensi¨®n extra?a"
Mar¨ªa Victoria A?es lleva barbijo, delantal azul y guantes de l¨¢tex. Cada d¨ªa viaja hora y media desde su casa en Avellaneda, en el extrarradio de Buenos Aires, y cruza toda la ciudad de sur a norte hasta el comercio de venta de quesos y fiambres donde trabaja. La traves¨ªa, de hora y media, se ha complicado con la cuarentena obligatoria que rige en Argentina desde el 20 de marzo. ¡°Demoro m¨¢s en llegar, porque cada d¨ªa la polic¨ªa me pide el permiso de circulaci¨®n cuando ingreso a la ciudad y luego vuelven a pararme en el metro. Aqu¨ª el transporte es bueno, pero ahora trasladarse se ha vuelto m¨¢s dif¨ªcil", cuenta. Como compensaci¨®n, celebra que vuelve m¨¢s temprano a casa, porque el negocio tiene ahora horario corrido y por la noche adelant¨® el cierre. Se la ve contenta, pero cansada.
A?es tiene s¨®lo 19 a?os y naci¨® en Barquisimeto, Venezuela. En 2018 emigr¨® junto con su novio hacia Buenos Aires ¡°con planes de estudiar Medicina", pero la crisis econ¨®mica y las necesidades del arraigo han pospuesto sus planes. Su novio consigui¨® trabajo de mantenimiento en un hotel y ella en el comercio donde ahora pasa la mayor parte del d¨ªa. ¡°Mi novio cobra el salario, pero est¨¢ sin trabajar porque el hotel no es servicio esencial", dice. Meses atr¨¢s, se sum¨® a la familia su madre, que ¡°trabaj¨® solo dos semanas en una tienda de ropa y ahora qued¨® sin empleo por la cuarentena", se lamenta.
La rutina diaria ¡°no ha cambiado demasiado" para A?es, porque la venta de alimentos ha quedado fuera de las medidas de confinamiento. La mujer siente, sin embargo, una ¡°tensi¨®n extra?a" en la calle. ¡°Hay como un estr¨¦s por todo lo que est¨¢ pasando", dice. Para evitar contagios, trabaja con guantes y mascarilla y se lava constantemente las manos con alcohol, una rutina que sigue tambi¨¦n su compa?ero y la due?a del comercio. A?es no logra, sin embargo, perder del todo el miedo del contacto permanente con los clientes. ¡°Est¨¢n los que piensan en el bienestar de todos y los que solo piensan en ellos. No respetan la distancia y tocan las mercader¨ªa", se queja. ¡°Los primeros d¨ªas nos dec¨ªan ¡®ustedes no pueden cerrar, ustedes se tienen que quedar ac¨¢¡¯, sin tener en cuenta que tambi¨¦n somos humanos y necesitamos cuidarnos". Cuando regresa a casa, repite el mismo ritual. ¡°Me quito la ropa y me ba?o con agua bien caliente", dice. Su mayor preocupaci¨®n es llevar el virus a su familia.
A?es est¨¢ de acuerdo con la cuarentena obligatoria. ¡°Esto lo resolvemos entre todos o no hay soluci¨®n", dice, aunque no tiene una buena opini¨®n del futuro. ¡°Ser¨¢ muy complicada la situaci¨®n econ¨®mica para muchas familias". Y piensa en su madre, reci¨¦n emigrada y sin empleo.
Paulo Sales
Empresario automotriz brasile?o
¡°Hemos adaptado nuestros negocios pero no sabemos c¨®mo va a terminar esto¡±
Los ejecutivos de las empresas brasile?as planifican estrategias para sobrevivir al desierto de ventas impuesto por la cuarentena que cerr¨® comercios en todo el pa¨ªs. Paulo Sales, 65 a?os, copresidente del consejo de administraci¨®n del Grupo Moura, que fabrica bater¨ªas para autos, estima que sus ventas van a caer un 50% entre marzo y abril, pero no tiene planes de recortar su plantilla de 6.000 empleados.
Un 80% del equipo del Grupo Moura se ha trasladado a sus casas para realizar el teletrabajo que garantice las ventas que restan, y muchos tuvieron sus vacaciones adelantadas. El otro 20% est¨¢ en la oficina central en Recife, capital del Estado de Pernambuco, al noreste de Brasil, o en las f¨¢bricas que mantiene en la ciudad de Belo Jardim, donde se producen las bater¨ªas, pero ahora a un ritmo m¨¢s lento. Han bajado los pedidos de la industria automovil¨ªstica global, pero siguen al menos los pedidos para reposici¨®n de piezas en Brasil y en los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina en que opera el Grupo Moura. La empresa anticip¨® algunos planes, como el de ampliar cr¨¦dito de venta a los talleres y comercios que le compran las bater¨ªas para fortalecer la relaci¨®n con sus clientes en tiempos de guerra al virus.
Cuando supo que la pandemia llegaba, los socios recurrieron a algunos cr¨¦ditos en el mercado privado para dejar ¡®la casa en orden¡¯ y estudiar con calma los pr¨®ximos pasos. La empresa tiene una f¨¢brica en Argentina que par¨® totalmente en la crisis. ¡°Hemos adaptado nuestros negocios para este nuevo momento que empez¨® y que no sabemos c¨®mo va a terminar¡±, cuenta Sales, que puede recurrir a las ayudas del Gobierno en alg¨²n momento. ¡°El Gobierno hizo lo que pudo en un momento tan complicado como este. Es muy dif¨ªcil juzgar lo que es cierto o no¡±, eval¨²a. Para ayudar en un momento tan grave, la empresa desarroll¨® moldes para mascarillas simples en cooperaci¨®n con peque?as empresas y escudos de protecci¨®n para profesionales de la salud, que est¨¢n siendo entregados como donaciones a hospitales. De cara al futuro, cree que muchas cosas pueden cambiar, pero nunca hasta el punto de afectar al n¨²cleo de sus negocios: ¡°La gente no va a dejar de andar en auto¡±.
Brian Jim¨¦nez
Trabajador agr¨ªcola colombiano
¡°No hay qui¨¦n compre fresas, duraznos y peras¡±
Colombia es un pa¨ªs eminentemente rural. Miles de familias campesinas viven de la venta de lo que cultivan, ¡°de un trabajo muy arduo a pleno sol y fr¨ªo, que no siempre se valora¡±, como dice Brian Jim¨¦nez, un productor de Boyac¨¢, en el centro de Colombia. Jim¨¦nez cre¨® junto a su familia Comproagro, una plataforma web que elimina la cadena de intermediarios en el proceso de compra y venta de los productos agr¨ªcolas.
La cuarentena favoreci¨® a estos trabajadores en sus inicios, pero la extensi¨®n ya afecta a sus perspectivas de futuro. ¡°Hace como una semana se empez¨® a poner complicado, ya no rota la mercanc¨ªa. Los pedidos bajaron un mont¨®n. Est¨¢bamos trabajando cinco o seis d¨ªas semanales, ahora solo dos d¨ªas¡±, cuenta este joven de 20 a?os que normalmente surte de cebolla cabezona y larga a supermercados de Bogot¨¢ y la costa atl¨¢ntica. A esto se suma el temor a un contagio despu¨¦s de que se confirmaran siete casos de la covid-19 en Corabastos, la central de abastecimiento de alimentos de Bogot¨¢.
¡°La verdad pens¨¦ que todo esto no nos iba a afectar tanto, pero claro, la gente no tiene plata para comprar ciertos productos. En nuestro pueblo se est¨¢n perdiendo las fresas, los duraznos y las peras porque no hay qui¨¦n las compre¡±, cuenta Jim¨¦nez. En su pueblo, llamado Toca, hay otra preocupaci¨®n adicional: las empresas de flores dan unos 2.500 empleos, pero al no poder exportar, ¡°podr¨ªan cerrar y si eso pasa se sentir¨¢ en todo el pueblo¡±.
Gast¨®n Portalez
Empresario industrial argentino
¡°No podemos quedarnos quietos¡±
Gast¨®n Portalez tiene 38 a?os y es dise?ador industrial. Hace cuatro a?os, cre¨® Pirka Stone y se convirti¨® en empresario. Le ha ido bien. Su empresa de placas y revestimientos de piedra artificial antihumedad tiene hoy 69 locales repartidos en Argentina y seis pa¨ªses de Am¨¦rica Latina. En la f¨¢brica que mont¨® en las afueras de Buenos Aires trabajan 50 operarios, pero la cifra de personas que viven de la compa?¨ªa cuando se suma toda la cadena de valor supera las 1.200. La pandemia lo ha golpeado con especial dureza. ¡°Dejamos de vender, porque nuestro sistema de venta es llave en mano: tenemos que ir al domicilio, hacer un diagn¨®stico, cotizar e instalar el producto con alba?iles. Cuando se declar¨® el aislamiento todos nos paramos¡±, dice.
La cuarentena lo encontr¨® en plena expansi¨®n e hiperactivo. Hoy se queda en su casa, pero dice trabaja m¨¢s que antes por el esfuerzo de mantener a flote la empresa y a sus clientes mayoristas, emprendedores que compraron la franquicia de Pirka Stone. ¡°Tenemos un comit¨¦ de crisis. Enviamos comunicados a la red de comercios con consejos para evitar conflictos, renegociar los alquileres o ayuda en la gesti¨®n de cheques rechazados¡±, dice.
Portalez est¨¢ de acuerdo con la cuarentena obligatoria que rige desde el 20 de marzo, pero advierte que el pa¨ªs est¨¢ ¡°en una encerrona complicada¡±. ¡°Argentina ven¨ªa de cuatro a?os de crisis y la pandemia agarra a la industria muy golpeada y a un Gobierno sin capacidad de ayuda porque no tiene cr¨¦dito. Se te muere la gente por la pandemia y ten¨¦s una crisis econ¨®mica grav¨ªsima¡±, dice.
La cuarentena le quita el sue?o, y sin sue?o su cabeza no para. Por eso ya se asoci¨® a una metal¨²rgica ¡°que tiene rob¨®tica¡± para ¡°desarrollar un sistema de cabinas de desinfecci¨®n¡± de personas que podr¨¢ adaptarse a cualquier tipo de comercio. El empresario ve despu¨¦s de la pandemia una oportunidad para este tipo de estructuras y no quiere perder la carrera. ¡°Tenemos adem¨¢s un contacto con un laboratorio extranjero para traer un producto sanitizante que no da?a al ser humano. Hoy se usan productos como hipoclorito de sodio, que son muy peligrosos¡±, dice. ¡°No sabemos si el negocio de las cabinas va a andar, pero no podemos quedarnos quietos¡±. La estrategia de Portalez contra la par¨¢lisis de su empresa ha sido reinventarse, cuanto antes.
Karen Hernandez
Maquiladora mexicana
¡°Si nos dejan de pagar, tendremos que pedir por las esquinas¡±
Karen Hern¨¢ndez (nombre ficticio) trabaja en Aptiv, una f¨¢brica de componentes para la industria del autom¨®vil en Ciudad Ju¨¢rez (Estado de Chihuahua), la ciudad fronteriza mexicana que acumula la mayor cantidad de maquilas -cerca del 300- del pa¨ªs. Un negocio nacido al calor del Tratado de Libro Comercio con EE UU. Las maquilas producen manufacturas con mano de obra barata que tienen como destino el otro lado de la frontera. Hern¨¢ndez cobra 1400 pesos semanales (unos 55 d¨®lares) por jornadas de ocho horas, seis d¨ªas a la semana, ensamblando peque?os motores el¨¦ctricos en una cadena de montaje.
El 24 de marzo, una semana antes de la orden del Gobierno de suspender todas la actividades de las empresas salvo las esenciales, en su f¨¢brica les anunciaron que durante una semana iban a cerrar y recortar el salario un 40%. Las armadoras en EE UU llevaban ya semanas cerradas y no ten¨ªan c¨®mo dar salida a la producci¨®n. Tras el primer par¨®n lleg¨® otro y los trabajadores de la f¨¢brica nueve de Aptiv, unos 1.500, tienen miedo de no volver a recuperar sus trabajos. ¡°Nos dijeron que ya nos llamar¨ªan pero ya no sabemos bien. Adem¨¢s no hay gerente, nadie nos informa de qu¨¦ va a pasar. En la maquila se puede vivir dignamente, pero al d¨ªa, si nos dejan de pagar tendremos que ir a pedir por las esquinas¡±.
Con el recorte, Hernandez est¨¢ cobrando ahora 800 pesos semanales (unos 30 d¨®lares). Tiene 28 a?os, vive sola en un departamento por el que paga una renta de 1000 pesos mensuales. ¡°Yo apenas la armo, pero hay compa?eros que est¨¢n mucho peor, porque les est¨¢n descontando tambi¨¦n cr¨¦ditos de Infonavit o pr¨¦stamos de ahorro. Les est¨¢n depositando apenas 400 pesos¡±. Cuenta que una compa?era se ha buscado otro trabajo de cajera en un supermercado.
El padre de Hern¨¢ndez tambi¨¦n trabaja en la maquila y su madre es migrante en EE UU. Ella misma tambi¨¦n prob¨® suerte al otro lado de la frontera pero la deportaron. ¡°El a?o que viene ya cumplo el castigo y puedo volver a pedir la visa¡±. Est¨¢ decepcionada por L¨®pez Obrador. Era la primera vez que votaba y confi¨® en Morena. ¡°Este Gobierno no lo est¨¢ haciendo bien. Las maquilas se van a la bancarrota y los pobres tambi¨¦n¡±. Las ¨²nicas medidas espec¨ªficas del Gobierno han sido lanzar 25.000 pesos (1.000 d¨®lares) en cr¨¦ditos blandos para las empresas bajo la condici¨®n que no despidan a sus trabajadores. Las maquilas han estado en el punto de mira desde la orden oficial de suspensi¨®n para las empresas. Muchas no pararon hasta que salieron a la luz los primeros fallecimientos de trabajadores por la covid. En las f¨¢bricas de Lear Corporation, otra maquila vecina dedicada tambi¨¦n a las autopartes, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) registr¨® 13 muertes esta semana.
Arturo Calle
Empresario textil colombiano
"Estamos en un momento que nunca hab¨ªamos vivido¡±
Arturo Calle, la marca de ropa masculina m¨¢s importante de Colombia, y que lleva el nombre de su fundador, fue la primera en dar tranquilidad a sus empleados reci¨¦n se conoci¨® la cuarentena obligatoria en el pa¨ªs. R¨¢pidamente, Arturo Calle, padre, 82 a?os, y su hijo Carlos Arturo Calle, 59, salieron a anunciar que se compromet¨ªan a seguir pagando la n¨®mina aunque los locales y f¨¢bricas permanecieran cerrados. ¡°Esta es una situaci¨®n que lleg¨® sin aviso previo, que nos puso como empresarios en un momento que nunca hab¨ªamos vivido, y me atrever¨ªa a decir que tampoco hab¨ªamos contemplado. Ha sido un reto esta adaptaci¨®n sin perder de foco que debemos preservar la sostenibilidad de la compa?¨ªa¡±, dice Carlos Arturo Calle, gerente general del Grupo Empresarial, a trav¨¦s de un cuestionario.
La decisi¨®n, que fue muy celebrada en Colombia, guarda relaci¨®n con la historia de esta compa?¨ªa, que empez¨® como una empresa familiar en un peque?o local de ropa en Bogot¨¢. ¡°Por eso desde el primer momento en que nos enfrentamos a esta coyuntura, entendimos que primero est¨¢ el ser humano antes que el dinero. No obstante, tenemos que ser cautelosos y responsables, tenemos que saber responder hoy y ma?ana cuando podamos volver a operar, as¨ª que d¨ªa a d¨ªa nos vamos adaptando y evaluando alternativas que nos permitan actuar conforme lo hemos anunciado¡±, agrega.
La extensi¨®n de la cuarentena hasta el 11 de mayo en el pa¨ªs andino ha supuesto dificultades para muchos sectores empresariales, como el de la confecci¨®n. ¡°Estamos muy limitados para poder operar, si bien los procesos de manufactura podr¨¢n iniciar a partir del 27 de abril, lo m¨¢s importante para nosotros es poder volver a acercarnos a nuestros clientes a trav¨¦s de las tiendas. Entendemos que ante todo y primero est¨¢ la salud, as¨ª que seguiremos actuando conforme lo dicten las autoridades¡±. Sin embargo, ya se est¨¢n reinventando y lanzaron una colecci¨®n llamada Real Basics, de ropa para estar en casa y ¡°con estas ventas seguir teniendo caja para el pago de nuestra n¨®mina¡±. Pero adem¨¢s, est¨¢n desarrollando una l¨ªnea de ropa de protecci¨®n para profesionales de la salud y ¡°elementos de protecci¨®n para los ciudadanos de a pie. Todos estos esfuerzos los realizamos para cumplir con nuestra promesa inicial a nuestros 6.000 trabajadores¡±.
Carla da Silva
T¨¦cnica de enfermer¨ªa brasile?a
¡°Si uno pierde la fe, lo pierde todo¡±
Carla da Silva, t¨¦cnica de enfermer¨ªa, que vive en el Estado de Rio de Janeiro, es uno de los millones de brasile?os que aguardan su turno para recibir la renta b¨¢sica que ha puesto en marcha el Gobierno. En plena pandemia, enormes colas se forman en las agencias del banco p¨²blico brasile?o la Caixa en todo el pa¨ªs para recibir durante tres meses los 600 reales, unos 108 d¨®lares, destinados a los 38,4 millones de trabajadores informales, los aut¨®nomos, las madres cabeza de familia y los m¨¢s pobres entre los m¨¢s pobres, acogidos al programa Bolsa Familia. El Gobierno ha desarrollado una aplicaci¨®n de celular para facilitar las solicitudes y entregas del dinero, pero el programa, que empez¨® el 17 de abril, ha encontrado a un pa¨ªs desesperado y muchos candidatos a la ayuda no est¨¢n familiarizados con soluciones digitales. Caixa inform¨® que 33 millones de personas ya fueron contempladas, pero las noticias de gente que sigue a la espera de su cobro se multiplica.
Da Silva, de 21 a?os, se inscribi¨® por Internet al igual que su madre, quien trabajaba como empleada dom¨¦stica y es quien responde por las cuentas del hogar. ¡°Me form¨¦ a finales de 2018 y estoy en busca de empleo, pero no logro por falta de experiencia¡±, lamenta Carla, que habla con este diario sin que su mam¨¢ lo sepa. ¡°No quiere exponerse porque no le gusta la idea de que la vean pidiendo ayuda¡±, explica. Su madre trabajaba como informal antes de la pandemia y tuvo que dejar el empleo por los riesgos del coronavirus. De una hora para otra, se vi¨® sin nada.
Las dos viven solas y no pagan alquiler porque viven en una casa propia, herencia de la abuela de Carla. No salen a la calle para no correr el riesgo de contagiarse, y porque tampoco hay ofertas de trabajo. Se inscribieron en la aplicaci¨®n de la Caixa, pero a¨²n esperan su turno. ¡°Su solicitaci¨®n sigue en an¨¢lisis¡±, le informa el programa cada vez que mira su celular para ver si ha ca¨ªdo el dinero. ¡°Pagamos el supermercado con la tarjeta de cr¨¦dito, por eso estamos ansiosas¡±, explica Carla, que se distrae de la pandemia con sus libros y conversaciones con amigos por las redes sociales. Mantiene el buen humor y la esperanza de d¨ªas mejores por la fe. ¡°Tenemos que creer. Si uno pierde la fe, lo pierde todo¡±, dice. ¡°A¨²n m¨¢s con un mundo en pandemia¡±, concluye.