Empobrecer al vecino
La historia del Brexit no ha acabado y Londres todav¨ªa puede tener la tentaci¨®n de dar una nueva vuelta de tuerca
Cuando un pa¨ªs se empobrece con relaci¨®n a los dem¨¢s, por ejemplo a causa de una crisis que le afecta m¨¢s severamente que al resto ¡ªeso que se conoce como shock asim¨¦trico¡ª, puede intentar resituarse a las bravas. Y reequilibrar sus da?adas relaciones de intercambio a base de protegerse por la v¨ªa de empobrecer a los dem¨¢s (beggar-thy-neighbour).
Es lo que ocurri¨®, hasta el paroxismo suicida, en la Gran Depresi¨®n de los a?os treinta. ?C¨®mo? Encareciendo las importaciones (subiendo aranceles a su entrada y/o bajando los impuestos a las exportaciones); o su coste monetario, mediante devaluaciones competitivas de la moneda nacional: al depreciar el tipo de cambio favoreces tus ventas y desincentivas tus compras.
Esa es la tentaci¨®n que acecha al Reino Unido. El primer mes casi completo de Brexit total ¡ªen versi¨®n dura, aunque no ca¨®tica, gracias al acuerdo comercial de futuro¡ª valida lo pronosticado: no provoca una cat¨¢strofe, ning¨²n desplome de la econom¨ªa brit¨¢nica. Pero s¨ª m¨²ltiples problemas y frenos al crecimiento que se suman a (y confunden con) los generados por la recesi¨®n pand¨¦mica.
Las cr¨®nicas de Londres son un¨¢nimes. Las colas de camiones en las fronteras se multiplican. Las gestiones aduaneras se complican con un papeleo interminable. Los productos perecederos agonizan en la espera de tr¨¢mites burocr¨¢ticos. Algunos de los presuntos grandes beneficiarios, como los pescadores, se soliviantan.
Todo perfila que los costes administrativos de la retirada brit¨¢nica de la UE se acercar¨¢n, solo para los isle?os, a los 8.000 millones de euros anuales, dos tercios de su antigua contribuci¨®n neta al presupuesto de la UE. Con la diferencia de que esa factura es un coste hundido; y su contribuci¨®n era una inversi¨®n en el manejo pol¨ªtico de la orientaci¨®n futura de la Uni¨®n.
Y es que el reino no se ha separado solo del mercado com¨²n, un ¨¢rea sin aranceles internos. Y de la uni¨®n aduanera, una zona con una tarifa exterior com¨²n frente a terceros pa¨ªses. Sino tambi¨¦n del mercado interior que aboli¨® desde el Acta ?nica de 1986 las barreras internas no arancelarias (est¨¢ndares, controles administrativos), creando la Europa sin fronteras.
As¨ª que la factura empieza a doler a sus paganos, desprevenidos o no. Algunos observadores, como el maestro Robert Tornabell, temen una vuelta de tuerca, un ¡°Brexit duro¡± que ¡°puede consistir en dejar que se deprecie la libra esterlina frente al euro¡± (Expansi¨®n, 22 de enero).
Otros reiteran el temor a una futura competencia impositiva agresiva o desleal, la amenazante sombra de un ¡°Singapur sobre el T¨¢mesis¡±, lo que ciertos expertos de la London School ponen en cuesti¨®n porque ¡°reducir la regulaci¨®n en un ¨¢mbito cuando dependes tanto del comercio con la UE es dif¨ªcil¡± (The implications of Brexit for the UK economy, LSE, 4/2/2020). En todo caso, la historia no acab¨®. Atentos.
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