COVID_19 y el fin de la dependencia del efectivo
El confinamiento decretado est¨¢ suponiendo un cambio radical en las rutinas cotidianas, sin distinguir entre edades, ubicaci¨®n geogr¨¢fica y nivel socio-econ¨®mico.
La actual situaci¨®n de emergencia sanitaria, econ¨®mica y social provocada por la confirmaci¨®n de la virulencia del COVID_19, considerada por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud como pandemia desde el pasado 11 de marzo, ha obligado a todos a asumir y cumplir una cuarentena y un riguroso distanciamiento f¨ªsico para contribuir a frenar la curva de contagios cuanto antes.
Para facilitar ese prop¨®sito ha sido necesario decretar, en nuestro pa¨ªs, el Estado de Alarma, en vigor originalmente por quince d¨ªas desde el 14 de marzo, y extendido ya (a falta de contar con el visto bueno del Congreso de los Diputados) otros 15 d¨ªas hasta (por el momento) el 11 de abril. Una de las medidas m¨¢s visibles ha sido la que obliga a la poblaci¨®n a permanecer en sus domicilios, salvo por motivos justificados, como realizar la compra de bienes esenciales para el hogar.
El confinamiento decretado est¨¢ suponiendo un cambio radical en las rutinas cotidianas, sin distinguir entre edades, ubicaci¨®n geogr¨¢fica y nivel socio-econ¨®mico.
Pero seguimos consumiendo, necesaria y afortunadamente. Probablemente con mayor intensidad en modalidad online (algo que podremos confirmar cuando contemos con datos), pero no solo. Tambi¨¦n consumimos de forma presencial en los comercios de alimentaci¨®n y farmacias, por mencionar algunos, cercanos a nuestro hogar, que permanecen abiertos por ser esenciales para la vida diaria.
Y si bien el RD 463/2020 que decret¨® el Estado de Alarma no prev¨¦ ninguna limitaci¨®n en cuanto a uso de medios de pago en las compras, s¨ª resulta recomendable evitar la manipulaci¨®n e intercambio de monedas y billetes ¨Cen cuya superficie, seg¨²n investigaciones recientes, puede permanecer el virus durante 3 horas- y utilizar un sustituto perfecto y al alcance de la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n, como son las tarjetas de pago (concretamente, las de d¨¦bito y prepago).
Los datos oficiales confirman que, efectivamente, son un medio de pago al alcance de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Y es que hay (hab¨ªa, en diciembre de 2019) m¨¢s de 85 millones de tarjetas de pago en los bolsillos de los ciudadanos (48 millones de las cuales son tarjetas de d¨¦bito, un producto financiero b¨¢sico tal como se?al¨® la Directiva 2014/92 sobre la comparabilidad de las comisiones conexas a las cuentas de pago, el traslado de cuentas de pago y el acceso a cuentas de pago b¨¢sicas, traspuesta con retraso en Espa?a a trav¨¦s del Real Decreto-ley 19/2017, de 24 de noviembre). Estudios de demanda, como el recogido en el Informe sobre Tendencias en Medios de Pago 2019 de Minsait Payments, que tengo el placer de coordinar desde Afi, estiman que cerca de 9 de cada 10 adultos cuentan con al menos una.
Cosa distinta es que las usemos para realizar nuestros pagos cotidianos.
?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo en las actuales circunstancias?
Nos lo preguntamos porque no existen datos accesibles en tiempo real para poderlo saber hoy, y tendremos que esperar hasta que el Banco de Espa?a publique esta informaci¨®n, lo que ocurre con una periodicidad trimestral.
Siendo el pago con tarjeta una mera recomendaci¨®n de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud para mitigar la propagaci¨®n del virus en las compras presenciales, deja la puerta abierta a seguir pagando y cobrando con dinero en efectivo, bien porque lo elijamos como consumidores, bien porque el punto de venta nos obligue a ello si no dispone de un lector de tarjetas, de los que en Espa?a hay cerca de 2 millones instalados (uno por cada 40.000 habitantes, m¨¢s o menos), y muchos de ellos acompa?ados (al menos hasta el la promulgaci¨®n del RDL del Estado de Alarma; no he salido de casa desde entonces) de un cartelito que impide el pago con tarjeta de compras o consumiciones inferiores a un determinado importe (6, 10, 15, 20 y hasta 70 euros, seguro que los hab¨¦is visto) que decide, seg¨²n su criterio, el propio comerciante y due?o o usuario del dat¨¢fono.
La cuesti¨®n que quiero evidenciar es que los pagos cotidianos y presenciales (esos que a¨²n en la actual situaci¨®n de confinamiento seguimos haciendo por pura necesidad, como comprar el pan) a pesar de ser de peque?o importe y, por tanto, para mucha gente no merecedores de ser pagados con tarjeta, son muchos millones de gestos de pago cada d¨ªa que, si se realizan con dinero en efectivo, suponen muchos millones de contactos innecesarios. Y multiplicados por dos, porque en una transacci¨®n de pago hay una persona que paga y una persona que cobra.
En Espa?a, en 2019, se registraron m¨¢s de 4.500 millones de actos de pago con tarjeta (unos 12 millones en media al d¨ªa), cinco veces m¨¢s que el n¨²mero de retiradas de dinero en efectivo de los cajeros autom¨¢ticos. Sin embargo, en t¨¦rminos de valor, los pagos con tarjeta solo representaron ese a?o un 30% m¨¢s que el dinero en efectivo retirado de los cajeros.
Si a estos datos oficiales, incorporamos la estimaci¨®n que realiz¨® hace un par de a?os el Banco Central Europeo sobre h¨¢bitos de pago en Europa, que evidenciaba que en Espa?a ocho de cada diez pagos cotidianos en establecimientos comerciales se realizan con dinero en efectivo, la cifra total diaria de pagos cotidianos en los puntos de venta podr¨ªa aproximarse a los 60 millones. 60 millones de gestos de los que los materializados con dinero en efectivo (el 80% o 48 millones), son susceptibles de provocar contagios.
De materializarlos con tarjeta contactless como recomienda la OMS, cuyo uso correcto implica que nunca debemos entregarla al comerciante, solo deberemos cuidar el contacto f¨ªsico en el momento de introducir el PIN para autenticar pagos superiores a 20 euros. Es por este motivo ¨Cgarantizar que son pagos 100% contactless- que varios pa¨ªses europeos han ampliado temporalmente dicho l¨ªmite de seguridad (Irlanda 50 euros, Holanda 100 euros) para que no haya contactos prescindibles o innecesarios y, por tanto, evitar que nuestros gestos de pago sean vectores de transmisi¨®n del virus.
Creo y espero que la desgracia del #Covid_19 nos haga reflexionar sobre multitud de actos, gestos y presuposiciones cotidianas. Aunque de aparente poca importancia, tambi¨¦n sobre el gesto de pagar, que hacemos de una determinada manera sin pensar en las implicaciones. Tambi¨¦n creo que puede convertirse en un motivador potent¨ªsimo de un cambio radical en los h¨¢bitos de pago, as¨ª como del medio de pago que, por defecto, de forma poco consciente, elegimos para nuestros pagos cotidianos (el efectivo, poco higi¨¦nico y muy arraigado en Espa?a) que nos lleve a independizarnos (esto es, a no ser tan dependientes como sociedad) del dinero en efectivo.
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