Si piensa que la desigualdad habla solo de la diferencia de ingresos, se equivoca: as¨ª lo pudre todo
La inequidad suele presentarse como un problema de justicia social, pero tambi¨¦n tiene efectos negativos sobre la innovaci¨®n y la productividad
El problema de la desigualdad lleva tiempo de moda. Ya estaba presente en todos los an¨¢lisis sobre el malestar social en Estados Unidos y Europa mucho antes de que Thomas Piketty publicara en 2013 El capital. Pero si su estudio sobre la historia moderna de la desigualdad lo convirti¨® en una estrella de rock de la econom¨ªa fue por el rigor acad¨¦mico con que aport¨® datos y posibles soluciones a una cuesti¨®n que explicaba, en parte, el resurgir de f¨®rmulas pol¨ªticas poco democr¨¢ticas. La relevancia del tema no termina ah¨ª. Y es que como dice Lucas Chancel, es muy posible que la desigualdad...
El problema de la desigualdad lleva tiempo de moda. Ya estaba presente en todos los an¨¢lisis sobre el malestar social en Estados Unidos y Europa mucho antes de que Thomas Piketty publicara en 2013 El capital. Pero si su estudio sobre la historia moderna de la desigualdad lo convirti¨® en una estrella de rock de la econom¨ªa fue por el rigor acad¨¦mico con que aport¨® datos y posibles soluciones a una cuesti¨®n que explicaba, en parte, el resurgir de f¨®rmulas pol¨ªticas poco democr¨¢ticas. La relevancia del tema no termina ah¨ª. Y es que como dice Lucas Chancel, es muy posible que la desigualdad excesiva ni siquiera sea buena para la productividad de una econom¨ªa. Desde el World Inequality Lab, que Chancel codirige junto a Piketty, Gabriel Zucman, Emmanuel Saez y Facundo Alvaredo, est¨¢n recopilando datos de distribuci¨®n de ingresos y riqueza en pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses del mundo para investigar c¨®mo se relacionan con el desempe?o macroecon¨®mico.
En contra de los que consideran a la desigualdad como s¨ªntoma de un capitalismo din¨¢mico que premia a sus innovadores y empresarios, el ejemplo de los pa¨ªses escandinavos y los datos de Chancel hablan de econom¨ªas y sociedades muy innovadoras, con muy buen crecimiento econ¨®mico, donde la desigualdad est¨¢ en niveles comparativamente bajos. ¡°Esto es claramente as¨ª y no solo cuando comparas hoy a los distintos pa¨ªses, sino cuando echas la vista atr¨¢s y ves c¨®mo era cada pa¨ªs hace 15, 30 o 70 a?os, cuando en la mayor parte del mundo desarrollado la desigualdad en ingresos y en patrimonio era mucho menor que hoy¡±, dice. Seg¨²n sus estimaciones, los ingresos de un 1% de los estadounidenses pasaron de representar una d¨¦cima parte del PIB del pa¨ªs hace 40 a?os a representar una quinta parte hoy. ¡°Y los datos de crecimiento actuales en EE UU son menores que los de los a?os sesenta, los setenta o los ochenta¡±, explica.
Para entender c¨®mo es posible que la desigualdad afecte a la productividad, Chancel cita los resultados de un experimento que se llev¨® a cabo con j¨®venes estudiantes que vend¨ªan suscripciones a ONG. Sin explicarles el motivo, a unos les bajaron el sueldo y a otros se lo subieron en el mismo porcentaje. ¡°Los que mejoraron su salario no aumentaron su productividad, pero los que empeoraron s¨ª tuvieron una clara ca¨ªda en el n¨²mero de suscripciones vendidas porque no les gustaba ser tratados injustamente¡±, dice.
Recompensas
?Y el argumento de la innovaci¨®n? ?No es la desigualdad el subproducto inevitable de un mecanismo de incentivos que premia a los innovadores por sus aportes a la sociedad? La respuesta de Chancel, una vez m¨¢s, es no. ¡°Muchas innovaciones cruciales se produjeron antes de la llegada de estos gigantescos supermultibillonarios de ahora, los inventores se beneficiaban por sus innovaciones, s¨ª, pero no necesitaban que la recompensa fuera tan alta¡±, dice. Como demuestran los grandes desarrollos de los siglos XIX y XX, ¡°las personas innovadoras van a querer seguir avanzando en lo suyo, no necesitan la perspectiva de hacerse supermultibillonarios¡±.
Seg¨²n ¨¦l, para fomentar la innovaci¨®n es mucho m¨¢s importante usar mecanismos cl¨¢sicos de reducci¨®n de desigualdad (salud universal y un buen sistema de educacion p¨²blica) que otorgan a las personas con ese talento la posibilidad de desarrollarlo. Por no hablar de la inversi¨®n estatal en infraestructura y en investigaci¨®n b¨¢sica. ¡°Sin los miles de millones de d¨®lares invertidos por el Gobierno de EE UU en el desarrollo de infraestructuras y de internet, no tendr¨ªas a Bill Gates ni a Mark Zuckerberg, una obviedad que estos emprendedores tecnol¨®gicos olvidan muy f¨¢cilmente¡±, dice.
El problema es que una concentraci¨®n excesiva de ganancias en los de arriba reduce la porci¨®n disponible para los de abajo. No solo por las mayores facilidades que tienen para eludir sus impuestos, sino por la presi¨®n que ejercen sobre la opini¨®n p¨²blica para reducirlos a¨²n m¨¢s, insiste Chancel. En su opini¨®n, si los gobiernos tienen cada vez m¨¢s dificultades para recaudar el dinero necesario para invertir en infraestructuras, salud y educaci¨®n, tambi¨¦n se debe a eso: ¡°Los que tienen dinero lo usan comprando centros de estudios y poder medi¨¢tico para decirle a la gente que estar¨ªa mucho mejor sin impuestos, que eso es lo mejor para la innovaci¨®n y para el crecimiento¡±.
Para el premio Nobel de Econom¨ªa Angus Deaton, el problema de la desigualdad extrema es tan grave como para poner en riesgo todo el sistema, ¡°porque la gente se enfada y puede rebelarse hasta contra la democracia¡±.
A los que le dicen que los economistas solo tienen que preocuparse por la pobreza (una variable en la que gran parte del mundo est¨¢ notablemente mejor que hace cien a?os), y que gracias a la desigualdad tenemos innovadores y empresarios, Deaton responde con una par¨¢bola sobre la desigualdad buena y la mala, no tan separadas una de la otra como podr¨ªa parecer. La buena, dice, es la que se genera cuando la persona que ha creado algo como Tesla o como Amazon se vuelve millonaria porque ha aportado valor a toda la sociedad. ¡°Pero cuando los ricos empiezan a contratar a miles de lobistas para que sean sus intereses los que se escuchan en los parlamentos o para conseguir favores especiales de los gobiernos y empiezan a dejar fuera de las decisiones pol¨ªticas al resto de la poblaci¨®n, tambi¨¦n est¨¢n generando desigualdad econ¨®mica, solo que de la mala y peligrosa¡±, dice.
Seg¨²n Deaton, incluso los que empezaron con una desigualdad buena suelen terminar produciendo de la mala. ¡°Google ten¨ªa en su p¨¢gina aquel lema de ¡®no hacer el mal¡¯, y dec¨ªan que no contrataban a lobistas en Washington porque no lo necesitaban, eran una buena empresa y les bastaba con vender su producto¡ Ahora son algo as¨ª como los lobistas n¨²mero uno de Washington y ya han quitado de su p¨¢gina lo de no hacer el mal¡±.
Inseguridad
La inseguridad económica es un campo de investigación relacionado con la desigualdad porque se soluciona con el mismo mecanismo de ingresos y prestaciones previsto en el Estado de bienestar. Según Olga Cantó, de la Universidad de Alcalá de Henares, su definición más aceptada es “creer que alguna parte del bienestar económico va a tener una evolución futura negativa”. De acuerdo con sus mediciones, España es uno de los países europeos donde la inseguridad económica se ha extendido más desde la clase baja hasta la clase media. “La inseguridad lastra el crecimiento porque actúa de la misma manera que la desigualdad y que la pobreza”, dice. “Es una variable relevante porque las caídas de renta afectan muy seriamente al bienestar de las personas, deja huellas mucho mayores que un aumento de renta del mismo tamaño”, explica Cantó. “Por eso siempre digo que los impuestos no sirven solo para redistribuir sino para estabilizar las rentas de personas que pueden necesitarlo en momentos puntuales”.
Sigue la informaci¨®n de Negocios en Twitter, Facebook o en nuestra newsletter semanal.