Tripulaciones en r¨¦gimen de esclavitud
La explotaci¨®n laboral y la pesca ilegal siguen siendo pr¨¢cticas comunes utilizadas por las flotas de muchos pa¨ªses
El Agujero Azul (Blue Hole) es un ¨¢rea de gran diversidad a 200 millas de la costa argentina donde abundan calamares y merluzas. Es tambi¨¦n el lugar favorito de especies ic¨®nicas en la regi¨®n, como ballenas, leones marinos, petreles o albatros. Seg¨²n Greenpeace, la mala gobernanza y la falta de protecci¨®n de estas aguas internacionales hace que cada a?o las flotas pesqueras mundiales se dediquen al saqueo de sus fondos. Los barcos se aprovechan a menudo de trabajadores-esclavos enrolados con promesas ficticias de buenos sueldos. ¡°El a?o pasado, mis compa?eros de Greenpeace en Argentina fueron testigos de que hab¨ªa tripulantes de barcos asi¨¢ticos que llevaban all¨ª dos a?os sin pisar tierra firme¡±, relata Celia Ojeda, portavoz de la organizaci¨®n ecologista en Espa?a. ¡°No sab¨ªan ni siquiera que hab¨ªa habido una pandemia. Les hab¨ªan quitado los pasaportes, estaban incomunicados de sus familias¡±.
La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) calcula que, como ellos, hay 128.000 marineros atrapados en barcos de pesca, a menudo en alta mar, un lugar caracterizado por el aislamiento extremo, las relaciones desiguales entre la tripulaci¨®n y el patr¨®n y la falta de supervisi¨®n de los gobiernos. Solo una veintena de pa¨ªses han ratificado el Convenio 188 para garantizar una edad m¨ªnima, reconocimientos m¨¦dicos, contratos, salarios, horas de descanso, tiempo libre entre campa?as, repatriaciones, prevenci¨®n de riesgos laborales y seguridad social en el mar. Ahora, adem¨¢s, el colapso de las capturas en muchas zonas debido a la sobrepesca y el aumento del precio del combustible hacen que la presi¨®n en costes se pase a los pescadores a trav¨¦s de una mayor explotaci¨®n.
¡°En la pesca se dan una serie de circunstancias que hacen que sea m¨¢s f¨¢cil que se produzca el trabajo forzoso¡±, relata desde Madrid F¨¦lix Peinado, director de la OIT en Espa?a. ¡°A menudo se utiliza a migrantes haci¨¦ndoles adquirir deudas y reteni¨¦ndoles salarios. El alejamiento f¨ªsico que se produce en el mar hace que no puedan contactar con las autoridades, poner reclamaciones, etc¨¦tera. La regulaci¨®n, adem¨¢s, se complica, porque entra en juego la de los pa¨ªses costeros, la de la bandera de los barcos, el pa¨ªs de origen de los pescadores¡¡±, narra.
El periodista de The New York Times Ian Urbina recopil¨® esa violenta realidad durante cuatro a?os y la cont¨® en el libro The Outlaw Oceans (Oc¨¦anos sin ley; Capit¨¢n Swing). En ¨¦l describe un sistema dise?ado para fomentar la impunidad: marineros violados, torturados, encerrados en refrigeradores, obligados a pescar hasta la extenuaci¨®n y completamente desprotegidos, porque cuando los Estados ribere?os endurecen los controles, los buques ponen la proa a otros lugares. Tambi¨¦n retrata la delincuencia en muchos otros negocios que no tienen que ver con la pesca, pero s¨ª con los oc¨¦anos, desde el contrabando hasta los vertederos clandestinos de petr¨®leo o a practicantes de abortos en el mar. La asociaci¨®n LPN, de la activista tailandesa candidata al Premio Nobel de la Paz Patima Tungpuchayakul, ha sacado a m¨¢s de 2.000 pescadores de la esclavitud que fueron enga?ados para trabajar en Indonesia. Su historia se cuenta en un aplaudido documental Ghost Fleet, y su ONG denuncia que la pobreza, unida a la demanda insaciable de mano de obra barata y la corrupci¨®n crean la tormenta perfecta para el abuso de los derechos humanos entre las olas.
Mientras, la producci¨®n mundial de pescado sigue al alza respaldada por la acuicultura y por una demanda que no deja de crecer. Para este a?o la FAO espera que aumente en el planeta un 1,5% hasta los 184,6 millones de toneladas. La pesca salvaje se mantendr¨¢ estable o crecer¨¢ ligeramente. Los ingresos por exportaciones pesqueras alcanzar¨¢n los 178.000 millones de d¨®lares impulsados por el aumento de cosechas acu¨ªcolas de camarones en Asia, el de tilapia en Brasil o el salm¨®n chileno.
El ejemplo europeo
Europa es, quiz¨¢, una isla en cuanto a la aplicaci¨®n de mejores condiciones en la industria pesquera global. Ignacio Fresco, asesor de Oceana, explica que el reglamento de 2016 sobre pesca ilegal, no declarada y no reglamentada fue ejemplar para el resto del mundo. Y que gracias a ¨¦l y a los certificados de capturas se puede tener cierto control sobre pa¨ªses productores a trav¨¦s de un sistema de sanciones y advertencias. ¡°En una lata de at¨²n, por ejemplo, se mezclan distintos tipos, y una buena parte suele proceder de flotas asi¨¢ticas, espec¨ªficamente chinas, donde no sabemos lo que est¨¢ pasando porque no aplican requisitos de trazabilidad¡±, explica Fresco. Cuando se identifica que un pa¨ªs productor no lucha contra el pescado negro entra en funcionamiento un sistema de tarjetas (amarillas o rojas, como en el f¨²tbol) que activan mesas de di¨¢logo y pueden llegar a excluir todos los productos pesqueros de un Estado del mercado comunitario. ¡°Taiw¨¢n recibi¨® una advertencia que se levant¨® porque se detectaron avances. Ecuador, Camer¨²n, Panam¨¢, las Granadinas¡ tuvieron tarjetas¡±, recopila de memoria.
China, dice, es el gran agujero negro de toda esta historia en cuanto a pesca ilegal. ¡°Con ellos la UE no se atreve por miedo a una guerra comercial¡±, lamenta. Con los productos sobre los que se sospecha que han sido preparados por mano de obra esclava, las ONG piden a la UE que endurezca la regulaci¨®n. En su lugar hay sellos, como el At¨²n de Pesca Responsable o Friends of the Sea, que fiscalizan las condiciones laborales que aplican los armadores. Pero en medio hay un gran vac¨ªo de intermediarios que importan pescado: ¡°La UE se enfoca en productos concretos, pero deber¨ªa ampliar el foco hacia las empresas, las embarcaciones y las regiones¡±, sostienen las ONG. Para eso se necesitar¨ªa un sistema de intercambio s¨®lido de informaci¨®n entre los Estados. Una quimera, como retratan los escalofriantes art¨ªculos de Urbina.
Quiz¨¢ sea cierto que no hay una soluci¨®n clara para los problemas de oc¨¦ano, ¡°porque todo nuestro mundo, nuestro sistema econ¨®mico, nuestra geograf¨ªa, son la causa¡±.
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