El alquiler est¨¢ partiendo a la sociedad
La sociedad se est¨¢ rompiendo debido a la creciente e insostenible contradicci¨®n entre la funci¨®n social de la vivienda, como hogar, y su funci¨®n econ¨®mica, como activo financiero
La crisis de 2008 sacudi¨® el sistema de vivienda y financiero. Hubo impagos masivos, quiebras bancarias y un desplome en los precios de las viviendas. En respuesta, los gobiernos y e instituciones como los bancos centrales, actuaron con fuerza, priorizando el rescate de los mercados y revitalizando el sector financiero-inmobiliario.
Desde 2008, una gran cantidad de capital financiero ha encontrado refugio en el mercado de alquiler de viviendas, convirti¨¦ndolo en un activo seguro. Este fen¨®meno ha sido impulsado por varias razones: los tipos de inter¨¦s hist¨®ricamente bajos, las pol¨ªticas de expansi¨®n cuantitativa de los bancos centrales, la baja rentabilidad en otros mercados, como el de deuda, y las oportunidades de negocio surgidas tras el desplome de los precios inmobiliarios. La financiarizaci¨®n del sector ha requerido un constante aumento en los precios del alquiler para satisfacer las expectativas de rentabilidad de los inversores.
El resultado es la fractura de la sociedad de propietarios, promovida desde el franquismo hasta 2008. Esta ruptura se produce desde abajo, ya que las nuevas generaciones se ven excluidas del acceso a la vivienda en propiedad y deben enfrentarse a un mercado de alquiler cada vez m¨¢s tensionado, que absorbe una gran parte de sus ingresos. Pero tambi¨¦n se produce desde arriba, con un creciente porcentaje de hogares que adquieren viviendas para alquilarlas, convirti¨¦ndose en caseros, especialmente entre las personas con mayores ingresos.
La sociedad se encuentra cada vez m¨¢s dividida entre aquellos que acumulan propiedades y obtienen ingresos por alquiler, y una ¡°generaci¨®n de inquilinos¡± que, a pesar de tener empleos estables, no dispone de medios propios para acceder a una vivienda en propiedad. El mercado de alquiler profundiza esta brecha, actuando como un mecanismo regresivo que transfiere ingresos desde los sectores con menores recursos hacia los de mayor renta. En este contexto, el futuro de las nuevas generaciones depende menos de cu¨¢nto estudien, trabajen o se esfuercen, y m¨¢s de su capacidad para heredar una vivienda o de recibir apoyo familiar para cubrir la entrada de una hipoteca. As¨ª, las sociedades se vuelven cada vez m¨¢s desiguales y estratificadas seg¨²n el patrimonio inmobiliario.
Esta situaci¨®n est¨¢ desmoronando los pactos sociales tradicionales. En nuestras sociedades, la vivienda en propiedad no solo representaba un hogar, sino tambi¨¦n un medio para acceder a la ciudadan¨ªa y a la clase media, as¨ª como una garant¨ªa de bienestar econ¨®mico y protecci¨®n social, especialmente tras d¨¦cadas de privatizaciones y recortes en el Estado del bienestar. Ahora, la fractura de la sociedad de propietarios est¨¢ erosionando esos consensos sociales y econ¨®micos, transformando la crisis de los alquileres en una crisis pol¨ªtica. Resolver el problema de la vivienda exige promover nuevos acuerdos que refuercen su funci¨®n social, eviten su mercantilizaci¨®n y garanticen el acceso universal, de forma similar a lo que ocurre con la sanidad y la educaci¨®n.