Agua y cambio clim¨¢tico en tiempos de coronavirus
En el D¨ªa Mundial del Agua, su gesti¨®n p¨²blica en la crisis del Covid-19 debe considerarse como un espacio de reflexi¨®n y aprendizaje ante la incidencia del calentamiento global y su car¨¢cter perdurable
El agua es un elemento esencial para poder mantener las medidas y precauciones higi¨¦nicas necesarias para evitar la transmisi¨®n del coronavirus. Lo que en Europa es una recomendaci¨®n que est¨¢ siendo seguida de forma generalizada, la aplicaci¨®n de esta medida b¨¢sica para prevenir contagios quedar¨ªa en cuesti¨®n en el continente africano.
En ?frica son muchas las zonas que carecen de un acceso adecuado al agua para lavarse las manos. Como un factor a?adido, en un momento cr¨ªtico como el actual, esta carencia de recursos h¨ªdricos se agrava por el cambio clim¨¢tico. Por ejemplo, la sequ¨ªa en el ?frica subsahariana, junto con la falta de acceso al agua potable, que afecta a dos de cada tres habitantes de zonas rurales, incide en la situaci¨®n de pobreza extrema, la p¨¦rdida de cosechas, la inseguridad alimentaria o la malnutrici¨®n infantil.
La irrupci¨®n del coronavirus supondr¨ªa un factor que incidir¨ªa a¨²n m¨¢s en unas condiciones de desigualdad y vulnerabilidad con respecto al agua, y que ya de por s¨ª se est¨¢n incrementando debido al impacto del cambio clim¨¢tico. El D¨ªa Mundial del Agua en 2020, que se celebra este domingo 22, pretende dar relevancia a esa especial relaci¨®n que existe entre agua y cambio clim¨¢tico, y que todos conocemos a partir del actual deshielo de polos y glaciares, el consiguiente aumento del nivel del mar, las inundaciones o la creciente escasez y contaminaci¨®n del agua. Pero tambi¨¦n enfrentamos una mayor de demanda de agua a nivel global debido al crecimiento de la poblaci¨®n mundial, o al aumento de pr¨¢cticas extractivas insostenibles, lo que incide en el da?o creado al medio ambiente y los recursos h¨ªdricos existentes.
Como resultado, observamos en diferentes regiones del planeta, adem¨¢s de en ?frica, un aumento de la desigualdad y la pobreza, en donde la dificultad o imposibilidad de acceder al agua est¨¢ socavando los propios pilares sobre los que se asientan las sociedades. Como resultado, se observa un incremento de los conflictos internos, el crecimiento de las tensiones territoriales o el desplazamiento de personas al ver inundados sus hogares o perder sus medios de vida.
En Asia, la velocidad que est¨¢ alcanzando el deshielo de los grandes glaciares en las cordilleras del Himalaya y Karakorum no solo supone una amenaza real para la disponibilidad de agua de la regi¨®n m¨¢s poblada del planeta, sino que tambi¨¦n es una amenaza para la seguridad, dada su capacidad de activar conflictos regionales por la disponibilidad de unos cada vez m¨¢s preciados recursos h¨ªdricos.
Por su parte, en Am¨¦rica Latina uno de los problemas tiene que ver con la falta de infraestructuras de agua, pero tambi¨¦n su privatizaci¨®n, tanto en el creciente ¨¢mbito urbano como en el rural. Con el ejemplo de la ¡®Guerra del Agua¡¯ en Bolivia, cada vez son m¨¢s las respuestas populares que enfrentan esos procesos de privatizaci¨®n y el consiguiente aumento del coste del agua o la imposibilidad directa de acceder a la misma. De hecho, el acceso al agua se vuelve cada vez m¨¢s dif¨ªcil para las poblaciones m¨¢s pobres y evidencia la vulneraci¨®n del derecho humano al agua y el saneamiento, as¨ª como otros derechos humanos vinculados como el derecho a la salud.
?Pero la capacidad de hacer frente a esa visi¨®n mercantilista en la provisi¨®n de un servicio esencial para la vida y la salud, y que ahonda en la desigualdad y la pobreza, es una cuesti¨®n a la que no son ajenas las sociedades de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. En Espa?a, por ejemplo, las experiencias de remunicipalizaci¨®n del agua llevadas a cabo desde diferentes enfoques, como en las ciudades de Terrassa o Valladolid, nos ofrece una lectura positiva, tanto en lo social como en lo econ¨®mico. ¡®Remunicipalizar¡¯, en especial las infraestructuras y los servicios de agua en ¨¢reas urbanas, implica dirigir nuestras sociedades hacia unos modelos de gesti¨®n de bienes b¨¢sicos, que se van a hacer cada vez m¨¢s importantes conforme se hagan m¨¢s evidentes los impactos del cambio clim¨¢tico.
Es fundamental que la gesti¨®n del agua sea lo m¨¢s equitativa posible, lo que implica superar de forma definitiva los paradigmas basados en su uso mercantilista
De hecho, la emergencia clim¨¢tica va a requerir de nuestras sociedades unos procesos de reestructuraci¨®n innovadores y radicales que deben estar dirigidos a mantener la cohesi¨®n social, la equidad y la solidaridad. La situaci¨®n actual que enfrentamos nos sit¨²a, aunque de forma traum¨¢tica, ante la necesidad de plantearnos tomar ese camino lo antes posible. Cuando hablamos de la respuesta ante el coronavirus y la necesidad de retomar la gesti¨®n p¨²blica de los servicios esenciales, no estamos hablando ¨²nicamente de los servicios sanitarios, sino tambi¨¦n de los servicios sociales y asistenciales como las residencias de mayores, o tambi¨¦n de la gesti¨®n p¨²blica del agua.
A partir de la experiencia actual, debemos incidir en la necesidad de que esa recuperaci¨®n, mantenimiento y mejora de la gesti¨®n p¨²blica de los servicios esenciales, sea parte del establecimiento de unas relaciones sociales colectivas dirigidas al bien com¨²n y de disfrutar de unas instituciones y una sociedad m¨¢s democr¨¢tica, justa y equitativa, y que debe extenderse hacia otras regiones del planeta, pero tambi¨¦n nos debe permitir aprender de las experiencias que se est¨¦n llevando a cabo en otros lugares.
En este sentido, esta crisis aguda del coronavirus y las medidas y transformaciones que va a experimentar nuestra sociedad a partir de la misma, nos debe situar en el camino hacia un nuevo modelo capaz de enfrentar una crisis mucho mayor y perdurable, que es la emergencia clim¨¢tica. Conforme los impactos del cambio clim¨¢tico se hagan cada vez m¨¢s evidentes, nuestras sociedades van a girar m¨¢s hacia la necesidad de disponer y gestionar los recursos h¨ªdricos. Es fundamental que esa gesti¨®n sea lo m¨¢s equitativa y solidaria posible, lo que implica superar de forma definitiva los paradigmas basados en el uso mercantilista de este recurso.
* Jes¨²s Marcos Gamero Rus es investigador de la Fundaci¨®n Alternativas y miembro del Grupo de Investigaci¨®n en Sociolog¨ªa del Cambio Clim¨¢tico y Desarrollo Sostenible de la Universidad Carlos III de Madrid
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