La recesi¨®n de la Covid-19 ya est¨¢ aqu¨ª
Entramos en el equivalente econ¨®mico de un coma inducido m¨¦dicamente, en el que algunas funciones cerebrales se paralizan para curar al paciente
A lo largo de una quincena normal esperar¨ªamos que solicitasen prestaci¨®n por desempleo aproximadamente medio mill¨®n de trabajadores estadounidenses. En las ¨²ltimas dos semanas se han presentado casi 10 millones de solicitudes. Nos enfrentamos a una incre¨ªble cat¨¢strofe econ¨®mica.
La cuesti¨®n es si estamos preparados para responder a esa cat¨¢strofe. Por desgracia, los primeros indicios apuntan a que posiblemente estemos abordando el veloz desastre econ¨®mico con la misma torpeza con que hemos abordado la veloz pandemia que lo est¨¢ causando. Lo principal que tenemos que comprender es que no nos enfrentamos a una recesi¨®n convencional, al menos de momento. Por ahora, la mayor parte de la p¨¦rdida de empleo es inevitable, necesaria de hecho: se debe al distanciamiento social para limitar la difusi¨®n del coronavirus. Es decir, entramos en el equivalente econ¨®mico de un coma inducido m¨¦dicamente, en el que algunas funciones cerebrales se paralizan temporalmente para dar al paciente oportunidad de curarse.
Esto significa que la principal tarea de la pol¨ªtica econ¨®mica ahora mismo no es proporcionar est¨ªmulo, o sea, sostener el empleo y el PIB, sino, por el contrario, proporcionar soporte vital: limitar las penurias de los estadounidenses que han perdido temporalmente sus ingresos. Sin duda, existe un fuerte riesgo de que experimentemos una recesi¨®n convencional sumada al coma inducido. Pero, por ahora, deber¨ªamos centrarnos en ayudar a quienes lo necesitan.
La buena noticia es que los dos billones de d¨®lares aportados a la Ley Cares (Ley de ayuda, alivio y seguridad econ¨®mica ante el coronavirus) aprobada por el Congreso la semana pasada proporciona, sobre el papel, mucho soporte vital econ¨®mico. La mala es que parece que podr¨ªan pasar semanas, meses incluso, antes de que cantidades importantes de dinero fluyan hacia quienes necesitan ayuda ya mismo.
Los periodistas siguen refiri¨¦ndose a la ley Cares como ¡°paquete de est¨ªmulo¡±, pero es principalmente alivio en situaciones de desastre. La mejor parte de la ley es una importante ampliaci¨®n de las prestaciones por desempleo. No solo recibir¨¢n los trabajadores despedidos m¨¢s de lo que recibir¨ªan normalmente, sino que se supone que muchos que no estaban antes cubiertos por el seguro de desempleo, como aut¨®nomos y contratistas independientes, recibir¨¢n prestaciones completas. La ley prev¨¦ tambi¨¦n pr¨¦stamos para las peque?as empresas, pr¨¦stamos que ser¨¢n condonados, es decir, convertidos en subvenciones directas, si las empresas utilizan el dinero para mantener sus plantillas de trabajadores.
Ambos programas son muy buenas ideas. El problema es que los dos est¨¢n teniendo muchas dificultades para arrancar, y tiempo es precisamente lo que no tienen millones de estadounidenses en apuros.
Respecto a las prestaciones por desempleo: las oficinas de empleo p¨²blicas, ya de por s¨ª saturadas por el aumento de solicitudes, no est¨¢n preparadas para desembolsar estas prestaciones a?adidas, y tal vez no lo est¨¦n durante bastante tiempo, un retraso desastroso para familias que ya padecen graves estrecheces econ¨®micas.
Los pr¨¦stamos a las peque?as empresas afrontan tambi¨¦n un gigantesco retraso en su tramitaci¨®n, ya que los solicitantes en potencia o bien no pueden rellenar los formularios o se les dice que tendr¨¢n que esperar tres semanas. Es m¨¢s, por alguna raz¨®n, la administraci¨®n p¨²blica federal, en lugar de prestar el dinero directamente, est¨¢ canalizando los pr¨¦stamos a las peque?as empresas a trav¨¦s de bancos privados, y los bancos se quejan de que no han recibido a¨²n directrices esenciales y de que el Gobierno est¨¢ estableciendo requisitos inviables.
En otras palabras, es posible que pase mucho tiempo antes de que la econom¨ªa empiece a recibir el soporte vital que necesita de inmediato. E incluso cuando trabajadores y empresas reciban por fin la ayuda prometida, la ley Cares no proporciona ni de lejos suficiente dinero para las administraciones estatales y locales, que est¨¢n viendo c¨®mo se hunden los ingresos y se disparan los gastos. Esto seguramente les obligar¨¢ a recortar fuertemente los servicios p¨²blicos cuando m¨¢s se necesitan.
Entonces, ?qu¨¦ tenemos que hacer ahora? Lo primero es que necesitamos el esfuerzo de todos para resolver los cuellos de botella que est¨¢n retrasando las prestaciones por desempleo y los pr¨¦stamos a las peque?as empresas. El paralelo, fue obvio el colapso de la p¨¢gina healthcare.gov cuando la Ley de Atenci¨®n Sanitaria Asequible entr¨® en vigor. Al principio todo ten¨ªa muy mala pinta, pero, trabajando a destajo, un grupo de expertos contratado por el Gobierno de Obama resolvi¨® los problemas m¨¢s r¨¢pidamente de lo que cualquiera habr¨ªa cre¨ªdo posible, y las nuevas inscripciones acabaron superando las expectativas.
No veo ninguna raz¨®n, en principio, por la que no se podr¨ªa rescatar la ley Cares con una iniciativa similar. La pega es que hablamos del Gobierno de Trump, que rechaza a los expertos de todo tipo, y en el que, por alg¨²n motivo, Jared Kishner acaba dirigiendo todas las iniciativas.
En segundo lugar, necesitamos otra ley de ayudas para llenar las lagunas de la ley Cares, y en concreto proporcionar las que necesitan las administraciones estatales y locales. ?Pero estar¨¢n los republicanos dispuestos a esa labor? Donald Trump habla ahora, como ha hecho muchas veces antes, de una gigantesca ley de infraestructuras. Pero los republicanos del Senado no est¨¢n entusiasmados con el plan. Y aunque es buena idea emprender un gran proyecto de infraestructuras, ahora mismo es menos acuciante que proporcionar ayuda a unos Estados que afrontan enormes brechas presupuestarias.
Y volviendo a la ley ya aprobada por el Congreso: estoy bastante seguro de que, al final, conseguiremos solucionar los problemas. Pero cuando se pierden seis millones de puestos de trabajo a la semana, ese ¡°al final¡± no es demasiado bueno.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2020. Traducci¨®n de News Clips
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