La econom¨ªa no se intuye, se estudia
Aprender econom¨ªa deber¨ªa ser algo impuesto en las aulas, sin embargo, hablar de los problemas econ¨®micos y de las alternativas, es una carencia de nuestro sistema educativo que limita nuestras capacidades
La econom¨ªa es la ciencia social que estudia c¨®mo las familias, empresas y gobiernos organizan los recursos disponibles, que suelen ser escasos, para satisfacer las diferentes necesidades y as¨ª tener un mayor bienestar.
La escasez determina la raz¨®n de ser de esta disciplina. Escasez que provoca pobreza, desigualdad, conflictos (incluso b¨¦licos) y migraciones masivas, por mencionar algunos efectos.
Los recursos de los que disponemos las personas son de diversa naturaleza: algunos son p¨²blicos, otros no tienen due?o, otros nos pertenecen a t¨ªtulo individual, o familiar; a colectivos o a personas jur¨ªdicas de diversa ¨ªndole. Los recursos pueden ser tangibles o intangibles. Reutilizables o desechables. Innatos o adquiridos. Productivos u ociosos. Libres para moverse o moverlos de un lugar a otro, o no. Casi libres de riesgo o sujetos a un creciente n¨²mero de ellos. Pueden ser reconocidos y apreciados, o tambi¨¦n menospreciados.
Los recursos tienen un valor, un precio y un coste, condicionados por los atributos arriba mencionados, as¨ª como por otras circunstancias como la regulaci¨®n, que son las reglas de juego definidas por las instituciones que nos representan y que, adem¨¢s, administran los recursos p¨²blicos, los que son de todos. Valor, precio y coste que cambian a lo largo del tiempo por diversos motivos, y que no son los mismos en todas partes.
La ley m¨¢s importante que un gobierno promulga cada a?o es la de presupuestos, porque determina el destino de esos recursos que son de todos, y porque tiene capacidad de condicionar tambi¨¦n el destino de los privados, en pr¨¢cticamente todos los ¨¢mbitos de nuestra vida cotidiana.
Solemos otorgar mucha importancia, porque la tiene, a que las personas adquieran conocimientos suficientes para gestionar sus finanzas personales, porque la salud financiera es una condici¨®n necesaria para alcanzar el bienestar. Sin embargo, no otorgamos ninguna, a pesar de que la tiene, a que las personas adquieran conocimientos suficientes para, ya no gestionar, pero al menos tener criterio para opinar sobre la administraci¨®n de las finanzas que son de todos y, lo que es m¨¢s importante, elegir entre diferentes opciones de administradores entendiendo las implicaciones de cada una de las ofertas disponibles, por ejemplo, en el mercado electoral. Mercado en el que estamos llamados a participar con 18 a?os, y sobre el existe un debate interesante sobre si no deber¨ªamos poder participar antes, con 16 a?os.
Bien. Ya hemos llegado a donde quer¨ªa.
Buscando sin mucho ¨¦xito datos comparados sobre las horas dedicadas a la formaci¨®n en asuntos relacionados con la econom¨ªa en la educaci¨®n secundaria me top¨¦ con un breve art¨ªculo del economista estadounidense Frank Haigh Dixon, titulado ¡°The Teaching of Economics in the Secondary Schools¡±. Escrito en 1898, describe una aspiraci¨®n que comparto y que creo que est¨¢ plenamente vigente hoy.
Frank H. Dixon fue un economista historicista y tras una temporada de actividad acad¨¦mica y profesional en Europa, evolucion¨® a institucionalista, l¨ªnea de pensamiento que cuestionaba las pretensiones universalistas de gran parte de la teor¨ªa econ¨®mica, y que subrayaba la importancia de los factores hist¨®ricos, sociales e institucionales que condicionan las llamadas "leyes" econ¨®micas. Por recordar el t¨¦rmino, las leyes econ¨®micas son las que rigen la producci¨®n, la distribuci¨®n, el cambio y el consumo de los recursos en los diferentes estadios de desarrollo de las sociedades. Son las que expresan las relaciones m¨¢s esenciales, estables, causalmente condicionados entre los fen¨®menos y los procesos de la vida econ¨®mica de la sociedad.
Dixon argumentaba que gran parte de las relaciones econ¨®micas no eran inmutables, sino que estaban condicionados por el momento hist¨®rico, por la actuaci¨®n de las instituciones y por el contrato social existente en cada momento entre los ciudadanos.
Pues bien. En su escrito ¡°The Teaching of Economics in the Secondary Schools¡±, Dixon arranca recordando que ¡°la funci¨®n principal de la Educaci¨®n secundaria es ense?ar a los hombres y las mujeres a ser ciudadanos¡± y relega a una funci¨®n secundaria la preparaci¨®n para la Universidad. No puedo estar m¨¢s de acuerdo con esta visi¨®n.
Nuestra RAE define ciudadano como una persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos pol¨ªticos y sometido a su vez a sus leyes. Ejercer los derechos que tenemos necesita, primero de todo, conocerlos, y para conocerlos nos los tienen que ense?ar. ?Y d¨®nde se ejerce la ense?anza? En las aulas.
Pero, ?se ense?an efectivamente estos derechos? ?Se ense?a c¨®mo funciona el contrato social del que formamos parte como ciudadanos? ?Se ense?a a identificar pros y contras de las alternativas ofertadas? ?A reconocer el coste de oportunidad que produce elegir una alternativa sobre otra? ?A contextualizar? ?A diferenciar entre las implicaciones en el corto y el largo plazo y entre posibles escenarios posibles? ?Se ense?a a todo el alumnado?
Me temo que no.
Mientras prevalezca la impresi¨®n de que el conocimiento de los principios, las leyes y los problemas econ¨®micos surgen de la intuici¨®n, de las creencias, de la opini¨®n y no del estudio y el aprendizaje, la Econom¨ªa nunca va a ocupar el espacio que merece y que se precisa en las aulas. Econom¨ªa como disciplina que ayuda a entender con imparcialidad, c¨®mo funcionan las leyes de la econom¨ªa y c¨®mo ¨¦stas definen, condicionan y afectan nuestras decisiones individuales, que a su vez contribuyen a dise?ar la sociedad en la que vivimos y, quiz¨¢ m¨¢s importante, en la que vivir¨¢n las pr¨®ximas generaciones,
Y se precisa con urgencia. Porque los problemas econ¨®micos cambian, y lo hacen porque las condiciones y las circunstancias cambian. La traslaci¨®n del cambio de las condiciones a los problemas no es siempre inmediata, puede tardar d¨¦cadas desde que se observan los primeros cambios en las condiciones (l¨¦ase cambio clim¨¢tico, o demograf¨ªa, o digitalizaci¨®n, o desigualdad). Estos cambios hacen que un plan que era factible para una etapa anterior de nuestro tiempo (por ejemplo, el sistema de pensiones, o el modelo econ¨®mico de econom¨ªa lineal, el de usar y tirar) puede no serlo ahora. Porque han cambiado las condiciones (longevidad e inversi¨®n de la pir¨¢mide poblacional, calentamiento global y p¨¦rdida de biodiversidad) y el problema econ¨®mico asociado var¨ªa (no deja de existir, pero cambia en su dimensi¨®n y duraci¨®n). El plan, por tanto, debe cambiar, a uno mejor, a uno que sea factible en la etapa actual, con las condiciones actuales y las que se vislumbran en el futuro.
Y son varios los planes que ya est¨¢n sobre la mesa pero que son absolutamente desconocidos por los ciudadanos, como la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No es ideolog¨ªa, es una agenda global, un compromiso de 192 pa¨ªses al que todos estamos llamados a contribuir, pero que, si no lo conocemos, dif¨ªcilmente podremos sumarnos activamente, participar en ¨¦l, ni siquiera respetarlo o juzgarlo con imparcialidad.
Aprender econom¨ªa, hablar de los problemas econ¨®micos que enfrentamos las sociedades y de las alternativas existentes para resolverlos (algunas a¨²n por descubrir y experimentar, otras ya en marcha pero que discurren en frecuencias no percibidas por los sentidos del ciudadano medio), es una carencia de nuestro sistema educativo que limita nuestras capacidades presentes y futuras. Y necesitamos todas las capacidades, porque los retos son muchos y complejos.
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