Una poblaci¨®n parcialmente vacunada: un arma de doble filo

Quitando un pu?ado de pa¨ªses como Australia, Nueva Zelanda o China ¨Cdonde se confinan ciudades o comarcas enteras ante la aparici¨®n de unos pocos casos de Covid-19 hasta la erradicaci¨®n del brote, y cualquier entrada al pa¨ªs requiere una cuarentena vigilada¨C, la mayor parte del mundo ha dado por imposible la estrategia de ¡°cero contagios¡±. Tambi¨¦n en Europa nos hemos resignado a convivir con el virus, y nos limitamos a intentar evitar un colapso hospitalario, a la vez que procuramos vacunar cuanto antes a la mayor parte posible de la poblaci¨®n. La campa?a de vacunaci¨®n llevar¨¢ muchos meses, pero podemos aspirar a tener inmunizados al menos a los mayores y dem¨¢s grupos de riesgo ya en primavera, con lo que cabe esperar una bajada de la presi¨®n hospitalaria y de la mortalidad, incluso si el resto de la poblaci¨®n sigue con una incidencia elevada, ya que entre ellos las tasas de letalidad y de hospitalizaci¨®n son mucho menores.

Sin duda es un elemento esperanzador, pero conlleva un peligro, que expres¨® el vir¨®logo jefe de la Charit¨¦ de Berl¨ªn y asesor del gobierno alem¨¢n en la pandemia, Christian Drosten, en una reciente entrevista a Der Spiegel que el semanario alem¨¢n ha publicado tambi¨¦n en su edici¨®n internacional en ingl¨¦s. Ante la agon¨ªa econ¨®mica de muchos sectores y las ansias de recuperar la normalidad, es de suponer que con la reducci¨®n del impacto de salud de la pandemia (menos fallecidos y hospitalizados) aumenten las peticiones de revertir las medidas de contenci¨®n. Pero si se trata de una reducci¨®n del impacto solo debido a la inmunizaci¨®n de los m¨¢s vulnerables, mientras que la incidencia sigue disparatada entre el resto de la poblaci¨®n cuya vacunaci¨®n a¨²n llevar¨¢ tiempo, una excesiva relajaci¨®n puede suponer unos niveles de contagios in¨¦ditos, multiplicando las incidencias que hemos experimentado hasta ahora, m¨¢s a¨²n ante la expansi¨®n de las nuevas cepas m¨¢s contagiosas del virus.

Ello nos llevar¨ªa a una nueva avalancha de fallecidos y hospitalizados, porque si bien la proporci¨®n de casos graves es mucho menor entre los perfiles m¨¢s j¨®venes, si la cantidad de infectados se dispara sin control, tambi¨¦n una proporci¨®n reducida se traduce en un n¨²mero elevado en t¨¦rminos absolutos. Y todo ello a su vez conllevar¨ªa un peligro tambi¨¦n para los grupos m¨¢s vulnerables, por mucho que est¨¦n inmunizados frente al nuevo coronavirus, ya que con un sistema de salud prolongadamente desbordado por la pandemia su atenci¨®n sanitaria se resentir¨ªa.

En estos momentos, con los hospitales otra vez al l¨ªmite, la necesidad de severas medidas de contenci¨®n es m¨¢s que evidente, pero tambi¨¦n cuando se reduzca el impacto de la pandemia gracias a la inmunizaci¨®n de los m¨¢s vulnerables, debemos tener muy claro que esa mejora a¨²n no podr¨¢ ser motivo de relajaci¨®n mientras que la incidencia siga en cotas desorbitadas entre el resto de la poblaci¨®n. Tendremos que reducirla dr¨¢sticamente antes de revertir las medidas de contenci¨®n, si queremos evitar una cuarta ola haciendo estragos esta vez entre los j¨®venes y los de mediana edad.

* Ansgar Seyfferth es director para Espa?a y Portugal de la empresa STAT-UP Statistical Consulting & Data Science Services