Cuando la pol¨ªtica identitaria se vuelve mortal
Texas y Misisipi acaban de derogar la obligatoriedad de la mascarilla en todo el territorio del Estado
Orinar en p¨²blico es ilegal en Estados Unidos. Supongo que a pocos lectores les sorprender¨¢ saberlo; supongo tambi¨¦n que muchos de esos lectores se preguntar¨¢n por qu¨¦ siento la necesidad de plantear este tema de mal gusto. Pero sean pacientes conmigo: la cosa tiene su moraleja, y es una moraleja con consecuencias preocupantes para el futuro de nuestro pa¨ªs. Aunque las demos por supuestas, estas restricciones, a veces, pueden resultar inc¨®modas, como podr¨¢ atestiguar cu...
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Orinar en p¨²blico es ilegal en Estados Unidos. Supongo que a pocos lectores les sorprender¨¢ saberlo; supongo tambi¨¦n que muchos de esos lectores se preguntar¨¢n por qu¨¦ siento la necesidad de plantear este tema de mal gusto. Pero sean pacientes conmigo: la cosa tiene su moraleja, y es una moraleja con consecuencias preocupantes para el futuro de nuestro pa¨ªs. Aunque las demos por supuestas, estas restricciones, a veces, pueden resultar inc¨®modas, como podr¨¢ atestiguar cualquiera que ande de un lado para otro despu¨¦s de tomarse demasiadas tazas de caf¨¦. Pero se trata de una incomodidad trivial, y los argumentos para imponer esas normas son convincentes, tanto en lo que respecta a la protecci¨®n de la salud como para no ofender a los dem¨¢s ciudadanos. Y que yo sepa, no hay activistas pol¨ªticos airados, y mucho menos manifestantes armados, que exijan el derecho a hacer sus necesidades donde les plazca.
Y eso me lleva a mi verdadero tema: la exigencia de llevar mascarilla en una pandemia. Llevar mascarilla en p¨²blico, como aguantarse el pis unos minutos, es ligeramente inc¨®modo, pero no supone una gran carga. Y el argumento a favor de imponer esa leve carga en una pandemia es abrumador. Las variantes del coronavirus que causan covid-19 se esparcen en gran medida a trav¨¦s de las got¨ªculas transportadas por el aire, y llevar mascarilla reduce dr¨¢sticamente la expansi¨®n de las variantes.
De modo que no llevar mascarilla es un acto de peligrosidad temeraria, no tanto para uno mismo ¡ªaunque las mascarillas parecen proporcionar cierta protecci¨®n a quien las lleva¡ª como para los dem¨¢s. Cubrirnos el rostro mientras dure la pandemia parecer¨ªa un simple acto de buena ciudadan¨ªa, por no hablar de decencia humana b¨¢sica. Pero Texas y Misisipi acaban de derogar la obligatoriedad de la mascarilla en todo el Estado.
El presidente Biden ha criticado estas medidas, y ha acusado a los l¨ªderes republicanos de estos Estados de tener un ¡°pensamiento neandertal¡±. Pero probablemente est¨¦ siendo injusto¡ con los neandertales. No sabemos mucho de nuestros parientes hom¨ªnidos extintos, pero no hay raz¨®n para creer que su escena pol¨ªtica, si es que la ten¨ªan, estuviera dominada por la mezcla de desprecio y mezquindad que ahora rige en el conservadurismo estadounidense.
Empecemos con las realidades objetivas. Hemos avanzado mucho contra la pandemia en los dos ¨²ltimos meses. Pero el peligro no est¨¢ ni mucho menos superado. Sigue habiendo muchos m¨¢s estadounidenses hospitalizados por covid-19 que, pongamos por caso, el pasado junio, cuando muchos Estados se apresuraban en la desescalada y Mike Pence, entonces vicepresidente, nos aseguraba que no habr¨ªa segunda ola. Unos 400.000 fallecimientos despu¨¦s, sabemos c¨®mo sali¨® aquello.
Es cierto que ahora vemos luz al final del t¨²nel: el desarrollo de vacunas ha sido milagrosamente r¨¢pido, y el ritmo de vacunaci¨®n se est¨¢ acelerando. Pero estas buenas noticias deber¨ªan hacernos estar m¨¢s dispuestos, no menos, a soportar los inconvenientes ahora: en este momento hablamos solo de unos meses m¨¢s de vigilancia, no de un esfuerzo sin final a la vista. Y mantener bajo el n¨²mero de infecciones en los pr¨®ximos meses ayudar¨¢ tambi¨¦n a descartar una pesadilla epidemiol¨®gica en potencia, en la que evolucionan nuevas variantes resistentes a las vacunas antes de que hayamos podido controlar las existentes.
?Qu¨¦ motiva entonces la prisa por eliminar la mascarilla? No es la econom¨ªa. Como ya he dicho, los costes de llevar mascarilla son insignificantes. Y las nociones b¨¢sicas de econom¨ªa nos dicen que las personas deber¨ªan tener incentivos para tener en cuenta los costes que les imponen a otras; si exponer potencialmente a aquellos con quienes te re¨²nes a contagiarse de una enfermedad mortal no es una ¡°externalidad¡±, no s¨¦ qu¨¦ puede considerarse como tal. Adem¨¢s, un resurgimiento de la pandemia perjudicar¨¢ m¨¢s al crecimiento y a la creaci¨®n de empleo, en Texas y en cualquier otra parte, que casi cualquier otra cosa que se me pueda ocurrir.
Naturalmente, sabemos lo que esto es en realidad: pol¨ªtica. Negarse a llevar mascarilla se ha convertido en una insignia de identidad pol¨ªtica, una declaraci¨®n a rostro descubierto de que la persona en cuesti¨®n rechaza valores progresistas como la responsabilidad c¨ªvica o la fe en la ciencia. (Antes esos no eran valores progresistas, pero s¨ª lo son en el Estados Unidos de 2021).
Esta versi¨®n m¨¦dica de la pol¨ªtica identitaria parece arrasar con todo, incluida la creencia en los derechos sagrados de los propietarios de bienes inmuebles. Cuando los organizadores del Congreso sobre Acci¨®n Pol¨ªtica Conservadora pidieron a los asistentes que usaran mascarilla ¡ªno como cuesti¨®n pol¨ªtica, sino para cumplir las normas del hotel en el que se celebraba el encuentro¡ª fueron recibidos con abucheos y gritos de ¡°?Libertad!¡±. ?Grita la gente exigiendo sus derechos cuando ven establecimientos con carteles que declaran ¡°No servimos a clientes sin zapatos o sin camisa¡±?
Pero podr¨ªa decirse que no deber¨ªa sorprendernos. A los conservadores no parece importarles nada, excepto la pol¨ªtica identitaria, a menudo expresada en las cuestiones m¨¢s nimias. Los dem¨®cratas parecen a punto de aprobar un enorme paquete de ayudas que materializa muchas de las prioridades pol¨ªticas progresistas. Pero la respuesta republicana ha sido de una intensidad notablemente baja, y los medios de comunicaci¨®n de derechas est¨¢n obsesionados con la supuesta trama (falsa) para convertir al Sr. Patata en un juguete de g¨¦nero neutro.
Por desgracia, la pol¨ªtica identitaria puede hacer mucho da?o cuando impide afrontar problemas reales. No s¨¦ cu¨¢ntas personas morir¨¢n innecesariamente porque el gobernador de Texas ha decidido que menospreciar la ciencia y acabar con la obligatoriedad de llevar mascarilla es una buena forma de humillar a los progresistas. Pero la cifra no se quedar¨¢ en cero.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n de News Clips