Contabilidad social, el ansiado nexo entre empresa y sociedad
Con esta mirada, competitividad significa buscar mayor prosperidad para el conjunto de la ciudadan¨ªa
En estos tiempos de pandemia e incertidumbre en la que nos est¨¢ tocando vivir, la ciudadan¨ªa, en general, y las personas en particular, hemos aprendido a valorar a las empresas y organizaciones por el servicio que prestan a la sociedad, es decir, por su funci¨®n social. Nos hemos dado cuenta de la importancia de distintos sectores, tales como sanidad, log¨ªstica, educaci¨®n, telecomunicaciones, y tantos otros; no tanto por la cifra de negocio que generan, sino por su contribuci¨®n al bienestar de las personas y de la sociedad en su conjunto. Esta es la idea que subyace bajo el concepto de valor social, entendido como la contribuci¨®n al bienestar general realizada por los diferentes tipos de empresa: mercantiles, sociales, p¨²blicas o mixtas.
Si bien la medici¨®n de este valor no es sencilla, un grupo de universidades espa?olas en el marco de CIRIEC (Centro Internacional de Investigaci¨®n e Informaci¨®n sobre la Econom¨ªa P¨²blica, Social y Cooperativa), lideradas por Deusto, llevan casi una d¨¦cada trabajando en el desarrollo de un procedimiento que permita sistematizar el valor generado o detra¨ªdo por las organizaciones para la sociedad, en unidades monetarias, a imagen de la contabilidad econ¨®mico-financiera.
Esta ¡°contabilidad social¡± supone una ampliaci¨®n en dos dimensiones de la actual contabilidad: la primera, en cuanto que adem¨¢s del valor de mercado incorpora tambi¨¦n las transferencias de valor que no se encuentran mediatizadas por el pago efectivo de precios y que, por tanto, son ajenas a la contabilidad tradicional. En un segundo momento, se incorpora tambi¨¦n el valor emocional que las entidades transfieren a sus diferentes grupos de inter¨¦s. Estos grupos de inter¨¦s son, adem¨¢s de los accionistas e inversores, los trabajadores, proveedores, clientes, administraciones p¨²blicas y comunidades locales donde opera la empresa. Son precisamente estos grupos de inter¨¦s la segunda ampliaci¨®n de la contabilidad social, ya que en lugar de ser una contabilidad pensada ¨²nicamente para los accionistas/inversores, centrada, por tanto, en el resultado econ¨®mico-financiero, identifica el conjunto del valor que la organizaci¨®n distribuye a cada uno de sus grupos de inter¨¦s. En un momento posterior, todav¨ªa en construcci¨®n, incorporar¨¢ tambi¨¦n el valor externalizado o detra¨ªdo, por omisi¨®n, a los componentes de la sociedad que no son part¨ªcipes sociales de la empresa considerada.
En cuanto a su procedimiento, la contabilidad social se inicia con la identificaci¨®n de los grupos de inter¨¦s a los que la organizaci¨®n potencialmente puede generar o detraer valor, dando lugar a un mapa de grupos de inter¨¦s. Algunos de estos grupos, como ya hemos se?alado, pueden ser: clientes, proveedores, administraci¨®n p¨²blica, otras empresas del sector, trabajadores, accionistas e inversores; as¨ª como los ciudadanos, en general, o cualquier otro grupo de inter¨¦s al que la entidad transfiera o detraiga valor. A partir de este mapa, con una perspectiva fenomenol¨®gica, se desarrolla un di¨¢logo con las partes interesadas con el fin de identificar los mecanismos ¡ªvariables a trav¨¦s de las cuales la entidad particular realiza la transferencia de valor a dichos grupos de inter¨¦s¡ª. Una vez identificadas dichas variables, mediante un procedimiento similar al de valor razonable utilizado en contabilidad, se estipula el valor correspondiente a cada una de las variables. Este proceso permite objetivar de forma monetaria el valor fuera del mercado generado por la cada entidad, facilitando su integraci¨®n con la contabilidad tradicional.
Este an¨¢lisis de la generaci¨®n de valor tiene una utilizaci¨®n evidente en los procesos de comunicaci¨®n, donde las empresas u otro tipo de entidades pueden presentar a la ciudadan¨ªa una objetivaci¨®n comprensible de su contribuci¨®n al bienestar social, m¨¢s all¨¢ de la cifra de resultados. A¨²n m¨¢s importante puede ser que permite contrastar el resultado social generado con el prop¨®sito de la empresa, facilitando conocer la alineaci¨®n con el objetivo declarado de la compa?¨ªa, es decir, con su funci¨®n social. En el caso de que existieran divergencias, posibilita que las corporaciones incorporen estos resultados en su estrategia y en sus procesos de toma de decisiones, con el fin de alinear prop¨®sito y resultados. As¨ª mismo, permite el empoderamiento real de los ciudadanos, tanto en su rol de clientes como de trabajadores o inversores, a la hora de elegir con qu¨¦ empresas deciden interactuar. Esto es as¨ª porque dispondr¨¢n de informaci¨®n suficiente, en un lenguaje comprensible, para priorizar aquellas organizaciones con un comportamiento m¨¢s responsable con el conjunto de la sociedad, con el medio ambiente y con las comunidades donde opera. De esta manera, cada persona tendr¨¢ la opci¨®n de dejar de ser una consumidora atomizada que solo tiene en consideraci¨®n su propia conveniencia, para poder convertirse en una ciudadana informada con la posibilidad de incorporar el bienestar de otros en sus decisiones de compra.
En la medida en que la sociedad evolucione en esta direcci¨®n, como parece indicar la exigencia cada vez mayor de informaci¨®n no financiera, las empresas contar¨¢n con incentivos s¨®lidos para comprometerse con el bien com¨²n; y su carta de presentaci¨®n a la sociedad ir¨¢ m¨¢s all¨¢ del binomio precio-calidad, incluyendo su posicionamiento social. Adicionalmente, y desde el punto de vista de los part¨ªcipes sociales que trabajan en la empresa, resulta evidente que no es lo mismo colaborar con una organizaci¨®n que simplemente se dedica a producir de manera eficiente, que colaborar con una organizaci¨®n que, adem¨¢s de incorporar el principio de eficiencia, busca alinear sus propios objetivos con los de la sociedad. De hecho, los estudiantes que desarrollan sus capacidades en nuestras universidades valoran cada vez m¨¢s el prop¨®sito de las organizaciones donde van a trabajar, su coherencia interna, las relaciones de esa empresa con la sociedad y el medio ambiente y, de manera espec¨ªfica, la compatibilidad del trabajo profesional en esa organizaci¨®n con sus opciones vitales.
?ltimamente, esta evoluci¨®n de las empresas hacia la creaci¨®n de valor compartido para el conjunto de la sociedad y de sus part¨ªcipes sociales no s¨®lo es una aspiraci¨®n ciudadana, sino tambi¨¦n un cambio demandado desde los grandes inversores institucionales a nivel internacional. Al mismo tiempo, son encomiables los esfuerzos de muchas empresas espa?olas grandes y peque?as, cotizadas o familiares, que est¨¢n liderando en la pr¨¢ctica el proceso de desarrollo de esta nueva contabilidad a trav¨¦s de su utilizaci¨®n colaborativa con el ¨¢mbito acad¨¦mico. En algunos entornos, la palabra competitividad se entiende como la necesidad de acometer ajustes permanentes a la baja. Sin embargo, bajo esta nueva mirada, la competitividad se orienta a la b¨²squeda de un mayor nivel de prosperidad para el conjunto de la sociedad y de los part¨ªcipes sociales que conforman la organizaci¨®n. Sin duda, esta reconfiguraci¨®n de la funci¨®n social de la empresa es el principal reto al que nos enfrentamos en la actualidad el conjunto de agentes que participamos en la econom¨ªa de mercado, y de nuestra capacidad de respuesta depender¨¢ el nivel de bienestar para nosotros y para los que nos sucedan.
Ricardo Aguado y Jos¨¦ Luis Retoloaza son profesores del departamento de Finanzas y Econom¨ªa en Deusto Business School, Universidad de Deusto
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