La torpe estrategia de Putin mina su credibilidad
Aunque la invasi¨®n termine, las relaciones comerciales de Rusia no volver¨¢n a la normalidad
?Qu¨¦ es lo que Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, entiende, pero Vlad¨ªmir Putin no? Vale, s¨¦ que puede parecer una pregunta capciosa, o un esfuerzo desesperado por ofrecer una visi¨®n de los acontecimientos recientes contraria a la l¨®gica. Podemos decir que la Reserva ha declarado la guerra a la inflaci¨®n, pero es tan solo una met¨¢fora. La guerra de Rusia contra Ucrania, por desgracia, es totalmente real, y provoca decenas de miles de muertos entre soldados y civiles.
Sin embargo, la Reserva Federal y el r¨¦gimen de Putin tienen en com¨²n lo siguiente: los dos han adoptado me...
?Qu¨¦ es lo que Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, entiende, pero Vlad¨ªmir Putin no? Vale, s¨¦ que puede parecer una pregunta capciosa, o un esfuerzo desesperado por ofrecer una visi¨®n de los acontecimientos recientes contraria a la l¨®gica. Podemos decir que la Reserva ha declarado la guerra a la inflaci¨®n, pero es tan solo una met¨¢fora. La guerra de Rusia contra Ucrania, por desgracia, es totalmente real, y provoca decenas de miles de muertos entre soldados y civiles.
Sin embargo, la Reserva Federal y el r¨¦gimen de Putin tienen en com¨²n lo siguiente: los dos han adoptado medidas pol¨ªticas de gran calado esta semana. La Reserva ha subido los tipos de inter¨¦s en un intento de frenar la inflaci¨®n. Putin ha anunciado una movilizaci¨®n parcial en un intento de salvar su invasi¨®n fallida. Ambas iniciativas van a causar dolor.
No obstante, una diferencia importante ¡ªaparte del hecho de que Powell no es, que yo sepa, un criminal de guerra¡ª reside en que la Reserva Federal est¨¢ tomando medidas para mantener su credibilidad, mientras que Putin parece decidido a dilapidar la que todav¨ªa pudiera quedarle.
Con respecto a la Reserva, me preocupan las repercusiones de la subida de tipos. Existe un grave riesgo de que sus medidas empujen sin necesidad a Estados Unidos y al mundo a una recesi¨®n severa, sobre todo porque no se trata solo de la Reserva, sino que los bancos centrales est¨¢n subiendo los tipos en todo el mundo, y este ajuste monetario a escala mundial podr¨ªa provocar muy f¨¢cilmente una especie de sinergia destructiva. No obstante, si yo estuviera en el lugar de Powell, probablemente habr¨ªa hecho lo mismo. Porque a la Reserva le preocupa preservar por todos los medios su credibilidad con respecto a la inflaci¨®n.
F¨ªjense en que he dicho ¡°preservar¡±. La Reserva Federal ¡ªal igual que un servidor¡ª no fue capaz de predecir el aumento de la inflaci¨®n. Pero ni los mercados ni la ciudadan¨ªa perdieron la fe en que, en realidad, los precios bajar¨ªan en un futuro bastante cercano. Esta es una baza importante. Las expectativas de que la inflaci¨®n ser¨¢ moderada son el mejor motivo para creer que la Reserva puede dise?ar un aterrizaje relativamente suave: una desaceleraci¨®n econ¨®mica, sin duda, quiz¨¢ una recesi¨®n, pero no una ¨¦poca de alt¨ªsimo desempleo como la que hizo falta para acabar con el alza de precios de la d¨¦cada de 1970. Y la Reserva Federal est¨¢ actuando para proteger esta baza intentando bajar la inflaci¨®n actual a tiempo para que los ciudadanos conserven su fe en que la inflaci¨®n futura ser¨¢ baja. Esto no me gusta. Reclamar¨¦ un giro monetario en cuanto tengamos pruebas claras de que los precios est¨¢n bajando realmente, pero me temo que la instituci¨®n que preside Powell tiene raz¨®n al pensar que mantener la credibilidad es importante.
Salta a la vista que Putin no tiene las mismas preocupaciones. Su discurso del mi¨¦rcoles estuvo repleto de una ret¨®rica apocal¨ªptica que presentaba a Rusia como un pa¨ªs v¨ªctima de los ataques de todo Occidente. Sin embargo, no anunci¨® la movilizaci¨®n total que cabr¨ªa esperar que acompa?ara a esas palabras. Por el contrario, hizo p¨²blica una serie de medidas a medias que los expertos en defensa dudan que sirvan demasiado para cambiar la trayectoria militar descendente de Rusia. No tengo motivos para poner en cuesti¨®n su dictamen.
No obstante, lo que me sorprendi¨® fue que las nuevas medidas constituyen una traici¨®n a los rusos que creyeron en las promesas pasadas de Putin. En particular, los soldados a sueldo ¡ªpersonas que se presentaron voluntarias para servir durante un tiempo limitado¡ª de repente se han encontrado atrapados en el servicio para un futuro ilimitado. Puede que la medida refuerce el n¨²mero de efectivos rusos en los pr¨®ximos meses, pero, en el futuro, ?qui¨¦n va a ser tan tonto como para ofrecerse voluntario para el ej¨¦rcito de Putin?
Las torpes iniciativas del presidente ruso en la guerra econ¨®mica est¨¢n creando, en cierto modo, problemas de credibilidad similares. Rusia ha interrumpido en gran parte el suministro de gas natural a Europa con la esperanza de intimidar a las democracias occidentales para que dejen de proporcionar ayuda militar y econ¨®mica a Ucrania. As¨ª est¨¢ consiguiendo provocar mucho sufrimiento econ¨®mico; los precios de la energ¨ªa se han disparado y parece muy probable que se produzca una grave recesi¨®n en el continente.
Sin embargo, Occidente no va a abandonar a Ucrania, sobre todo teniendo en cuenta los ¨¦xitos b¨¦licos de los ucranios. De modo que el intento de acoso econ¨®mico de Putin, al igual que su movilizaci¨®n parcial, seguramente no van a cambiar el curso de la guerra. Lo que s¨ª est¨¢n consiguiendo, en cambio, es demostrar lo peligroso que es hacer negocios con un r¨¦gimen err¨¢tico y autoritario. Esto significa que, aunque la guerra de Ucrania termine, las relaciones comerciales de Rusia no volver¨¢n a la normalidad. Mientras Putin o alguien como ¨¦l siga en el poder, Europa no volver¨¢ a permitirse ser tan dependiente de la energ¨ªa rusa.
Putin est¨¢ metido en lo que podr¨ªamos llamar una hoguera de las credibilidades. Sus desesperados esfuerzos a corto plazo por salvar su guerra de agresi¨®n est¨¢n socavando el futuro de Rusia al dejar claro que no se puede confiar en su presidente. De cara al futuro, los ciudadanos rusos no se presentar¨¢n voluntarios para servir en el ej¨¦rcito, no sea que acaben atrapados en una zona de exterminio. Y las empresas europeas no firmar¨¢n contratos con proveedores rusos, por si acaso resulta que su negocio embarranca en el chantaje econ¨®mico.
Puede parecer que la credibilidad es maleable y es posible abusar de ella para justificar pol¨ªticas objetivamente malas. Y ser demasiado r¨ªgido en cuanto al cumplimiento de normas que han sido superadas por los acontecimientos puede hacer mucho da?o.Pero conservar la credibilidad ¡ªdemostrar que uno cumplir¨¢ sus promesas¡ª es importante. Por lo visto, Putin no lo entiende, y su desprecio por las promesas del pasado podr¨ªa ser su perdici¨®n.
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