Los nuevos mandamientos del trabajo
Conseguir que la tecnolog¨ªa no arrincone a las personas y establecer un marco laboral renovado son retos que se afrontan de manera muy desigual en el mundo
Hablar del trabajo del futuro es abrir la puerta a sue?os y pesadillas: desde la imagen del profesional independiente con m¨®vil, port¨¢til y vistas a la playa; hasta la del repartidor incapaz de cumplir con sus algoritmos, sin paro, baja m¨¦dica ni jubilaci¨®n. La forma que finalmente tenga ese futuro depender¨¢ del pa¨ªs, la formaci¨®n y el g¨¦nero, por nombrar solo tres de las muchas variables que hacen imposible una predicci¨®n exacta. Pero donde termina la profec¨ªa empieza el an¨¢lisis de las fuer...
Hablar del trabajo del futuro es abrir la puerta a sue?os y pesadillas: desde la imagen del profesional independiente con m¨®vil, port¨¢til y vistas a la playa; hasta la del repartidor incapaz de cumplir con sus algoritmos, sin paro, baja m¨¦dica ni jubilaci¨®n. La forma que finalmente tenga ese futuro depender¨¢ del pa¨ªs, la formaci¨®n y el g¨¦nero, por nombrar solo tres de las muchas variables que hacen imposible una predicci¨®n exacta. Pero donde termina la profec¨ªa empieza el an¨¢lisis de las fuerzas que ya hoy est¨¢n modelando las nuevas maneras de trabajar. Ese es el objetivo de este reportaje.
El teletrabajo no es solo para oficinistas
Lo llaman Twin Model (modelo gemelo, en ingl¨¦s) y uno de los sectores que m¨¢s lo usa es el de hidrocarburos. En esta industria suele ser una r¨¦plica digital de la planta petrolera que permite controlarla a distancia. Gracias a los sensores instalados sobre el terreno, su gemelo en la pantalla del ordenador informa en tiempo real al usuario, donde quiera que est¨¦, sobre los niveles de mantenimiento, la capacidad de los tanques, o cualquier otro dato necesario para una operaci¨®n que, en parte, tambi¨¦n podr¨¢ ejecutar de forma remota.
Seg¨²n Prithwiraj Choudhury, profesor de Administraci¨®n de Empresas en Harvard Business School, avances como el del Twin Model son los que llevar¨¢n el teletrabajo a su pr¨®xima frontera: la industria y muchos servicios que hasta ahora han requerido de la presencia f¨ªsica de sus participantes, ¡°como la sala de operaciones de un hospital¡±. Choudhury cree que la posibilidad de trabajar a distancia popularizada durante la pandemia va a significar un salto adelante para los empleados y empleadores del futuro pr¨®ximo.
Para los primeros, porque les permitir¨¢ mudarse a zonas m¨¢s agradables, m¨¢s cerca de sus seres queridos, o m¨¢s baratas, ¡°lo que aumenta el poder adquisitivo de sus sueldos¡±. Otra ventaja que en su opini¨®n beneficiar¨¢ especialmente a las mujeres es la posibilidad de enfrentar una mudanza familiar sin que ninguno de los c¨®nyuges deba por ello renunciar a su empleo. ¡°En los ¨²ltimos 30 a?os, las mujeres han perdido muchas oportunidades cuando les ofrec¨ªan empleos o ascensos que les exig¨ªan mudarse y su pareja se negaba a cambiar de ciudad¡±, explica.
Choudhury lleva siete a?os investigando el trabajo a distancia y figura entre los responsables de un experimento en el registro de patentes de Estados Unidos, donde comenzaron dando permiso a algunos empleados para que trabajaran desde casa y terminaron autoriz¨¢ndoles para que lo hicieran desde cualquier lugar del mundo. El estudio demostr¨® mejoras notables en la productividad y en el nivel de retenci¨®n de los empleados, adem¨¢s de las ventajas evidentes por el ahorro en alquiler de oficinas.
?Pero seremos igual de creativos sin las charlas de caf¨¦? ?Y c¨®mo haremos cuando queramos ser vistos y tenidos en cuenta para posibles ascensos? Seg¨²n Choudhury, el trabajo desde fuera de la oficina no tiene por qu¨¦ ser una r¨¦mora para eso. ¡°En las investigaciones que el MIT lleva haciendo del tema desde 1977 se demuestra que estas interacciones informales de oficina solo suceden en un radio muy limitado de 25 metros, con la probabilidad cayendo dr¨¢sticamente cuando hay una pared entre los dos empleados, y haci¨¦ndose pr¨¢cticamente imposible cuando trabajan en dos edificios diferentes del mismo campus¡±, dice.
En sus estudios, el trabajo del futuro podr¨¢ compensar la falta de interacci¨®n in situ con lo que ¨¦l llama ¡°dispensadores de agua virtuales¡±, en referencia a ese momento de descanso para tomar agua. A diferencia del happy hour por Zoom que algunas empresas organizan como mecanismo de distensi¨®n, en esos dispensadores de agua virtuales participar¨ªan grupos de empleados aleatoriamente seleccionados, pero garantizando una buena mezcla de rangos jer¨¢rquicos. ¡°En un experimento que hicimos con un grupo de estudio y otro de control, encontramos que los becarios que participaron en los dispensadores con directivos s¨¦nior se desempe?aron mejor en las semanas siguientes y aumentaron su probabilidad de que les ofrecieran un puesto¡±.
Pero la oficina es tambi¨¦n uno de nuestros principales lugares de socializaci¨®n, algo que seg¨²n Choudhury no se perder¨¢ mientras mantengamos encuentros peri¨®dicos en la oficina, con un 80% de trabajo remoto y un 20% de presencial, o los porcentajes que elija cada empresa. ¡°Las oficinas se usar¨¢n como un lugar para la interacci¨®n social y eso significa que tendremos que reimaginar el espacio, tirar cub¨ªculos y paredes, y crear lugares sociales, una cocina comunitaria, una sala de m¨²sica, salas de reuniones, de colaboraci¨®n, etc¨¦tera¡±.
Un futuro que parece ut¨®pico salvo por los posibles riesgos para los empleados. Muchas empresas preferir¨¢n ahorrarse rigideces y cotizaciones a la Seguridad Social convirtiendo a su masa laboral en proveedores externos, cuando no eliminarla completamente contratando los servicios de personas en pa¨ªses de menor coste laboral. Por no hablar de la presi¨®n por las horas extras y no pagadas, como ya se ha demostrado durante esta crisis sanitaria. Para la primera parte, no hay otra soluci¨®n que mejorar los derechos y la protecci¨®n de los trabajadores. Y para evitar excesos en la carga horaria, dice Choudhury, habr¨¢ que pasar de medir el desempe?o por tiempo dedicado a medirlo por producci¨®n obtenida. ¡°En algunas tareas es m¨¢s dif¨ªcil medir la productividad, pero siempre hay alguna variable para hacerlo, como por ejemplo la respuesta de los clientes¡±.
El siglo de los centenarios
Seg¨²n un estudio del World Economic Forum, si los ni?os nacidos en 1947 ten¨ªan una expectativa de vida de 85 a?os, para los nacidos en 2007 lo esperable ser¨¢ celebrar el primer centenario, algo que necesariamente tendr¨¢ consecuencias en el mundo del trabajo. Como escribi¨® la consultora Diana Wu David en su libro Future Proof: Reinventing Work (A prueba de futuro: la reinvenci¨®n del trabajo), ¡°tener vidas m¨¢s largas significar¨¢ una mayor necesidad de acumulaci¨®n de capital¡±.
La creciente participaci¨®n de los m¨¢s mayores en el mercado de trabajo es ya un hecho. Seg¨²n Wu David, en Estados Unidos menos del 13% de los mayores de 65 a?os estaban empleados en el a?o 2000, un porcentaje que en 2016 salt¨® a casi el 19%. En Espa?a, un estudio de Manpower de junio confirma esta tendencia: los empleados con m¨¢s de 45 y menos de 66 pasaron de representar el 39% de la poblaci¨®n activa en 2010 a convertirse en el 47% solo nueve a?os despu¨¦s.
Frente a este panorama, Wu David opina que el retraso en la fecha de jubilaci¨®n ser¨¢ tan inevitable como positivo. Al tener vidas laborales m¨¢s largas, dice, no habr¨¢ tanta presi¨®n por progresar r¨¢pidamente, alternaremos periodos de trabajo con otros de aprendizaje, y la tecnolog¨ªa nos permitir¨¢ crear redes de colaboradores para los que quieran seguir trabajando incluso despu¨¦s de jubilados.
?Pero qui¨¦n pagar¨¢ esos periodos de aprendizaje? ?Y qui¨¦n asegurar¨¢ los ingresos de tantos centenarios? Seg¨²n Wu David, que vive en Hong Kong, el mundo podr¨ªa ir hacia el modelo de Singapur con sus programas Lifelong Learning y Lifelong Income Scheme. El primero subsidia la educaci¨®n a lo largo de toda la vida de sus ciudadanos. El segundo hace m¨¢s flexible el cobro de la pensi¨®n, posponiendo de forma voluntaria la fecha en que se comienza a cobrar y, en caso de defunci¨®n antes de lo previsto, garantizando la devoluci¨®n a los familiares de la parte no entregada.
En movimiento hacia la igualdad de g¨¦neros
Las m¨¢quinas no se van a quedar con todos los trabajos. Como vienen escribiendo Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee desde su libro The Second Machine Age, en tareas creativas como el arte y la ciencia, en tareas que ponen en juego la inteligencia emocional, y en tareas que necesitan cierta delicadeza para la manipulaci¨®n de objetos vamos a seguir teniendo ventaja sobre ellas. Una buena oportunidad para el empleo de las mujeres, dice la economista del FMI Era Dabla-Norris, por ser las m¨¢s representadas en trabajos de interacci¨®n humana como los del sector sanitario, los de atenci¨®n a ni?os y ancianos, y los de tipo comercial.
Seg¨²n Dabla-Norris, que en 2019 public¨® junto a Mariya Brussevich y a Salma Khalid un estudio sobre el efecto de la tecnolog¨ªa en la igualdad laboral de los g¨¦neros, no es el ¨²nico avance posible. En su opini¨®n, ¡°la probabilidad de que las mujeres ocupen puestos directivos es hoy mayor que en el pasado¡±. Sigue habiendo muchas diferencias, dice, pero tambi¨¦n se est¨¢ dando un ingreso cada vez mayor de mujeres en carreras cient¨ªficas, tecnol¨®gicas y matem¨¢ticas.
Pero con eso no basta para romper un techo de cristal que en muchos casos sigue pareciendo de acero. Seg¨²n Dabla-Norris, para terminar con ¨¦l habr¨¢ que seguir la senda abierta por los pa¨ªses del norte de Europa, donde se ha avanzado m¨¢s en legislar contra la llamada multa por maternidad. Equiparar los permisos de paternidad del padre y de la madre y poner el servicio de guarder¨ªa al alcance de todos los bolsillos es una soluci¨®n de eficacia demostrada que en el futuro podr¨ªa extenderse a otros pa¨ªses con estado de bienestar. Otra medida que, en su opini¨®n, podr¨ªa ampliarse a otros lugares es la de eliminar el desincentivo que se produce en las declaraciones conjuntas de impuestos cuando la tasa impositiva del segundo aportante (por lo general, la mujer) es tan alta que atenta contra el deseo de trabajar.
Carrera contra la m¨¢quina
En los informes sobre las posibilidades tecnol¨®gicas del futuro que encargan bancos y consultoras no suele tocarse el tema, pero lo cierto es que muchas personas no llegar¨¢n a ese escenario id¨ªlico sin pasar antes por el purgatorio del desempleo. Y no son solo los conductores de camiones los amenazados por los veh¨ªculos aut¨®nomos. Abogados especializados en buscar jurisprudencia o evaluadores de riesgo crediticio, por citar solo dos, tambi¨¦n se enfrentan a ese competidor gigantesco llamado inteligencia artificial.
Seg¨²n Brynjolfsson, la fuerza laboral debe salir cuanto antes de las tareas que las m¨¢quinas hacen mejor que nosotros para ir hacia las ¨¢reas creativas y de inteligencia emocional. Una responsabilidad que, en su opini¨®n, corresponde a los ciudadanos, que deben empezar a formarse en esas nuevas habilidades; a las empresas, que deben adelantarse con inversiones en los sectores de futuro, y a los Gobiernos, que deben revisar su estructura impositiva. ¡°En la mayor¨ªa de los pa¨ªses se est¨¢ favoreciendo el reemplazo de empleados por m¨¢quinas porque los impuestos que las empresas pagan por el capital son menores que los que pagan por los trabajadores¡±, dice.
Brynjolfsson no es el primero en darse cuenta de ese desfase ni en comprender lo dif¨ªcil que es aumentar grav¨¢menes al capital en un mundo globalizado donde muchas empresas eligen su localizaci¨®n en funci¨®n de los impuestos. Por eso, para reducir las cargas asociadas a la contrataci¨®n de empleados propone aumentar otros impuestos. ¡°Podr¨ªan ser impuestos a la contaminaci¨®n, a la emisi¨®n de di¨®xido de carbono, a la congesti¨®n, o hasta impuestos indirectos al valor a?adido, que aumenten la recaudaci¨®n sin penalizar directamente al capital o al trabajo¡±.
En cualquier caso, dice Brynjolfsson, nuestro principal deber es tener presente que seremos nosotros los que decidamos qu¨¦ espacio ocupar¨¢ la tecnolog¨ªa en el trabajo. En sus propias palabras, est¨¢ en nuestra mano decidir ¡°si la usamos para crear m¨¢s prosperidad compartida o si la usamos para aumentar la concentraci¨®n de riquezas¡±.
Lo mismo, explica, con esas tecnolog¨ªas que miden y controlan el desempe?o de los empleados. ¡°Est¨¢ en nuestro poder decidir qu¨¦ nivel de vigilancia estamos dispuestos a tolerar¡±, explica. ¡°Yo no soy un optimista que diga que todo va a ir bien; de hecho, creo que deber¨ªamos preocuparnos bastante, y que deber¨ªamos tomar las decisiones correctas para llegar a un escenario que podr¨ªa ser verdaderamente bueno, pero claro que tenemos que preocuparnos, ?seremos capaces de usar la tecnolog¨ªa para aumentar la prosperidad y la libertad? ?O no? No es algo en absoluto autom¨¢tico¡±.
La ampliaci¨®n del concepto trabajo
Las ¨²ltimas preguntas sobre el futuro del trabajo son, tal vez, las m¨¢s dif¨ªciles de responder. ?Estar¨¢n protegidos los empleados ante posibles despidos o enfermedades? ?Vamos hacia un mundo de contratos temporales? ?O nos convertiremos todos en proveedores externos sin relaci¨®n laboral?
El economista brit¨¢nico Guy Standing lleva a?os hablando del auge del precariado, una clase que en su definici¨®n no incluye a la generaci¨®n previa de asalariados a¨²n con derecho a cosas como la jubilaci¨®n o la paga por maternidad. ¡°El precariado no solo sufre los inconvenientes de unas relaciones laborales inestables y temporales, sino que sus salarios est¨¢n cayendo en t¨¦rminos reales, adem¨¢s de la p¨¦rdida de derechos, como las vacaciones pagadas, la baja m¨¦dica o la pensi¨®n¡±, dice.
Ese precariado lo forman los j¨®venes que encadenan un contrato temporal despu¨¦s de otro, y los repartidores, conductores, reponedores y un largo etc¨¦tera de personas que obedecen a un algoritmo bajo la ficci¨®n de que es un trato de igual a igual entre empresarios. En opini¨®n de Standing, la soluci¨®n del futuro pasa por incorporar en la palabra trabajo actividades que hasta ahora han quedado fuera, ¡°como todas las cosas que hay que hacer en la casa o como los cuidados que hay que dar a los hijos y a los padres ancianos¡±.
No basta con ese reconocimiento, claro. En el futuro de Standing es clave la introducci¨®n de una renta b¨¢sica universal que otorgue a las personas la libertad de dedicarse a esos trabajos no remunerados y que suba el list¨®n de las condiciones laborales que deben garantizar las empresas para conseguir empleados.
Aunque la idea de la renta universal b¨¢sica no es nueva, Standing asegura que su organizaci¨®n BIEN (Red Mundial para el Ingreso B¨¢sico, por sus siglas en ingl¨¦s) ha recibido en este a?o de pandemia m¨¢s consultas que nunca, con miles de personas uni¨¦ndose a la asociaci¨®n. ¡°Hay en este momento 80 experimentos de renta b¨¢sica universal funcionando en todo el mundo¡±, sostiene.
Entre los hallazgos de experimentos celebrados en pa¨ªses de ingresos altos, medios y bajos, Standing destaca uno que hicieron con 6.000 personas de la India. Seg¨²n sus datos, mejoraron la salud, la escolarizaci¨®n, la nutrici¨®n y la situaci¨®n de las mujeres. ¡°Se redujo la desigualdad, hubo m¨¢s trabajo, no menos, y lo mismo ocurri¨® con los que hicimos en ?frica y en Canad¨¢¡±, dice. ¡°Si queremos ser capaces de adaptarnos a las pandemias, si queremos ser capaces de adaptarnos a los shocks econ¨®micos, necesitamos que la gente tenga seguridad, de otra manera no va a llegar ese trabajo del futuro en el que todos hacemos cosas m¨¢s creativas, en el que pasamos m¨¢s tiempo ocup¨¢ndonos de las personas que queremos y en el que enfrentamos la labor ecol¨®gica que tenemos que enfrentar¡±.
Hacia la jornada de cuatro d¨ªas
La semana laboral de cinco d¨ªas y 40 horas parece llevar toda la vida con nosotros, pero es un invento reciente. El Partido Comunista de China la concedi¨® en 1995 y en Espa?a muchos empleados p¨²blicos siguieron trabajando la ma?ana del s¨¢bado hasta los a?os ochenta. En Islandia completaron dos experimentos entre 2015 y 2019 en los que se redujo la jornada a unos 2.500 trabajadores (el 1,3% de la poblaci¨®n activa) hasta una franja de 35-36 horas semanales sin recortes de sueldo. Seg¨²n la Asociaci¨®n por la Sostenibilidad y la Democracia de Islandia (Alda), que analiz¨® los resultados en colaboraci¨®n con el think tank brit¨¢nico Autonomy, la productividad mejor¨® en algunos casos y no cay¨® en casi ninguno; los trabajadores dijeron tener mejor salud y se reportaron menores niveles de estr¨¦s.
A algunos de los trabajadores del experimento se les dio la opci¨®n de concentrar esas 35/36 horas en cuatro d¨ªas, lo que gener¨® titulares en todo el mundo por la posibilidad de una semana de cuatro d¨ªas. Algunos trabajos no podr¨¢n reducirse a turnos m¨¢s cortos y en otras ocupaciones una semana de cuatro d¨ªas puede hacer necesaria la contrataci¨®n de m¨¢s personal, pero la reducci¨®n de la jornada ya est¨¢ en la agenda de formaciones pol¨ªticas de todo el mundo. Como dijo a la revista Wired Gu?mundur Haraldsson, miembro de Alda y uno de los autores del informe, lo que est¨¢ claro es que ¡°sin ninguna duda malgastamos horas¡±. ?C¨®mo resolverlo? Seg¨²n Haraldsson, hay algo que todos podemos hacer: reducir la duraci¨®n de las reuniones de trabajo.