?Un banco central abierto a todos? No, gracias
Una instituci¨®n as¨ª ser¨ªa la Caja Madrid de 2004, pero 20 veces m¨¢s grande y con acceso ilimitado al presupuesto p¨²blico
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Los recientes avances en las tecnolog¨ªas criptogr¨¢ficas y de cadenas de bloques han allanado el camino a la introducci¨®n de nuevos medios de pago electr¨®nicos y criptomonedas digitales. Desde Asia y ?frica hasta las Am¨¦ricas, cientos de millones de personas comercian y ahorran con medios de pago que solo hace unos a?os eran casi inimaginables. El principal impulso detr¨¢s de estas innovaciones monetarias ha venido de la iniciativa privada. Algunas ideas han sido menos radicales, como Alipay y WeChat Pay en China o M-Pesa en ?frica. Otras, como Bitcoin, Ethereum y Libra, han creado criptomonedas digitales inherentemente diferentes de las monedas p¨²blicas existentes. Los bancos centrales del mundo entero se enfrentan al dilema de c¨®mo responder a estas iniciativas y, m¨¢s en general, c¨®mo gestionar la acelerada reducci¨®n en el uso del dinero en met¨¢lico en la vida diaria de los hogares.
Una posible respuesta de los bancos centrales ser¨ªa la creaci¨®n de su propia criptomoneda. Hay diversas maneras de activar una divisa digital del banco central. Por ejemplo, se podr¨ªa poner en funcionamiento con fichas digitales en una cadena de bloques o permitiendo a todos los hogares y empresas la apertura de cuentas corrientes en el banco central. En concreto, John Barrdear y Michael Kumhof ¡ªdos economistas en el Banco de Inglaterra¡ª explican que: "Por criptomoneda del banco central nos referimos a un banco central concediendo acceso universal, electr¨®nico y 24 horas al d¨ªa por siete d¨ªas a la semana a su balance en cuentas denominadas en su divisa nacional y con pagos de inter¨¦s".
Esta apertura universal de las cuentas corrientes del banco central ha ganado popularidad entre los votantes de varios pa¨ªses, llegando incluso a ser una fuerza detr¨¢s de la iniciativa de dinero soberano sometida a refer¨¦ndum (y rechazada) en Suiza en junio de 2018. Lejos de ser una idea in¨¦dita, abrir el banco central a todos tiene antecedentes hist¨®ricos. Sin ir m¨¢s lejos, el Banco de Espa?a mantuvo por d¨¦cadas cuentas corrientes de personas privadas, una pr¨¢ctica solo eliminada en 1962 con la nacionalizaci¨®n de la instituci¨®n emisora.
Los argumentos de los defensores de un banco central abierto a todos giran en torno a dos pilares. Primero, la simplificaci¨®n, abaratamiento y aceleraci¨®n de los actuales sistemas de pagos, anclados en muchos pa¨ªses en estructuras anticuadas y oligopolizadas. Segundo, la eliminaci¨®n (o reducci¨®n) de las crisis financieras y la socializaci¨®n de p¨¦rdidas privadas, al sustituir la actual banca comercial fraccionaria, que crea liquidez end¨®gena pero fr¨¢gil, por un sistema financiero m¨¢s s¨®lido y en el que los p¨¢nicos bancarios ser¨ªan cosa del pasado. Un an¨¢lisis m¨¢s detallado de un banco central abierto a todos instrumentado en torno a una criptomoneda p¨²blica hace dudar, sin embargo, de la solidez de estos razonamientos.
Toda econom¨ªa moderna precisa, para funcionar correctamente, de un mecanismo de transformaci¨®n de madurez de activos y pasivos. En particular, una econom¨ªa necesita convertir los ahorros de los hogares y empresas, siempre sujetos a la necesidad de redenci¨®n en el corto plazo, en inversiones a largo plazo, como hipotecas. Esta labor de transformar pasivos a corto en activos a largo plazo la realiza la banca fraccionaria (sea esta la banca comercial tradicional o el sistema bancario "a la sombra" de las instituciones de inversi¨®n colectiva) creando dep¨®sitos a la vista y concediendo pr¨¦stamos a largo. Por esta raz¨®n, la invenci¨®n de la banca fraccionaria es uno de los momentos m¨¢s brillantes de la humanidad: reconcilia necesidades sociales a corto y largo plazo que, de otra manera, resultar¨ªan incompatibles.
Un banco central abierto a todos pondr¨ªa en peligro el futuro de esta banca fraccionaria y, con ella, de la transformaci¨®n de madurez. Si los dep¨®sitos en un banco central son m¨¢s seguros que los de los bancos comerciales, bien expl¨ªcitamente por medio de alg¨²n tipo de subsidio fiscal (como una garant¨ªa ilimitada del Tesoro para compensar las posibles p¨¦rdidas del banco central) o gracias a una mayor resistencia a los p¨¢nicos, el banco central pronto alcanzar¨ªa un monopolio en la gesti¨®n de los dep¨®sitos a la vista.
Pero este monopolio tendr¨ªa dos consecuencias. En primer lugar, otorgar¨ªa poder de mercado al banco central, que podr¨ªa explotar el mismo para ofrecer contratos de dep¨®sito inferiores a los hogares y empresas. Solo hay que recordar el servicio que Telef¨®nica daba a los espa?oles en el tiempo de su monopolio. En segundo lugar, porque el banco central no tendr¨ªa una presi¨®n competitiva para invertir correctamente los dep¨®sitos de hogares y empresas, tanto en t¨¦rminos de transformaci¨®n de madurez como en la distribuci¨®n entre diferentes sectores de la econom¨ªa.
La historia econ¨®mica espa?ola rebosa de ejemplos que justifican tales temores. La gesti¨®n de las cajas de ahorros desde la aprobaci¨®n de la Ley 31/1985 de Regulaci¨®n de las Normas B¨¢sicas sobre ?rganos Rectores de las Cajas de Ahorros es un caso paradigm¨¢tico. Cuando las decisiones de qu¨¦ prestamos conceder acarrean ganancias electorales de cuant¨ªa, el sistema pol¨ªtico espa?ol no tiene (y es dif¨ªcil creer que nunca tenga) barreras de correcci¨®n frente a las interferencias de los Gobiernos nacionales, auton¨®micos y locales en las instituciones controladas por los mismos. Un banco central abierto a todos ser¨ªa pronto la Caja Madrid de 2004, pero 20 veces m¨¢s grande y con acceso ilimitado al Presupuesto General del Estado.
De hecho, lo m¨¢s probable es que tales interferencias no comenzasen por oscuros intereses, sino por loables motivos. En noviembre de 2019 circul¨® por Europa una carta firmada por acad¨¦micos y organizaciones sociales defendiendo que "el BCE deber¨ªa comprometerse a eliminar gradualmente activos intensivos en carbono de sus carteras, comenzando con la desinversi¨®n inmediata en activos relacionados con el carb¨®n". Mientras que nadie duda que una lucha decidida contra el cambio clim¨¢tico es una prioridad mundial, tal propuesta (por otra parte, basada en un an¨¢lisis econ¨®mico incorrecto) empuja a los bancos centrales al tipo de callejones sin salida que se multiplicar¨ªan exponencialmente una vez que las instituciones emisoras adquirieran el monopolio de dep¨®sitos. Si un banco central puede decidir qui¨¦n puede y qui¨¦n no puede tener acceso al cr¨¦dito o a los dep¨®sitos, ?d¨®nde trazamos la l¨ªnea? ?En las empresas que contaminan demasiado? ?En las empresas que venden alimentos ricos en grasas saturadas? ?O en las empresas que no cumplen con los objetivos favoritos del Gobierno en el poder? Es parad¨®jico que, en un mundo donde cada vez m¨¢s elecciones son ganadas por l¨ªderes que poco dudan en torcer el Estado de derecho en su favor personal, queramos incrementar el poder de instituciones sujetas al control m¨¢s o menos directo de tales gobernantes. Personalmente, no quiero que las decisiones de dep¨®sitos y cr¨¦ditos en Estados Unidos est¨¦n controladas por un Sistema de la Reserva Federal cuyos gobernadores son nominados por Trump o sus posibles sucesores.
Un rechazo a la posibilidad de un banco central abierto a todos no significa que no sea importante reformar el sistema financiero actual. Pero para ello disponemos de instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s eficaces y directos. Los medios de pago se pueden hacer m¨¢s abiertos y r¨¢pidos y acomodados a la paulatina eliminaci¨®n del efectivo. La experiencia del Banco de Reserva de Australia en las dos d¨¦cadas que han seguido al informe Wallis de 1997 nos ense?a que tales reformas son posibles y fruct¨ªferas. Los sistemas financieros se pueden hacer mucho menos fr¨¢giles y evitar con ello la socializaci¨®n de p¨¦rdidas privadas, no por medio de complejas regulaciones financieras, sino por sustanciales incrementos en los requerimientos de capital sin ponderaci¨®n. El satisfactorio caso de Canad¨¢ nos muestra que las crisis bancarias son el producto de marcos regulatorios inadecuados, no una constante de la naturaleza.
Es f¨¢cil enamorarse de nuevas tecnolog¨ªas, como las modernas t¨¦cnicas criptogr¨¢ficas o la cadena de bloques, e intentar emplearlas para solucionar problemas que requieren de otros enfoques, quiz¨¢s menos vistosos, pero m¨¢s efectivos. Por ello, ?un banco central abierto a todos? No, gracias.
Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde es profesor en la Universidad de Pensilvania
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