El Gobierno brit¨¢nico planea reformar el modo de medir la deuda p¨²blica para garantizar la inversi¨®n
La ministra de Econom¨ªa, Rachel Reeves, busca el modo de impulsar las promesas en infraestructuras del Partido Laborista sin asustar a los mercados
Las promesas para reforzar el estado de Bienestar al tiempo que manten¨ªa rigor fiscal y responsabilidad presupuestaria que ayudaron en gran parte al primer ministro brit¨¢nico, Keir Starmer, a conquistar Downing Street se han convertido en apenas tres meses en el principal lastre de un Gobierno laborista que hab¨ªa anunciado ...
Las promesas para reforzar el estado de Bienestar al tiempo que manten¨ªa rigor fiscal y responsabilidad presupuestaria que ayudaron en gran parte al primer ministro brit¨¢nico, Keir Starmer, a conquistar Downing Street se han convertido en apenas tres meses en el principal lastre de un Gobierno laborista que hab¨ªa anunciado una nueva era de crecimiento y ¡°renovaci¨®n nacional¡±. La ministra de Econom¨ªa, Rachel Reeves, que debe presentar el pr¨®ximo 30 de octubre su primer presupuesto, se plantea una modificaci¨®n del m¨¦todo con que se mide la deuda p¨²blica que, sin asustar a los analistas y a los mercados, ayude a impulsar la inversi¨®n p¨²blica que muchos votantes esperaban.
El breve y ca¨®tico mandato de Liz Truss fue fruct¨ªfero en bromas y risas, con aquella simp¨¢tica competici¨®n entre la caducidad de una lechuga y los d¨ªas que tard¨® la entonces primera ministra conservadora en presentar su dimisi¨®n. Pero dej¨® tambi¨¦n una cicatriz invisible en la oposici¨®n laborista, aterrada ante la reacci¨®n de los mercados ante promesas sin rigor fiscal, como la rebaja de impuestos planteada por Truss. La libra, la deuda p¨²blica y la credibilidad internacional del Reino Unido se hundieron en unas horas.
Reeves, educada en la ortodoxia del departamento de an¨¢lisis y estudios del Banco de Inglaterra, fue la primera en asumir sin reparos la senda de rigor establecida ya en 1997 por su predecesor laborista, Gordon Brown, y que han intentado respetar desde entonces, con m¨¢s o menos ¨¦xito, todos los gobiernos. El volumen de deuda p¨²blica respecto al PIB debe ser, al final de un mandato de cinco a?os, menor al nivel que hab¨ªa al comienzo de ese mandato.
El anterior ministro de Econom¨ªa conservador, Jeremy Hunt, fue designado por Rishi Sunak para poner orden en las cuentas p¨²blicas despu¨¦s del desastre provocado por su predecesora, Truss. Pero el rigor inicial desplegado, con recortes sociales y subidas de impuestos, se vio pronto frenado ante la amenaza de unas elecciones cercanas en las que, seg¨²n todas las encuestas, la victoria laborista iba a ser contundente.
Hunt levant¨® el pie del acelerador, y el resultado fue una deuda p¨²blica equivalente al 100% del PIB en agosto de 2024. Un 4,3% m¨¢s que un a?o antes, en la misma fecha. El resultado de aquel giro fue una rebaja sustancial en las inversiones p¨²blicas previstas, incluidos los planes de despliegue de la alta velocidad ferroviaria hacia el norte de Inglaterra.
?Regreso a la austeridad?
El anuncio por parte de Reeves, nada m¨¢s hacerse cargo de la Tesorer¨ªa brit¨¢nica, de un agujero inesperado de m¨¢s de 26.000 millones de euros en las cuentas p¨²blicas, cambi¨® inesperadamente el discurso de optimismo que emanaba el nuevo Gobierno laborista.
A aquella sorpresa le sigui¨® el anuncio de que diez millones de pensionistas iban a dejar de percibir las ayudas p¨²blicas en sus facturas de gas y electricidad. Los sindicatos, tradicionales aliados del Partido Laborista, encabezaron las protestas por esta decisi¨®n y aguaron las celebraciones del congreso del partido en Liverpool ¡ªel primero, despu¨¦s de la victoria¡ª a finales de septiembre en Liverpool.
Tanto Reeves como Starmer se vieron obligados a prometer en sus discursos que no habr¨ªa un regreso a la era de la austeridad, propiciada por los gobiernos conservadores de David Cameron despu¨¦s de la crisis de 2008, que dej¨® en los huesos las infraestructuras y los servicios p¨²blicos del Reino Unido.
En las ¨²ltimas semanas, la ministra y su equipo se han embarcado en una discreta misi¨®n pedag¨®gica, para convencer a analistas e inversores que un cambio razonable en el modo de medir la deuda p¨²blica ¡ªreclamado desde hace tiempo por muchos expertos para suavizar la excesiva rigidez autoimpuesta¡ª es necesario para poder llevar adelante la inversi¨®n p¨²blica.
Es una tarea necesaria para contrastar el nerviosismo creado por el aumento del inter¨¦s de los bonos a diez a?os desde mediados de septiembre, que ha pasado del 3,75% al 4,2%. Algunos inversores restan importancia al dato y lo consideran un reflejo de esa misma subida en Estados Unidos. Otros, sin embargo, creen que responde a la incertidumbre suscitada respecto al pr¨®ximo presupuesto.
Cambio dr¨¢stico o modulado
Si Reeves est¨¢ decidida a cumplir a rajatabla las promesas incluidas en el programa electoral del Partido Laborista, va a tener que buscar el modo de que el Gobierno pueda endeudarse m¨¢s sin que salten las alarmas.
La idea sugerida por algunos economistas de incluir en el c¨¢lculo de la deuda el valor de activos como carreteras, escuelas u hospitales podr¨ªa dar al Gobierno un colch¨®n extra de casi 60.000 millones de euros, pero hay un consenso generalizado en torno al nerviosismo que podr¨ªa provocar algo as¨ª entre los inversores, y la venta masiva de bonos de deuda p¨²blica, como ya ocurri¨® durante el mandato de Truss.
Opciones m¨¢s digeribles podr¨ªan ser, por ejemplo, la de no incorporar, a la hora de calcular la deuda, las p¨¦rdidas generadas por el Banco de Inglaterra derivada de a?os de ¡®expansi¨®n cuantitativa¡¯, con tipos de inter¨¦s cercanos a cero. O no incluir en ese mismo c¨¢lculo el dinero p¨²blico destinado a nuevos veh¨ªculos de inversi¨®n como el reci¨¦n creado Fondo de Riqueza Nacional. Con medidas como estas, el Gobierno podr¨ªa asegurarse un margen de entre 12.000 y 24.000 millones de euros. Suficiente como para iniciar parte de las inversiones p¨²blicas comprometidas, acallar a las voces cr¨ªticas y mantener la calma en los mercados.
Evitar grandes subidas de impuestos
Junto a las promesas de rigor, el Partido Laborista tambi¨¦n se conjur¨® para evitar subidas en el impuesto de la renta o en el de sociedades. Se at¨® de ese modo las manos, al anunciar ¨²nicamente el cobro del VAT (el IVA brit¨¢nico) en las matr¨ªculas de los colegios privados, y la eliminaci¨®n de las exenciones fiscales para los multimillonarios no residentes en el Reino Unido.
Los expertos internos del Gobierno ya han se?alado que la segunda de las medidas puede acabar provocando un ¨¦xodo de fortunas, y acabar generando m¨¢s p¨¦rdidas que ingresos. Respecto a la primera, el Instituto de Estudios Fiscales ya ha calculado en apenas 1.800 millones de euros anuales el ingreso extra que aportar¨¢ a la hacienda p¨²blica.
Si Starmer y Reeves mantienen su promesa de no subir otros impuestos, y a la vez la de mayor inversi¨®n p¨²blica, deber¨¢n darse a s¨ª mismos algo de margen para endeudarse sin que cunda el p¨¢nico.