Los precios caen (a pesar de los bancos centrales)
En contra de la teor¨ªa de los halcones, una vez m¨¢s la relaci¨®n entre inflaci¨®n y desempleo no se confirm¨®
A medida que el mundo se recuperaba de la pandemia, la inflaci¨®n se dispar¨® debido a las perturbaciones generalizadas de las cadenas de suministro mundiales y a los cambios repentinos en los patrones de demanda. Si bien los cambios en la demanda podr¨ªan haber planteado un desaf¨ªo a la estabilidad de precios incluso en un contexto favorable, la ruptura de las cadenas de suministro empeor¨® las cosas. El mercado no p...
A medida que el mundo se recuperaba de la pandemia, la inflaci¨®n se dispar¨® debido a las perturbaciones generalizadas de las cadenas de suministro mundiales y a los cambios repentinos en los patrones de demanda. Si bien los cambios en la demanda podr¨ªan haber planteado un desaf¨ªo a la estabilidad de precios incluso en un contexto favorable, la ruptura de las cadenas de suministro empeor¨® las cosas. El mercado no pudo responder inmediatamente a los nuevos patrones de demanda, por lo que los precios aumentaron.
Recordemos que, inicialmente, experimentamos escasez de autom¨®viles simplemente porque hab¨ªa escasez de chips, una situaci¨®n que tard¨® 18 meses en corregirse. El problema no era que hubi¨¦ramos olvidado c¨®mo producir autom¨®viles o que careci¨¦ramos de trabajadores y f¨¢bricas capacitados. S¨®lo nos faltaba un componente clave. Una vez que se suministr¨®, los inventarios de coches aumentaron y los precios bajaron: se produjo la desinflaci¨®n. (La desinflaci¨®n es una disminuci¨®n de la tasa de inflaci¨®n, no necesariamente del nivel de precios real, y es lo que importa para los bancos centrales que monitorean los cambios en los precios. En este y varios otros casos, los precios realmente bajaron). La vivienda es otro ejemplo de este fen¨®meno temporal que se autocorrige. Dado que el tama?o de la poblaci¨®n es un determinante clave de la demanda, la p¨¦rdida de un mill¨®n de estadounidenses bajo la mala gesti¨®n pand¨¦mica de Donald Trump deber¨ªa haber reducido los precios de la vivienda a nivel agregado. Pero la covid-19 tambi¨¦n indujo a la gente a buscar zonas m¨¢s verdes. Las grandes ciudades como Nueva York llegaron a parecer menos atractivas que lugares como Southampton y el valle del Hudson.
Aumentar la oferta de viviendas en esos lugares no es f¨¢cil a corto plazo, por lo que los precios subieron como corresponde. Pero debido a asimetr¨ªas bien conocidas en la forma en que los precios se ajustan a las condiciones cambiantes del mercado, no cayeron proporcionalmente en las ciudades. Como resultado, los ¨ªndices de precios de la vivienda (que capturan el promedio) subieron. Ahora, a medida que los efectos de la pandemia han disminuido, los precios (medidos por estos ¨ªndices) han bajado lentamente, lo que refleja el hecho de que la mayor¨ªa de los arrendamientos duran al menos un a?o.
?Qu¨¦ papel jug¨® la Reserva Federal de Estados Unidos en todo esto? Dado que sus subidas de tipos de inter¨¦s no ayudaron a resolver la escasez de chips, no puede atribuirse ning¨²n m¨¦rito por la desinflaci¨®n de los precios de los autom¨®viles. Peor a¨²n, las subidas de tipos probablemente frenaron la desinflaci¨®n de los precios de la vivienda. Las tasas significativamente m¨¢s altas no s¨®lo inhiben la construcci¨®n; tambi¨¦n encarecen las hipotecas, lo que obliga a m¨¢s personas a alquilar en lugar de comprar. Y si hay m¨¢s gente en el mercado de alquileres, los precios (un componente central del ¨ªndice de precios al consumidor) aumentar¨¢n.
La inflaci¨®n inducida por la pandemia se vio exacerbada a¨²n m¨¢s por la invasi¨®n rusa de Ucrania, que provoc¨® un aumento en los precios de la energ¨ªa y los alimentos. Pero, una vez m¨¢s, estaba claro que los precios no pod¨ªan seguir subiendo a ese ritmo, y muchos de nosotros predijimos que habr¨ªa desinflaci¨®n ¡ªo incluso deflaci¨®n (una ca¨ªda de los precios) en el caso del petr¨®leo¡ª. Ten¨ªamos raz¨®n. De hecho, la inflaci¨®n ha ca¨ªdo dram¨¢ticamente en Estados Unidos y Europa. Incluso si no ha alcanzado el objetivo del 2% de los bancos centrales, es inferior a lo que la mayor¨ªa esperaba (3,7% en Estados Unidos, 2,9% en la eurozona, 3% en Alemania y 3,5% en Espa?a). Adem¨¢s, hay que recordar que el objetivo del 2% surgi¨® de la nada. No hay evidencia de que a los pa¨ªses con una inflaci¨®n del 2% les vaya mejor que a aquellos con una inflaci¨®n del 3%; lo que importa es que la inflaci¨®n est¨¦ bajo control. Ese es claramente el caso hoy.
Por supuesto, los banqueros centrales se dar¨¢n una palmadita en la espalda. Pero tuvieron poco que ver en la reciente desinflaci¨®n. El aumento de las tasas de inter¨¦s no resolvi¨® el problema que enfrentamos: la inflaci¨®n del lado de la oferta y del desplazamiento de la demanda. En todo caso, la desinflaci¨®n se ha producido a pesar de las acciones de los bancos centrales, no gracias a ellas.
Los mercados entendieron esto en gran medida desde el principio. Por eso las expectativas inflacionarias se mantuvieron contenidas. Si bien algunos economistas de bancos centrales afirman que esto se debi¨® a su propia respuesta contundente, los datos cuentan una historia diferente. Las expectativas de inflaci¨®n fueron moderadas desde el principio porque los mercados entendieron que las perturbaciones del lado de la oferta eran temporales. S¨®lo despu¨¦s de que los banqueros centrales repitieron una y otra vez sus temores de que la inflaci¨®n y las expectativas inflacionarias se estaban estableciendo, y que esto requerir¨ªa un largo trabajo que implicar¨ªa altas tasas de inter¨¦s y desempleo, las expectativas inflacionarias aumentaron. Pero, incluso entonces, apenas se movieron, alcanzando el 2,67% para el promedio de los pr¨®ximos cinco a?os en abril de 2021, antes de volver a caer al 2,3% un a?o despu¨¦s.
Antes del ¨²ltimo conflicto en Oriente Pr¨®ximo ¡ª?que vuelve a plantear el espectro de un aumento de los precios del petr¨®leo¡ª estaba claro que se hab¨ªa logrado una ¡°victoria¡± sobre la inflaci¨®n sin el gran aumento del desempleo que los halcones de la inflaci¨®n insist¨ªan que ser¨ªa necesario. Una vez m¨¢s, la relaci¨®n macroecon¨®mica est¨¢ndar entre inflaci¨®n y desempleo ¡ªexpresada en la curva de Phillips¡ª no se confirm¨®. Esa teor¨ªa ha sido una gu¨ªa poco confiable durante gran parte del ¨²ltimo cuarto de siglo, y lo fue otra vez ahora. Los modelos macroecon¨®micos pueden funcionar bien cuando los precios relativos son constantes y los cambios importantes en la econom¨ªa giran en torno a la demanda agregada, pero no cuando hay grandes cambios sectoriales y cambios concomitantes en los precios relativos.
Cuando comenz¨® la inflaci¨®n pospandemia hace m¨¢s de dos a?os, los economistas r¨¢pidamente se dividieron en dos bandos: los que culparon a la demanda agregada excesiva, que atribuyeron a grandes paquetes de recuperaci¨®n; y quienes sosten¨ªan que las perturbaciones eran transitorias y se autocorreg¨ªan. En ese momento, no estaba claro c¨®mo se desarrollar¨ªa la pandemia. Ante un shock econ¨®mico novedoso, nadie pod¨ªa predecir con seguridad cu¨¢nto tiempo tardar¨ªan en aparecer las fuerzas desinflacionarias. De manera similar, pocos anticiparon la falta de resiliencia de los mercados, o cu¨¢nto conferir¨ªan las perturbaciones temporales del lado de la oferta de energ¨ªa monop¨®lica a empresas seleccionadas.
Pero durante los dos a?os siguientes, varios estudios sobre el momento de los aumentos de precios y la magnitud de los cambios de la demanda en relaci¨®n con la oferta desacreditaron en gran medida la historia de la demanda agregada de los halcones de la inflaci¨®n. Simplemente no se daban cuenta de lo que hab¨ªa sucedido. Cualquiera que sea la credibilidad que dej¨® esa historia, ahora se ha visto a¨²n m¨¢s erosionada por la desinflaci¨®n. Afortunadamente para la econom¨ªa, el equipo transitorio ten¨ªa raz¨®n. Esperemos que la profesi¨®n econ¨®mica absorba las lecciones adecuadas.
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